
Cung Le lleva desde 2009
intentando poner en pie esta película, pasando de titularse “A certain justice”
a “Puncture Wounds”. En esencia es el “Acorralado” de Le, con un personaje
supuestamente con secuelas de su paso por Irak que regresa a Estados Unidos
con cierta tendencia psicópata que hará que se defienda a una prostituta cuando
no debe, acabando con dos de los agresores y, claro, enfadando con el mafioso
que les dirige, un Dolph Lundgren pasado de rosca pero que sin duda es lo mejor
de toda la película. Pero, como siempre, vayamos por partes ya que aunque en
general es una mala película, tiene algunas cosas que no están mal. El guión no
es que sea malo, es que es tan sumamente típico que se adivina todo lo que va a
ocurrir antes de que ocurra, muy de serie B de los ’80 con el tema de Vietnam y
todos los sucedáneos de “Desaparecido en combate”, “Acorralado” y “Rambo” (y
distingo entre “Acorralado” y “Rambo” al ser bastante diferentes entre sí
aunque cuenten con el mismo protagonista) pero cambiando la
tilt shift o miniatura en casi todos los
planos, con el desenfoque selectivo de los bordes de la imagen, realzando lo
que requiere que el espectador sea excesivamente consciente de dónde tiene que
fijar la mirada. En ciertos planos, este efecto queda bien, un efecto muy de
moda visto, por ejemplo, en los créditos de la serie británica “Sherlock”. Aquí
se pasan un poco con él, así como con el montaje videoclipero de muchos planos
de transición, con música guitarrera (que está bien, no me quejo de eso, jeje)
y tono C.S.I para pasar a la cámara en mano con idea de darle un toque
realista, sucio y dramático. Las peleas se ven bien, pero no son demasiado
llamativas. Tanto su coreografía, obra de Cung Le, como la ejecución son
correctas, pero ya está, y en algunos casos los especialistas no están a la
altura, viéndose en una de las secuencias en las que varios individuos golpean
a Cung Le, cómo uno de ellos finge de manera descarada los golpes, tirándolos
al aire. Más allá de estas anécdotas y fallos, perdonables al fin y al cabo
(aunque siendo duro, no deberían perdonarse en la época en la que estamos) no
hay peleas espectaculares, e incluso los créditos del principio las estropean,
ya que el prólogo usa imágenes del resto de la película, comenzando con una
pelea de Le, la más larga de la película y donde podemos ver buenos movimientos
con cuchillo. Y esa es otra, usar metraje de lo que veremos, incluyendo un
personaje cuya muerte es adelantada nada más conocerle (personaje no demasiado
importante, pero vamos, que es un
spoiler
en toda regla) en la introducción era una moda ochentera y no tuvo demasiado
éxito. Sólo indica que han rellenado tras el primer montaje, para que con
créditos llegue a los 96 minutos. Este fallo demuestra la carencia de un guión
sólido, ni si quiera pensando en ofrecer un espectáculo de artes marciales de calidad.
Peleas más largas y ciñéndose a un subgénero concreto, el de las artes
marciales, y olvidarse del tono de “cine de autor” que intentan darle con ese
dramatismo y la dirección que busca el plano bonito que acompañe a la “profundidad”
del momento. Le intenta construir un personaje atormentado y le queda una
especie de robot Terminator asesino, justo la única sorpresa de la película, la
violencia con la que se desata el protagonista, matando sin remordimientos, supuestamente
por lo que sufrió cuando estaba en el frente. Además, usa el tufillo patriotero
más caricaturesco del cine, con un recuerdo a Michael Bay que incomoda,
representado por las charlas de Le con su antiguo compañero, al que le falta
una pierna, recuerdo de Irak. Vamos, elementos de libro para el capricho
de Cung Le de su, como he dicho al principio, “Acorralado”, con el militar que
sufrió un trauma en la guerra y no se adapta tras regresar, que se verá metido
en líos con la mafia (en vez de con la policía) y sumido en un estallido de
violencia. De primera no sonaría mal si no hubiese tantas películas similares,
y encima, sin aportar nada nuevo en ningún sentido, ni dramático, ni marcial,
ni si quiera en la acción, por muchos planos ralentizados que metan. Por
último, con lo único que he disfrutado en la película de verdad ha sido Dolph
Lundgren, inmenso como villano pasado de rosca, malhablado, violento,
impulsivo, desagradable, con un
look
bastante diferente a lo visto en los últimos años y que incluso destaca
peleando (a parte del uso de dobles) y que es sin duda lo mejor de todo el
film. Vinnie Jones pasea por la película sin darle demasiada importancia.
Cumple su papel de tío duro y violento, pero no impresiona ni físicamente,
perdiendo parte de lo que llamaba la atención de sus personajes. Se agradece
cierto cambio, pero es un secundario más, sin la importancia que se esperaría
de un actor como él. El resto del reparto está lo justito que necesitan para
sus papeles, con alguna historia secundaria que pretende dar mayor profundidad
y protagonismo a personajes secundarios, como el del sargento de policía
Mitchell, James C. Burns, pero que sinceramente, no nos importa demasiado y no
hace avanzar la trama, sólo rellena metraje.
guerra a una más
actual. Por ello no creo que el factor principal sea el guión, aunque si que “ayuda”
a que la
película no sea demasiado buena ya que, no es que aburra, es que no
dice demasiado. Incluso hay secuencias mal escritas y resueltas visualmente. Porque
otro factor que impide que la película despegue es la dirección, con dos
personas acreditadas, Giorgio Serafini, que tiene en su filmografía películas
como “Game of Death” de Wesley Snipes o “Blood of Redemption” con Dolph
Lundgren y Vinnie Jones, y James Coyne, actor, productor y guionista que debúta
en labores de dirección además de encargarse del guión. Sus créditos como
productor incluyen “Tekken” o “Man-Thing. La naturaleza del miedo”, con el
personaje de Marvel, un falllido pero curioso film. No se qué director se habrá
encargado de cada cosa de la película, pero el abuso del efecto
Resumiendo, una película que
prometía pero que finalmente no ha cumplido las expectativas, una historia mil
veces vista, con muy pocos momentos destacables pero que no llega a aburrir. Cung
Le y Dolph Lundgren se alían produciendo y protagonizando una película que sólo
le ha venido bien a Lundgren.
NOTA: 5’5
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