Últimamente no paro con la Seasonal Film Corporation. Una
productora hongkonesa muy interesante, un nombre clave dentro de la historia
del cine marcial que merece una reivindicación, siempre eclipsada por la Shaw Brothers y la Golden Harves, sólo recordada, normalmente, cuando se hable de Jackie Chan con el díptico La Serpiente a la Sombra del Águila y El Mono Borracho en el Ojo del Tigre. Y
por ello estoy escribiendo diversos proyectos para reivindicar su cine, y
claro, te poner a ver sus películas, a escribir, y redescubres algunos títulos,
o de repente se cruza uno como El Rey de
los Kickboxers, que sin duda merece recomendarse encarecidamente. Además,
haces un viaje en el tiempo a la era del videoclub, donde su carátula llamaba
poderosamente la atención. Incluso recuerdo cierta leyenda negra sobre la
violencia casi real que tenía, por el tema del snuff, supongo. Sea como fuere, esta película es un título de culto
e imprescindible para cualquier amante del cine de artes marciales.
La Seasonal, tras triunfar a
finales de los setenta y durante los ochenta, decidieron unir fuerzas con la
productora estadounidense New World
Pictures para unir el estilo visual y marcial hongkonés, con actores
norteamericanos, y uno de esos títulos fue El
Rey de los Kickboxers. En pleno apogeo de Van Damme surgió este híbrido
entre Kickboxer y el cine de venganzas
de Hong Kong, con un policía que viajará a Tailandia trabajando con la Interpol
por un caso de películas de lucha snuff,
donde aparece el hombre que asesinó a su hermano años atrás por ganar una
competición de Muay Thai. La película copia descaradamente elementos del film
de Van Damme entremezclando con la trama policial. Para todo ello se contó con Loren Avedon, experto en Taekwondo y
Hapkido, en su tercera colaboración con la Seasonal, junto a Billi Blanks, que conseguía así su
primer papel relevante. Junto a ellos, Keith
Cooke, que había llamado mucho la atención tras su debut en las dos
entregas de China O’Brien, o Jerry Trimble en un papel secundario. En
esta ocasión, tanto la trama como las propias coreografías son sumamente
brutales, con personajes llenos de rabia, algo sobreactuados, como Blanks, pero
que dan a la película una atmósfera muy personal que consiguió convertirla en
un título de culto. Todos los elementos están cuidadosamente medidos,
ofreciendo un compendio de situaciones ya vistas en otras películas, pero todo
en una estupenda armonía, con una visión comercial que, ahora, con los años,
sigue siendo algo digno de destacar. Pero sin lugar a dudas, la acción es la
que marca todo este tono oscuro que sobrevuela por la película. Las
coreografías de Tony Leung Siu-Hung
son brutales y salvajes, sumamente violentas que encajan con esas
sobreinterpretaciones de Avedon y Blanks. Toda una excentricidad de película repleta
de elementos atractivos para el aficionado, como venganzas, entrenamientos
brutales, tramas policiales, personajes macarras y badass y todo un despliegue de técnicas espectaculares y muy bien
rodadas, quizás la mejor película de Lucas
Lo, que sustituyó en el último momento a Corey Yuen como director.
La forma física de todos los
actores, aunque salgan poco como Trimble, ayudó a que el nivel marcial subiese
enteros. Quizás con otros actores la cosa no hubiese salido igual, pero tuvimos
la suerte de que sí, por lo que el espectáculo marcial es sin duda estupendo. El
resto de subtramas encaja bien con la copia a Kickboxer, y sumado a esa atmósfera oscura y violenta, como la
versión para adultos del cine de Kickboxing tan de moda en aquellos años, aumentan
el grado mítico de la película. Una muestra de esta unión de talentos entre
Hong Kong y Hollywood, creando casi un subgénero dentro del cine marcial con
apuestas visuales que destacaban en la serie B de finales de los ochenta y
principios de los noventa, una especie de canto del cisne del mejor cine de
artes marciales que aquí prescindía de cortapisas. Por mucha copia que fuese,
la calidad de las escenas de lucha consiguen convertirla en una auténtica
maravilla que hay que volver a reconocer. La década de los noventa trajo la
decadencia en occidente del cine marcial, con escasos títulos punteros, una
caída en picado gradual, pero hemos tenido la suerte de contar con películas
como El Rey de los Kickboxers para
disfrutar de ella, y viendo que no ha envejecido nada mal, manteniendo su
posición dentro de esos títulos de culto de la época.
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