El cine de acción indio desde
siempre ha ofrecido auténticas joyas, pero su escasa distribución
internacional, sobre todo en España, nos impide ver películas como la que hoy
traemos al blog. Una secuela que no continúa a su original a la vez que es un
remake de un film telugu de 2016 nos ofrece algunos de los mejores momentos del
cine de acción actual, gracias a la espectacular forma física de su
protagonista, Tiger Shroff, y al maravilloso
trabajo en el diseño y dirección de las secuencias de acción. Un film altamente
recomendable que debería estrenarse en España y no sólo verse en festivales
como el de julio en Vic, pero al menos se podrá ver en pantalla grande, una
oportunidad única que aprovecho para publicitar, una cita indispensable con el
mejor cine oriental. Otra historia de un rebelde por amor, repleta de acción,
patriotismo, bailes y un tramo final de infarto con uno de los mejores actores
marciales indios.
Cuando la ex-novia de un militar,
Ronny, recibe su llamada para pedirle ayuda por el secuestro de su hija,
comenzará una carrera contrarreloj llena de mentiras. Como he dicho en la
entradilla, a pesar de ser una secuela y contar con el mismo protagonista de la
primera parte, incluyendo su nombre, se ignora lo ocurrido en dicho film para
ofrecernos una trepidante película con un guion más trabajado que en
determinados momentos pasa de ser un film de acción a un thriller para terminar siendo una copia de Acorralado (1982), la primera entrega de las aventuras de Rambo, un
dato sumamente curioso cuando es el propio Tiger Shroff quien va a protagonizar
el remake de Rambo para el año que
viene, en principio. Pero este film es mucho más que eso, más que la unión de
los diferentes aspectos que la conforman. En conjunto funciona a la perfección
como película de acción con diferentes capas, algo habitual en el cine indio.
Tenemos la historia de amor entre Ronny y Neha (Disha Patani), contada a través
de flashbacks y que contiene los
números de baile y es precisamente esta historia la que desconecta este film de
su entrega anterior. Olvidamos ese planteamiento que recordaba a Karate Kid pero metiendo artes
marciales indias para conocer a un Ronny diferente, enamorado de una mujer pero
que finalmente no terminarán juntos. Los cuatro años que pasan desde que se
rompió su relación nos da elementos de thriller
y acción, con la investigación de Ronny y los misterios que se irán desvelando.
Todo ello aderezado con una serie de escenas de acción espectaculares, como la
pelea en la comisaría, donde además ya veremos los toques patrióticos, que
apoyan las frases donde se ensalza a los militares y su labor de defensa del país.
Vamos, lo mismo que hemos visto durante décadas en el cine de acción
norteamericano, sobre todo en los ’80, y que últimamente ha llamado la atención
de Wolf Warrior II (2017) Remarco
esto por recordar que la propaganda militar es habitual en el cine de acción, y
protestar por eso en film asiáticos me parece casi ridículo. Una vez que se
desvela todo, arranca el tramo final, donde vemos a Ronny en los bosques
perseguido por la policía, al más puro estilo Acorralado pero multiplicado por mil. Tiger Shroff se convierte en
una especie de héroe mítico, realizando las proezas físicas más exageradas y
alucinantes, si dobles y con escasa ayuda digital o artesanal. Los efectos
digitales o los cables se usan en determinados momentos para enfatizar momentos
de acción dignos de superhombres, como en la comisaría, con Tiger andando
mientras uno de los policías va deslizándose sobre su cara en un flipante plano
general. Volviendo al tema patriotero, de nuevo en la secuencia de la comisaría
se deja patente, con el golpe sobre una mesa de uno de los policías, y la
bandera de la India en el aire, cogiéndola Tiger y dejándola en la mesa
suavemente, o la gorra, unos planos después.
Si el guion es consistente y pasa
de género a género con suavidad, algo también habitual en estos países, son las
secuencias de acción las que convierten a este film en esencial, un paso más en
el status de estrella de Tiger
Shroff, al nivel de Salmak Khan o Shahruk Khan, pero con el añadido de su
habilidad real como artista marcial. Esto se deja ver en cada secuencia de
lucha, con Shamsir Khan (Force 2)
como coreógrafo y diseñador de acción, ayudado por Lakshman Chella (Kick 2), Ram
Chella (Magadheera) y el tailandés Kecha
Khamphakdee, nombre de calidad habitual en el cine indio. Espectaculares,
imaginativas y realizadas perfectamente, cada secuencia es una auténtica
maravilla, aunque veamos exageraciones en ciertos momentos. Tenemos incluso una
secuencia que nos recuerda a la de apertura de Legend of the Fist: The Return of Chen Zhen (2010), de Donnie Yen.
Aún así, el nivel de disfrute de estas secuencias sacian el hambre del
aficionado ante la actual producción mediocre de acción, con contadas películas
que sobresalgan. Shroff demuestra que un actor puede hacer sus escenas
arriesgadas, llevando sus capacidades físicas al límite. Si, hay películas indias
con sus exageraciones y demás, pero con mucha ayuda de cables, pero en este
caso, a pesar de su uso puntual, podemos volver a disfrutar de un cine de
acción puramente ochentero, brutal y espectacular. Veo incluso ya absurdo ese remake de Rambo, la verdad, ya que lo
que vemos en su última parte es precisamente eso, pero bueno, si tiene detrás a
un equipo como el que aquí tiene, no dudo en que ofrecerá algo diferente a
nivel de acción y que ayude a confirmar a Shroff como la estrella marcial que
ya es. Para terminar no quiero olvidar el cameo de Jacqueline Fernández en un
número musical metido con calzador, el único pero que se le podría poner, pero
realmente el trabajo musical y de baile es de calidad y se disfruta igualmente,
un momento de calma y alegría entre medias de la investigación y la violencia. Un
maravillo entretenimiento.
NOTA: 8’75
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