El cine surcoreano suele
ofrecernos sobre todo thrillers y
acción en el cine, sin olvidar dramas y romanticismo, elementos que incluso en
muchas ocasiones aparecen en los actioners
para enriquecer el film. Pero en esta ocasión vamos a dejar esos elementos de
lado para sumergirnos en un poderoso y oscuro thriller, sangriento y duro que aunque usa los clichés más típicos
y tópicos, encajan a la perfección en V.I.P.,
un film dirigido y guionizado por Park
Hoon-jung (The New World) y con un excelente reparto que incluye presencia
estadounidense. Lo primero que voy a decir de esta película es que se nota que
estamos ante una producción con un ojo en Occidente, no en vano es una
producción de la división asiática de Warner Bros. lo cual es positivo y
negativo, como vamos a ver ya mismo.
En términos generales es un
excelente film, que si bien demoniza como siempre a los norcoreanos, es una buddy movie atípica, con militares y
policías de ambas coreas, todo arquetipos, incluyendo al villano que conocemos
desde el principio, un hijo de un alto mandatario del norte, un sádico al que
se le rifan varias organizaciones de diferentes países. La película en sí va
sobre ese juego del gato y el ratón, de las intrigas políticas que interfieren
con la justicia, de la confianza y la traición. Todo ello bien escrito, siendo
lo único que se nota más metido con calzador la presencia norteamericana con Peter Stormare (Fargo), no por culpa
del actor, si no del guion, pero tampoco es que quede mal, sólo es una
presencia anecdótica y casi diría que exótica, arropando a unos actores
increíbles en sus respectivos papeles, empezando por Jang Dong-gun (El Redentor), y continuando por Park Hee-soon (El Imperio de las Sombras) o Lee Jong-suk (The Face Reader) Evidentemente sus personajes son los
principales, frente al secundario de Stormare, algo seguramente obligado por la
propia productora que hace, como decía al principio, que por un lado venga bien
a la película de cara a sus ventas internacionales, pero lastra un poco el film
con estas obligaciones contractuales. No obstante, su director sale más que
airoso rodando con un ritmo excelente, espectacular cuando se necesita, y más
sobrio cuando el guion lo requiere.
La violencia es brutal, no excesiva,
evitando peleas con cables y momentos menos realistas en favor de una trama
policial seria. Las escenas de acción son cortas pero contundentes, obra de Kwon Kwi-deok (The Villainess) y Lee Sang-min-II (The Outlaws), dos
nombres que empiezan a sonar cada vez más en la industria. De esta forma, su
trabajo en las peleas y en las escenas arriesgadas, va acorde al tono de la
película, director, duro, sucio. Una forma de alejarse de películas como New World, del mismo director,
demostrando que se puede seguir rodando películas de espías y acción de forma
diferente, sin idealizar a los mafiosos o criminales, con momentos agridulces y
giros finales que, aunque a veces te los ves venir, no dejan de sorprender. Una
versión más madura de blockbusters
similares como Confidential Assignment
(2017) y mucho más compacta y coherente. Un disfrute para los que además de
acción busquen una buena historia, y eso que parece no haber tenido la
repercusión que se merece, ganando un premio en un festival de Austin, en
Estados Unidos, quedándose la número 48 en el listado de películas más
taquilleras del 2017. Una lástima, ya que ofrece lo que promete y más, pero
bueno, es también cuestión de gustos, y personalmente creo que es de las
imprescindibles del año de Corea del Sur.
NOTA: 8
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