CRÍTICA - STREET FIGHTER, LA LEYENDA (2009)

 Tras la mala adaptación, pero de culto, de Van Damme en 1994, sólo las adaptaciones animadas del famoso videojuego Street Fighter II, han gozado de calidad. Pero en 2009 aparecía un intento de reboot de la franquicia al estilo superheroico de Marvel y DC, con la presentación de uno de los personajes, Chun-Li, de cara a la creación de una franquicia longeva con spin-offs y demás elementos que la convertirían en una saga. Pero todo esto acabó con esta primera película, un despropósito con ciertos elementos de calidad pero que estaba condenada al fracaso por la elección de casting, sobre todo. Y como hacía mucho que no la veía, aprovechando su emisión en televisión, me ha dado por verla y de paso escribir mis impresiones ahora, años después de su estreno. Y es que admito que, al margen de alguna secuencia aislada, no consigo que permanezca en mi memoria, así que, qué mejor que verla e ir escribiendo sobre lo que ofrece esta película, esperando llegar a una conclusión, de si fue merecido su fracaso o si, como primera instancia de la saga, podría habernos llevado hacia algo mejor…

El inicio es correcto, tópico, pero correcto, con la voz en off de Chun-Li hablando de su pasado, donde aprendió Kung Fu de su padre. Y claro, para establecer el drama personal, vemos la infancia de la protagonista, con el villano de la película, Bison (Neal McDonough) y su secuaz, Balrog (Michael Clarke Duncan) secuestrando al padre de la protagonista. Y ya empieza a darnos mala espina con estos actores, a pesar del poderío físico del fallecido Clarke Duncan. Pero bueno, tampoco es un drama que dos actores nada versados en artes marciales hagan esos papeles, y se entiende, ya que tendremos a más personajes luchadores por el metraje. Pero claro, la protagonista es…Kristin Kreuk, la Lana Lang de la serie Smallville, quien en su adolescencia practicó algo de artes marciales pero que, de nuevo, no se la puede considerar muy versada en ellas, al margen de no ser completamente china, pero bueno, en la película aparece como hija de un chino y de una occidental, así que lo pasaremos por alto.

 

Sigamos con Chun-Li ya de mayor, preocupada por su madre, muy enferma, pasando a ver de nuevo a Bison y su organización Shadoloo, reunido, estableciendo así el paralelismo entre las dos partes del conflicto originario de lo que vendrá a continuación. Vamos, que hemos visto a la buena muy buena y al malo muy malo, con la nueva aparición de un personaje del videojuego, Vega, el español interpretado por el cantante Taboo, que es de ascendencia mexicana y nativa americana, y, otra vez más, sin conocimientos de artes marciales. Suma y sigue, Chris Klein, interpretando a Nash, un policía que investiga a Bison junto a la detective Maya Sunee (Moon Bloodgood) Ya tenemos toda la trama iniciada y es más que evidente que todo confluirá para terminar colocando a Chun-Li en el centro de la acción, secundada por los personajes que se han ido presentando y algunos más que veremos.

La búsqueda del camino vital, tan habitual en el misticismo marcial, es lo que llevará a nuestra heorina a conocer al maestro, o Sifu, Gen, que interpreta Robin Shou. ¡Por fin un verdadero artista marcial! También tenemos la aparición especial de Cheng Pei-Pei, mítica heroína del cine clásico de Kung Fu, aunque sale bastante poco, pero con un personaje que pondrá a Chun-Li en el camino correcto. Vamos, un simple fan service para los amantes del cine marcial, aunque no tenga mucha continuidad. Así que Chun-Li viajará a Bangkok en busca del misterioso Gen, obligando a la experta en Kung Fu a vivir en las calles mientras tanto. El duro camino del héroe para encontrar al maestro, pero como se suele decir, cuando el alumno está preparado, aparece el Maestro, y mientras tanto, el sentimiento de justicia de Chun-Li se irá fortaleciendo al ver cómo se vive en las calles, aunque se vea poco y sea más bien la ramplona forma de explicar todo con voz en off para evitar complicarse y alargar el metraje más de lo necesario, y durando una hora y treinta y seis minutos, créditos incluidos, obligan a simplificar estos aspectos en favor de la acción, que en su primera mitad es esporádica para terminar de presentar a todos los personajes, pero que tendrá su nueva aparición, y la primera de Chun-Li, justo antes de encontrar a Gen.

Dion Lam es quien firma las coreografías, y se nota ese toque hongkonés, con un buen uso de cables, pero Kreuk no está a la altura y se la ve demasiado rígida, pensando en el arnés y los cables más que en las técnicas que usa. Por suerte después tenemos a Robin Shou, que repetía en un videojuego de artes marciales tras protagonizar las dos primeras entregas de Mortal Kombat. Y por fin el nivel marcial mejora ya que hasta ahora. Y con Gen comienza la relación entre Maestro y discípula, así como el avance de la trama principal que enfrentará a la luchadora contra Bison.

Tras el primer tercio, todo se acelera, tanto la trama policial, con Nash a la cabeza, como la personal de Chun-Li o la mafiosa de Bison que, a pesar de todo, termina siendo la típica de empresarios de multinacionales que expropian salvajemente barriadas completas para sus fines. Y como ves, quizás todo esto sea lo que desinfla un poco todo. De una organización terrorista mundial a unos especuladores de tierras, a pesar de tener planes más ambiciosos, restan potencia a los villanos y al aspecto marcial de la trama. También vemos cómo ha avanzado Chun-Li en su entrenamiento, parte importante en esta versión tan descafeinada del mencionado viaje del héroe. Lo dicho, una hora y media donde condensar como se puede conceptos mil veces vistos para una película de consumo rápido a la que le falta garra, y eso que su director, Andrzej Bartkowiak, el mismo de Romeo debe Morir o Herida Abierta, sea un artesano en el género, cumpliendo y poco más, y mostrando lo esperado en él, con música rap, discotecas, neones y una claridad en la puesta en escena con cierto toque videoclipero, como ese momento de seducción lésbica en la discoteca entre Kreuk y Josie Ho (Dream Home) previo a una pelea femenina en los baños no demasiado buena. De nuevo recalco la inexperiencia marcial, sobre todo de Ho, resultando poco técnica y basada en cables y movimientos cortos algo toscos en su ejecución. Esta coreografía, se extenderá hasta la discoteca, marcando el tono general de las secuencias de peleas, y presentando además uno de los movimientos marca de la casa de Chun-Li, el Spinning Bird Kick, poco espectacular e inspirado.

La historia seguirá metiendo elementos sobrenaturales para justificar las técnicas especiales de los personajes, con un buen ritmo, pero un desarrollo algo aburrido y poco épico. Las secuencias de acción se dejan ver, con un trabajo de Lam y del equipo de especialistas, con mucho cable para ayudar a proporcionar habilidades asombrosas a los personajes, como la pelea entre Chun-Li y Vega, corta, pero en general buena, con pocos momentos de contacto más hongkonés y un uso de cables en prácticamente cada golpe. No obstante, siempre que veo el trabajo coreográfico y de cables hongkones en producciones norteamericanas, no me terminan de funcionar, no las veo con esa fluidez en su cinematografía natal. Dan ese toque exótico del cine marcial de Hong Kong y chino a la película algo impostado. Pero se deja ver. El resto de la película nos ofrece el enfrentamiento entre Shou y Clark Duncan, con esa manía de enfrentar a artistas marciales con enormes moles, dejando fuera el disfrute puramente marcial, y más cuando la película adapta un videojuego como éste, por mucha precuela que sea. Un duelo que sigue desaprovechando a Robin Shou, incluso en su pequeño momento contra el mismísimo Bison, previo al clímax, o anticlímax… Chun-Li vs Bison, combate de nuevo con cables ayudando a los actores a aparentar que saben luchar, algún pequeño momento guiño a las técnicas originales de los personajes del videojuego, pero de nuevo nada inspirado. Sí, las coreografías no son malas, pero en general, no resultan demasiado relevantes dentro del trabajo de sus autores. Y el final apunta hacia la siguiente instancia de la saga que nunca llegó, con Ryu como protagonista.

Una vez vista de nuevo y a pesar de tener algunos nombres relevantes, la sensación sigue siendo de un fracaso que se veía venir. Una película que usa tramas mil veces vista con un reparto muy mal escogido y una dirección sin alma. Una conjunción de elementos que condenaron el intento de éxito. Y como he dicho antes, se deja ver, pero no funciona para nada. Quizás contar con un reparto televisivo ante todo y ese aspecto de serie B, a financiar con poco dinero un intento de sleeper a rebufo de las grandes sagas superheroicas y pegar el pelotazo, no haya dado sus frutos, y se entiende perfectamente viéndola con el tiempo, en perspectiva. No puedo terminar sin decir que no me hubiese extrañado que esa secuela con Ryu podría haber corregido los numerosos errores de ésta, pero eso es algo que dudo mucho que tenga alguna vez respuesta. Quizás ahora que Mortal Kombat ha tenido su reinicio, sea el momento de replantearse otro live-action fiel y con la calidad marcial que queremos.

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