El cine de acción occidental a
veces parece estancarse ofreciendo buenos productos pero sin marcar una
diferencia. La mayor parte de las veces se debe a la poca pericia de los
directores para mostrarnos como se debe las secuencias de acción, pero de vez
en cuando aparecen títulos que sorprenden, como el caso de las dos entregas de
John Wick. Esto se debe a la gente detrás de las cámaras, Chad Stahelski y David
Leitch. Que estos dos stuntmen
hayan logrado hacer las dos mejores películas de acción de los últimos años no
se debe a suerte o a una conjunción de planetas. Mucha gente desconoce que
detrás de estos films está 87Eleven Action Desing, una empresa de
especialistas, coreógrafos y directores con nombres como J.J.Perry, Jon Valera,
Jonathan Eusebio, Larnell Stovall, en cuyos créditos se encuentran las mejores
coreografías de acción y artes marciales que el cine occidental lleva
ofreciendo en los últimos años. Gente que entiende la acción, que sabe cómo y
dónde deben poner la cámara para que disfrutemos de estas secuencias como se
debe. Una vez dicho esto, toca el turno de hablar de John Wick. Pacto de Sangre.
Parecía que no se podía mejorar
la primera entrega, cuyo factor sorpresa parecía una de las bazas que hizo que
impactase como lo hizo, pero Stahelski, esta vez en solitario tras co-dirigir
junto a Leitch la primera parte, lo ha vuelto a hacer. Lo único negativo que
voy a decir del film, y que creo que sería lo único que se puede decir, es el
principio de esta secuela, que parece querer mostrarnos el final de la primera
entrega rodando nuevas escenas, quizás debido al estreno en plataformas
digitales que tuvo y al llegar a cines esta vez para poner en antecedentes a
los que no la hubiesen visto. Pero claro, si esa secuencia de apertura es la
que es, se le perdona sin problemas por ver la acción espectacular con coches
con que la abre. A partir de aquí comienza la nueva historia, donde un pacto de
sangre (por eso en España han usado ese subtítulo) del pasado obligará a Wick a
volver a salir de su retiro, una excusa, pero convincente, para la trepidante
acción que vemos. El carisma de Keanu Reeves como el asesino John Wick es
indudable, así como su solvencia en las escenas de acción, tanto las balísticas
como las marciales, coreografiadas por Jonathan Eusebio y Eric Brown,
realizadas casi en su totalidad por el propio Reeves. El resto del reparto
cumple de sobra, comenzando con el rapero y actor Common, el veterano Ian
McShane o Ruby Rose, sin olvidar
las apariciones especiales de John Leguizamo, Laurence Fishburne o Franco Nero.
Stahelski, como apuntaba al principio, sabe dónde colocar la cámara, apoyado
por un excelente montaje y un ritmo trepidante que no nos deja un segundo de
respiro. Una película de acción debe tener todo esto, y esta segunda película
de Wick llega a superar en muchos aspectos a su predecesora, llena de stunts fantásticos y técnicas marciales
que incluyen Jiu-Jitsu Brasileño o Judo, con una coordinación entre los actores
maravillosa y no vista normalmente fuera del cine marcial más puro. El
entrenamiento recibido por parte de Reeves da sus frutos, todo un magistral
ejemplo de lo que tiene que ser el cine de acción, y no las superproducciones a
las que Hollywood nos tiene habituados donde el movimiento de cámara y el montaje emborrona el trabajo de los coreógrafos y coordinadores de
especialistas. De esta forma, esta película no es sólo un ejemplo del mejor
cine de acción, sino un trabajo que muestra todo el respeto hacia estos grandes
profesionales denostados por la industria norteamericana (y no me meto a hablar
de la española ya que es indignante el trato que suelen recibir) Usar actores
de la calidad de McShane en cintas de acción ayudan a que la tomen en serio,
sobre todo por los ricos personajes secundarios que aparecen. El microverso que
han creado, con el hotel Continental como centro, también favorece la calidad
de la película y permitiendo secuencias con toques cómicos como el duelo entre
Reeves y Common. El Continental es otro personaje más, desarrollando y
mostrando nuevos elementos para dotar de
mayor entidad al edificio y a este gremio de asesinos con sucursales en otros
países y que es lo que nos trae al veterano Franco Nero. Igual pasa con otros
personajes como el de Ruby Rose, mucho mejor aprovechada que en la flojísima xXx: Reactivated. No hay personajes
secundarios de relleno, no hay subtramas que ralenticen la película y Wick,
aunque sigue siendo casi un superhombre, recibe golpes y disparos, con ese
final que abre la puerta a una esperada tercera entrega que no veremos hasta
2019 pero que ya está 100% confirmada.
Secuencias como el tiroteo en
Roma o ese final que rinde homenaje a Operación
Dragón con todos esos espejos afianzan esta saga que ha trascendido el
género de acción para alucinar a todo aquel que la ha visto, una maravilla del
cine de acción que ha colocado, además de la primera entrega, a sus directores
en primera fila, con Leitch encargándose de Atómica y Deadpool 2 y
Stahelski preparando el remake de Los
Inmortales así como la mini-serie Rain,
que si al final es una realidad, tendrá a Reeves de protagonista y basándose en
las novelas de Barry Eisler. Sea como sea, el nombre de estos dos directores ya
es sinónimo de calidad, esperando tanto sus próximos largometrajes en la silla
de director como coordinadores de especialistas o coreógrafos.
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