El cine histórico japonés en
muchas ocasiones nos trae películas dramáticas, llenas de personajes profundos
y con el sentido del honor habitual. Pero en otras ocasiones aparecen títulos
más ligeros, con un mayor sentido de la aventura, como es el caso de la
película de la que te hablo hoy. Las habituales luchas de poder de la era Sengoku, con una base de realidad, son
el plato fuerte de esta película que viene firmada por el director Yukihiko Tsutsumi (20th Century Boys) y por los guionistas Nozomi Makino y
Tetsuya Suzuki. Humor, aventuras, batallas, samuráis y ninjas se dan cita en
este film de poco más de dos horas que nos da una perspectiva diferente de los
hechos reales que cuenta.
Que un samurái tenga suerte en
una batalla y se convierta en un héroe casi legendario no es habitual, pero es
lo que le ocurre a Yukimura Sanada, quien volverá a luchar por su señor ayudado
por diez valientes, siendo dos de ellos quienes tracen los planes para salir
victoriosos. Es la trama básica de esta película co-producida por la Shochiku y
la Nikkatsu que llegó a las pantallas niponas el 22 de septiembre de 2016. Tras
diez minutos de presentación de personajes en formato animado, continuamos con
imagen real en dos partes diferenciadas por el tono. La siguiente hora tiene
más comedia y elementos de aventuras, muy al estilo anime para pasar a la última hora, más seria. A pesar de esto, el
cambio de tono es gradual, bien realizado, con una historia algo predecible y
tópica pero simpática y muy entretenida. El único pero, es el escaso desarrollo
de estos diez valientes de Sanada, pobre y centrado en dos de ellos, Sasuke
(Kankuro Nakamura) y Saizo (Tori Matsuzaka), personajes que junto a Sanada,
llevan el peso de la historia. Esto no evita que disfrutemos de un espectáculo
que aunque pueda recordarnos al principio a Mumon. The Land of Stealh (2017), consigue despegarse, o mejor
dicho, ésta segunda se diferencia bastante a pesar de tener algunos puntos en
común. El tema ninja no tiene la relevancia que sí tiene en Mumon, pero sí complementan las escenas
de batallas y algunas secuencias. No olvidemos que estos diez valientes eran
casi todos ninjas. La historia original se publicó en la época Edo, con
posteriores adaptaciones, desde musicales (Brave
Records of the Sanada Clan. 1963) a videojuegos (Sanada Ten Braves. 1988) pasando por mangas (Brave 10. 2007)
e incluso apariciones estelares de algunos de los valientes, como en el juego Samurai Warriors 2 (2006) o el manga Samurai Deeper Kyo (1999-2006) Respecto a las batallas, están
rodadas de la forma más clásica posible, con planos amplios para ver el gran
número de extras usados y buenas coreografías, tanto individuales como en
grupo, apoyadas por algunos efectos digitales no demasiado buenos, pero sí
funcionales. Esto es sin duda el plato fuerte de este film, las secuencias de
acción llenas de buenas técnicas de lucha, explosiones, estrategias y sangre
(digital), con los especialistas volando por los aires o cayendo víctimas de
las estocadas de sus enemigos. Un trabajo de calidad pero sin el apoyo visual
del director, que rueda de forma correcta sin demasiados artificios.
Comentaba al principio que había
una secuencia de anime, una forma
clara de definir a la película una vez que pasamos a ver a los personajes de
carne y hueso. Dentro de la actual ola masiva de adaptaciones de mangas, Sanada Ten Braves se convierte en una película que sigue esta estela,
pero manteniéndose en una línea aparte evitando exageraciones y siendo uno de
los puntos de unión con el cómic japonés el humor tontorrón de los shonen (mangas juveniles) que encaja
perfectamente con la primera parte del film. Sin duda podría ser mejor, pero
también peor, así como más espectacular, pero Tsutsumi, su director, ha
preferido mantenerse en un punto intermedio, probablemente por el presupuesto,
saliendo airoso y consiguiendo una película que a pesar de estar algo vacía,
consigue entretener y que pasemos un buen rato siguiendo a estos valientes, por
mucho que contenga muchos tópicos del cine de samuráis.
NOTA: 6
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