NIAFFS'18: BAAGHI 2 (2018)


El cine de acción indio desde siempre ha ofrecido auténticas joyas, pero su escasa distribución internacional, sobre todo en España, nos impide ver películas como la que hoy traemos al blog. Una secuela que no continúa a su original a la vez que es un remake de un film telugu de 2016 nos ofrece algunos de los mejores momentos del cine de acción actual, gracias a la espectacular forma física de su protagonista, Tiger Shroff, y al maravilloso trabajo en el diseño y dirección de las secuencias de acción. Un film altamente recomendable que debería estrenarse en España y no sólo verse en festivales como el de julio en Vic, pero al menos se podrá ver en pantalla grande, una oportunidad única que aprovecho para publicitar, una cita indispensable con el mejor cine oriental. Otra historia de un rebelde por amor, repleta de acción, patriotismo, bailes y un tramo final de infarto con uno de los mejores actores marciales indios.

Cuando la ex-novia de un militar, Ronny, recibe su llamada para pedirle ayuda por el secuestro de su hija, comenzará una carrera contrarreloj llena de mentiras. Como he dicho en la entradilla, a pesar de ser una secuela y contar con el mismo protagonista de la primera parte, incluyendo su nombre, se ignora lo ocurrido en dicho film para ofrecernos una trepidante película con un guion más trabajado que en determinados momentos pasa de ser un film de acción a un thriller para terminar siendo una copia de Acorralado (1982), la primera entrega de las aventuras de Rambo, un dato sumamente curioso cuando es el propio Tiger Shroff quien va a protagonizar el remake de Rambo para el año que viene, en principio. Pero este film es mucho más que eso, más que la unión de los diferentes aspectos que la conforman. En conjunto funciona a la perfección como película de acción con diferentes capas, algo habitual en el cine indio. Tenemos la historia de amor entre Ronny y Neha (Disha Patani), contada a través de flashbacks y que contiene los números de baile y es precisamente esta historia la que desconecta este film de su entrega anterior. Olvidamos ese planteamiento que recordaba a Karate Kid pero metiendo artes marciales indias para conocer a un Ronny diferente, enamorado de una mujer pero que finalmente no terminarán juntos. Los cuatro años que pasan desde que se rompió su relación nos da elementos de thriller y acción, con la investigación de Ronny y los misterios que se irán desvelando. Todo ello aderezado con una serie de escenas de acción espectaculares, como la pelea en la comisaría, donde además ya veremos los toques patrióticos, que apoyan las frases donde se ensalza a los militares y su labor de defensa del país. Vamos, lo mismo que hemos visto durante décadas en el cine de acción norteamericano, sobre todo en los ’80, y que últimamente ha llamado la atención de Wolf Warrior II (2017) Remarco esto por recordar que la propaganda militar es habitual en el cine de acción, y protestar por eso en film asiáticos me parece casi ridículo. Una vez que se desvela todo, arranca el tramo final, donde vemos a Ronny en los bosques perseguido por la policía, al más puro estilo Acorralado pero multiplicado por mil. Tiger Shroff se convierte en una especie de héroe mítico, realizando las proezas físicas más exageradas y alucinantes, si dobles y con escasa ayuda digital o artesanal. Los efectos digitales o los cables se usan en determinados momentos para enfatizar momentos de acción dignos de superhombres, como en la comisaría, con Tiger andando mientras uno de los policías va deslizándose sobre su cara en un flipante plano general. Volviendo al tema patriotero, de nuevo en la secuencia de la comisaría se deja patente, con el golpe sobre una mesa de uno de los policías, y la bandera de la India en el aire, cogiéndola Tiger y dejándola en la mesa suavemente, o la gorra, unos planos después.


Si el guion es consistente y pasa de género a género con suavidad, algo también habitual en estos países, son las secuencias de acción las que convierten a este film en esencial, un paso más en el status de estrella de Tiger Shroff, al nivel de Salmak Khan o Shahruk Khan, pero con el añadido de su habilidad real como artista marcial. Esto se deja ver en cada secuencia de lucha, con Shamsir Khan (Force 2) como coreógrafo y diseñador de acción, ayudado por Lakshman Chella (Kick 2), Ram Chella (Magadheera) y el tailandés Kecha Khamphakdee, nombre de calidad habitual en el cine indio. Espectaculares, imaginativas y realizadas perfectamente, cada secuencia es una auténtica maravilla, aunque veamos exageraciones en ciertos momentos. Tenemos incluso una secuencia que nos recuerda a la de apertura de Legend of the Fist: The Return of Chen Zhen (2010), de Donnie Yen. Aún así, el nivel de disfrute de estas secuencias sacian el hambre del aficionado ante la actual producción mediocre de acción, con contadas películas que sobresalgan. Shroff demuestra que un actor puede hacer sus escenas arriesgadas, llevando sus capacidades físicas al límite. Si, hay películas indias con sus exageraciones y demás, pero con mucha ayuda de cables, pero en este caso, a pesar de su uso puntual, podemos volver a disfrutar de un cine de acción puramente ochentero, brutal y espectacular. Veo incluso ya absurdo ese remake de Rambo, la verdad, ya que lo que vemos en su última parte es precisamente eso, pero bueno, si tiene detrás a un equipo como el que aquí tiene, no dudo en que ofrecerá algo diferente a nivel de acción y que ayude a confirmar a Shroff como la estrella marcial que ya es. Para terminar no quiero olvidar el cameo de Jacqueline Fernández en un número musical metido con calzador, el único pero que se le podría poner, pero realmente el trabajo musical y de baile es de calidad y se disfruta igualmente, un momento de calma y alegría entre medias de la investigación y la violencia. Un maravillo entretenimiento.

NOTA: 8’75

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