Hoy, el Pequeño Dragón hubiese cumplido 79 años. Otros años me cuesta
encontrar un tema sobre el que hablar de Bruce, pero en esta ocasión no ha sido
así. El tema del que voy a hablar para conmemorar el nacimiento de Bruce Lee
surgió mientras veía de nuevo toda la serie de El Avisón Verde, o The Green
Hornet. Mientras devoraba los capítulos, no podía evitar, claro está,
fijarme en Bruce en cada plano en el que sale, y en especial en las secuencias
de lucha. Viendo cómo se movía, me puse a pensar en que siempre mencionamos las
diferentes facetas de Bruce en el cine, como director, actor, guionista, la
inclusión de humor, su faceta filosófica, la puramente marcial, el marido, el
hombre o la leyenda. Incluso hablamos y leemos sobre su evolución marcial, con
esa base de Wing Chun, los intercambios con maestros… Pero dentro del cine,
también existe una evolución en la forma de moverse, en el tipo de técnicas,
demostrando esa constante evolución del Jeet
Kune Do como algo ligado intrínsecamente con el propio Bruce.
THE GREEN HORNET
Su lanzamiento en el mundo
televisivo norteamericano llegaba en 1966 cuando se estrenó esta serie creada
por George W. Trendle en 1936, en
una búsqueda de éxito en la radio como la del serial del Llanero Solitario de la WXYZ
para la que trabajaba. Este luchador enmascarado contra el crimen, el Avispón Verde, acompañado de su fiel Kato, introducían a Bruce en las casas
de Estados Unidos, un soplo de aire fresco al ser chino y usar el Kung Fu. Las
aventuras de este dúo les llevaban a enfrentarse a todo tipo de criminales, por
lo que en cada episodio tenemos al menos una pelea, con Bruce aportando ideas y
coreografiando. Nos encontramos ante peleas cortas y explosivas, que hacen hincapié
en las patadas en salto de Kato, los puños del Avispón, con alguna proyección,
y armas ocasionales, tanto las superheroicas, como otras como los nunchakus. Por ello vemos a Bruce
aparecer en escena con patadas en salto, poco estilizadas pero efectivas, dando
espectacularidad a estas escenas. Al dejar a Kato las patadas, se le dejaba la
parte más llamativa de la serie a Bruce, mientras que en el grueso de las
tramas era Britt Reid quien llevaba el peso. Las técnicas, aunque en ocasiones
son originales, se ciñe a ciertos elementos, aunque en episodios como The Praying Mantis (el número 10),
tenemos diferentes estilos de Kung Fu, consiguiendo así mostrar algo nunca
visto en la pequeña pantalla. En él podemos ver a un Bruce más técnico, pero en
general, aunque mantiene cierto nivel en éste sentido técnico, es más exagerada
con acompañamiento de movimiento de brazos de forma casi teatral, en parte
exigido por el guion y tono de la serie, pero también debido al momento de la
evolución marcial del Pequeño Dragón en ese momento. Recordemos que la serie se
estrenó en 1966, y tan sólo tres años antes, Bruce había sacado el único libro
que sacó en vida, Chinese Gung Fu. The
Philosophical Art of Self-Defense, donde mostraba una pequeña evolución del
Wing Chun y un primer vistazo a lo que terminaría siendo el JKD.
LONGSTREET
En 1971, Bruce volvía en Longstreet, con James Franciscus como un investigador de seguros ciego que conocerá
al experto en artes marciales Li Tsung cuando es atacado, siendo salvado por el
desconocido chino. Tras esto, Li enseñará a defenderse a Mike Longstreet,
ofreciendo dos facetas de Bruce, la filósofa y la marcial, interpretándose
realmente a él mismo. Es aquí donde aparece la famosa parábola del agua,
gracias a que el guionista de la serie, Stirling
Silliphant, era alumno de Bruce, y escribió el papel para él, aprovechando
las propias enseñanzas de su Sifu. Un salto sustancial, pero tenemos que
fijarnos en la edad de Bruce. En El
Avispón Verde tenía 26 años, mientras que aquí ya contaba con 31 y ya se
había establecido el nombre del Jeet
Kune Do. Los cinco años que habían pasado le habían hecho investigar y
experimentar marcialmente, y se nota en la composición de las secuencias
marciales, donde, como he dicho antes, Bruce se interpreta a sí mismo
explicando su no-arte. Vemos además el carisma mucho más acentuado que en el
serial del Avispón, llenando cada secuencia, y ejecutando de forma mucho más
contundente cada técnica. El tono de la serie, mucho más serio, fuerza también
esto, ¿o es la presencia de Bruce, con ese personaje escrito para su lucimiento
como Maestro, el que da el tono a la serie? Lo que es seguro es que entre Kato
y Li, hay una evolución evidente a la hora de afrontar las escenas de peleas,
sin olvidar sus comienzos, como cuando Bruce hace Chi Sao, Manos Pegajosas
con Longstreet.
EL SALTO AL CINE
En el mismo año en el que se
estrenaba Longstreet en la
televisión estadounidense, llegaba a los cines hongkoneses Karate a Muerte en Bangkok (1971) catapultando a Bruce como
estrella y batiendo todos los récords de taquilla. Al año siguiente aparecería Furia Oriental y El Furor del Dragón, terminado en 1973 con Operación Dragón. Una carrera meteórica y tristemente corta que
contiene la esencia del Jeet Kune Do en cada una de ellas. Bueno, exceptuando Karate a Muerte en Bangkok, donde,
aunque colabora en sus coreografías, es de Han
Ying-Chieh. En ella se adapta al estilo clásico pero violento, como si
buscase acercarse al cine de espadachines clásico. Bruce marca ya parte de su
estilo visual, encontrando esa personalidad cinematográfica diferenciadora,
pero usando la adaptabilidad del JKD en sus inicios en el cine de cara a su
siguiente película, ya en 1972. Furia
Oriental, mucho mejor rodada, ofrece a un Bruce muy él. Las técnicas que
utiliza su personaje, el mítico Chen Zhen, no son del estilo de Kung Fu del
personaje real, son las técnicas que Bruce escoge, con ayuda de Ha Ying-Chieh
de nuevo, y donde muestra su madurez marcial, el siguiente paso de conocerse a
sí mismo y saber sacarse partido. Esto muestra el momento en el que estaba
Bruce a nivel marcial, ya con su arte fundado como tal y uniendo así sus dos
pasiones, las artes marciales y el cine como vehículo comunicativo.
El Furor del Dragón (1972), muestra ya plenamente el control de
todo de Bruce, dirigiendo, guionizando, produciendo, protagonizando y
coreografiando, metiendo todos los conceptos del JKD que podía junto a su vis
cómica. Un vehículo de lucimiento total pero también de crecimiento personal, aprendiendo
a medida que rodaba. Al no ser de corte clásico, o lo más cercano que es Furia Oriental al transcurrir a
principios del siglo XX, Bruce está más relajado, y el tono ligero de ciertos
momentos permite ofrecer incluso momentos paródicos, como la pelea en el patio
trasero del restaurante, donde Bruce nombra las técnicas colocándose en poses
casi operísticas. Se nota por ello que en ese momento Bruce está centrado en el
cine, manteniendo ese nivel marcial que incluso nos trae movimientos muy
técnicos y ofrece el nivel del JKD en aquellos años. Más que nunca, se
interpreta a sí mismo, al menos respecto a los conocimientos marciales.
Recordemos el diálogo cuando llega al restaurante (por si acaso alguien queda
sin verla, recordemos que Bruce llega a Roma para ayudar a un restaurante chino
acosado por la mafia local), sobre el Karate y la eficacia del luchador, no del
arte. A continuación, estamos casi a punto de ver una demostración de cómo
patear siguiendo los preceptos del JKD, algo que veremos posteriormente. Bruce
no dudó en ofrecer junto a la trama una serie de master class marciales, todo bien metido en el guion, claro. Al
dirigir él mismo, evita coreografiar y rodar de forma clásica, exceptuando esos
zooms tan habituales en el cine
hongkonés de los 60 y 70. Pero volviendo a las propias peleas, tenemos la
primera en la que vemos a Bruce luchar, contra matones en el patio trasero del
restaurante. Bruce realiza una serie de técnicas básicas, nombrándolas, una
especie de demostración de la base concreta de su no-estilo. Bueno, no
exactamente, ya que Bruce aprendió algo de Tai Chi de su padre para pasar al
Wing Chun, y no es Wing Chun lo que vemos, pero sin duda es una forma de rendir
tributo a los estilos clásicos por parte de Bruce. ¿O sólo quería hacer una
secuencia algo divertida? Puede que lo que quisiese fuera hacer esos
movimientos casi arquetípicos en la representación de las artes marciales por
parte de los occidentales en aquella época, algo que Bruce vivió, por ejemplo,
cuando coreografió La Mansión de los
Siete Placeres (1969), con Dean Martin y Sharon Tate. Posteriormente
tenemos la segunda pelea en el patio o callejón, más seria, contundente, con
armas, aplicaciones más técnicas, pero menos clásicas, adaptándose a sus
enemigos. Al verse superado en número, saca no uno, sino dos nunchakus, ya con
afán de “marca” tras sacarlos en un episodio de El Avispón Verde y en Furia
Oriental. Un arma que se une indisociablemente a la figura del Pequeño
Dragón. Y qué decir del resto de combates, ya sea contra Robert Wall, Whang
In-Shik o el mismísimo Chuck Norris,
ese Combate del Siglo que mantiene su posición. En cómo se adapta Bruce al
estilo de Norris está el epicentro del JKD, una representación de la parábola
sobre el agua de Longstreet y
recuperada en la famosa Entrevista
Perdida. Bruce se mueve como el agua, y eso que la coreografía no iba a ser
así al final, pero de ese tema se ha escrito, incluido yo mismo, mucho. Bruce
estaba en el cénit de su estilo… ¿o no?
OPERACIÓN DRAGÓN
Este clásico, esta obra maestra
(no puedo evitar decirlo), merece un punto y aparte. Si en El Furor del Dragón Bruce mostraba la esencia de su arte, ¿podría
superarse? La respuesta es sí. Ya había explicado y demostrado su arte de una
forma algo encorsetada en sus dos primeras películas de artes marciales, y
co-producir con Estados Unidos era una oportunidad de mostrar al mundo el Kung
Fu, y no se iba a limitar a, egoístamente, hablar sólo del JKD. Por ello,
mezcló su estilo personal con lo que querían los norteamericanos, dando ciertas
notas filosóficas al principio para dar ese halo casi místico al Kung Fu, pero
demostrando sus palabras en las sucesivas secuencias de acción. La última
escena que rodó, fue la primera que vemos, el combate contra Sammo Hung, toda una forma magistral de
enseñar el Kung Fu de Bruce Lee, la estrella que la película lanzaba
internacionalmente, a pesar de estar en un marco tan manido como el Templo de Shaolin. La ropa, los guantes
y las técnicas nada tiene que ver con el Kung Fu clásico que había llegado a
occidente, con la Shaw Brothers a la
cabeza y alejándose de los tópicos occidentales respecto a las artes marciales
chinas.
Mientras que su JKD estaba en su
apogeo evolutivo, el físico de Bruce era el que había evolucionado. Con 1’71 cm
de altura (algunas fuentes hablan de 1’73) y unos 63 kilos, la musculatura
fibrosa del Pequeño Dragón se adaptaba a su búsqueda de la perfección marcial y
espiritual. Por ello Operación Dragón
es el culmen de Bruce, de su arte y del acondicionamiento físico para el mismo.
El entrenamiento ha formado parte de la vida de Bruce desde siempre, estudiando
al respecto en su aplicación para las artes marciales, por ello el cambio
físico en la que sería su última película (completa) es más que evidente, como
si fuese por ese nuevo capítulo que comenzaba con su estreno y lanzamiento en
occidente como la mayor estrella del cine marcial, hongkonés y chino. Pero ya
sabemos lo que pasó antes del estreno. El fallecimiento de Lee truncó su
carrera, entrando en la leyenda, aunque en 1978 tendríamos nueva película, rodada
antes que Operación Dragón, o mejor
dicho, unos minutos con el verdadero Bruce, suplantado por varios clones y con
un guion totalmente modificado.
JUEGO CON LA MUERTE. FINAL
En 1972 Bruce afrontaba su
siguiente película tras El Furor del
Dragón, de nuevo como director, guionista, productor, coreógrafo y
protagonista. Pero la oferta de la Warner Bros, como bien sabrás, le impidió
terminarla, por lo que tras su fallecimiento, tras cambiar el guion y buscar
dobles del Pequeño Dragón, se rodó Juego
con la Muerte. La historia original de Bruce era mucho más profunda que la
que nos trajo Robert Clouse, su
guionista y director, aprovechando el éxito de haber sido el director de Operación Dragón. Pero no voy a entrar
en ello, sólo es el contexto de las escenas que Bruce llegó a rodar. La adaptabilidad
aparecía de nuevo en las coreografías (recordemos que básicamente rodó unas
escenas de lucha sólo), siendo un escaparate mayor que en sus anteriores films
del JKD. El uso de la vara de bambú contra Inosanto, antes de sacar sus
nunchakus, respondía a la flexibilidad, y en general todas las peleas muestran
diferentes conceptos de su arte, al margen de los propios golpes. Hasta el mono
amarillo tiene su razón de existencia. Por desgracias no la terminó, dejándonos
con la miel en los labios de lo que podríamos haber visto, tanto en esa
película como en las que podría haber rodado después. Las peleas contra
diversos estilos, le obliga a adaptarse a cada contrincante, evitando usar un
estilo clásico muy marcado. En sus anteriores films, exceptuando su pelea
contra Norris o un par de combates de Furia
Oriental, son peleas de Kung Fu puro y duro, sin mostrar este aspecto tan
marcadamente e incluso en la pelea contra Kareem Abdul-Jabbar hace que gane la
pelea usando la cabeza, atacando a su punto débil, la luz. Es decir, que no
todas las peleas se ganan usando sólo los puños, sobre todo en la calle, y es
algo en lo que Bruce puso énfasis, en la aplicación real de las artes
marciales, sabiendo diferenciar el cine de la calle.
La evolución de Bruce Lee en las artes marciales es algo palpable en su cine, o al menos espero poder haberlo explicado bien. Desde sus comienzos en los sesenta en Estados Unidos y sus estudios filosóficos y marciales, su extrapolación en The Green Hornet o Longstreet, mostrando facetas de la cultura china en cada una de ellas. Bruce compartió con nosotros sus descubrimientos, sus investigaciones y sus experiencias, enriqueciendo así sus series y películas, y al final las vidas de tantos de nosotros, que seguimos estudiando cualquier cosa que salga de él. Bruce nos señaló la luna, ¿vas a mirar la luna y perderte toda la gloria celestial?
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