CRÍTICA - EL PUÑO DEL CÓNDOR (2023)

 

Una de las películas más esperadas del año era este regreso del gran Marko Zaror a su Chile natal y su reencuentro con el director Ernesto Díaz Espinoza, tras Kiltro (2006), Mirageman (2007), Mandrill (2009) y Redeemer (2014) A pesar de no tener un presupuesto precisamente alto, la calidad de Zaror junto al resto del equipo técnico y artístico nos han traído una estupenda película con tintes filosóficos que une conceptos místicos asiáticos con los chilenos. Y aunque de momento no se ha estrenado en España, sí lo ha hecho tanto en la plataforma norteamericana Hi-Yah! (¿ara cuando su desembarco en España?) como en formatos físicos, DVD y BR, y al estar rodada en español, podemos disfrutar de ella.

Un guerrero viaja buscando un libro donde se detalla la técnica del Puño del Cóndor, mientras fuerzas oscuras intentarán impedirlo. Sí, sé que he sido escueto en esta sinopsis, pero no quiero destripar el argumento demasiado por algunos giros, aunque ocurran relativamente pronto. Tenemos una serie de conceptos puramente del cine de Kung Fu clásico, siendo, en definitiva, una carta de amor al género, pero sin descuidar la parte chilena. Tenemos un libro con técnicas míticas, un guardián del mismo, secuencias de entrenamientos excesivos, villanos y héroes.

La voz en off del propio Zaror nos guía por la historia, narrando el pasado y presente de su personaje, aportando conceptos filosóficos y de kinesiología con una narración pausada pero efectiva. La historia y la narración nos recuerda bastante a El Círculo de Hierro (1978), aquella película basada en un guion de Bruce Lee repleta de filosofía, mucho más en el guion original del Pequeño Dragón que en la versión con Jeff Cooper y David Carradine. Eso sí, las similitudes, junto al viaje del Guerrero protagonista y el tema del libro son los únicos puntos en común entre ambas películas, siendo una coincidencia, y puede que inspiración. Y he dicho viaje del Guerrero, aunque es evidente que es el Viaje del Héroe definido por Joseph Campbell, pero narrado de forma menos lineal que en otras ocasiones, con esos saltos al pasado que van definiendo la historia y a los personajes.

Por otro lado, las influencias del cine de Kung Fu clásico son más que evidentes. Ya he dicho que es una carta de amor a este tipo de cine. Tenemos a una maestra del Puño del Cóndor y un entrenamiento loco, tal como solemos ver en películas como El Mono Borracho en el Ojo del Tigre (1978) o Lás 36 Cámaras de Shaolin (1978), por citar sólo dos clásicos. Y un libro con las técnicas del estilo protagonista, es algo muy habitual en el cine hongkonés de artes marciales, e incluso lo hemos visto en la Bruceploitation. Estos elementos, junto a las estupendas coreografías (y a los actores que salen, que ahora hablaré de ellos), demuestran el conocimiento y el amor de Espinoza por el género, trasladando todo a la mentalidad y cultura chilenas para crear una obra única y muy especial. Incluso en la forma de rodar algunas de estas secuencias podemos ver ese toque tan hongkonés, con planos abiertos al estilo de Sammo Hung o Yuen Woo Ping, por citar sólo a dos.


José Manuel, Díaz Espinoza y Marko Zaror

Y aunque nos encante analizar y ver esta profundidad filosófica, que sin duda enriquece la experiencia de ver la película, las propias artes marciales son el plato fuerte. ¿Qué decir de Marko Zaror? Cada aparición suya en una película es brutal, no sólo por su presencia. Un grandísimo artista marcial que despliega toda su estupenda técnica, incluyendo acrobacias o ejercicios de fuerza a lo largo del metraje, tanto e combates como en las secuencias de entrenamiento. Las coreografías no son excesivamente largas, ni cortas, bien rodadas y editadas por el propio Espinoza, espectaculares y que además nos trae la presencia de otros estupendos artistas marciales, como José Manuel, siendo el primer combate que vemos en la película. El estilo de ambos se une en una maravillosa secuencia de lucha en la playa.

José Manuel y Marko Zaror

José Manuel (The Man from Kathmandu) es un actor marcial a tener en cuenta, una de las próximas estrellas del cine marcial con acento latino, y si has visto alguna de sus apariciones, sobre todo la estupenda The Man from Kathmandu, sabrás que es un artista marcial alucinante, y es que es necesario que los enfrentamientos contra el héroe estén a la altura. Hemos visto muchas buenas películas donde el protagonista es invencible, desplegando sus técnicas para nuestro deleite, pero sus adversarios son… masillas, por hacer una analogía entendible. Carne de cañón aniquilada por las patadas y puñetazos del héroe. Pero muchos de nosotros queremos que el héroe tenga rivales a su medida, y José Manuel es un claro ejemplo de ello. Por muy imparable que sea este Guerrero interpretado por Zaror, debe medirse con gente a su nivel, y así podemos alucinar con las complejas coreografías, rápidas y con un ritmo endiablado, ejecutadas con maestría por todos los que pelean en el film.

Eyal Meyer

Además de José Manuel, tengo que destacar tres personajes en especial, en este campo de la lucha. Eyal Meyer interpreta a Kalari, del bando de los villanos, por decir así. Este actor tiene otros momentos espectaculares, añadiendo el Kalaripayat a la película, arte que ha estudiado desde 2006 en la mismísima India, concretamente en el Hindustan Kalari Sangam y en el Kalarigram, y fundador del primer centro de este arte marcial indio en Chile. Por otro lado, la pelea en el bosque me dejó bastante impresionado también. De nuevo una secuencia corta, pero con una velocidad y ritmo, y una ejecución de nuevo sumamente espectacular. Una secuencia que va como un tiro en el momento justo, con Francisco Castro como oponente, un especialista un actor que ya ha trabajado anteriormente con Zaror en sus anteriores producciones chilenas.

Marko Zaror y Francisco Castro

El último nombre a destacar es una leyenda de las artes marciales coreanas establecidas en Chile, el Maestro Man Soo Yoon, quien viajó desde su Corea natal hasta Chile hace más de 30 años, siendo el representante de la Korea Hapkido Federation para Sudamérica y noveno dan tanto de Hapkido como de Kyeok Too Ki, artes marciales usadas también para fuerzas policiales y militares. Tiene un pequeño papel como maestro, donde además habla su coreano natal. Una forma de rendir tributo además a auténticos maestros de artes marciales en su patria natal, estableciendo así un nuevo lazo en la propia película con el cine de Kung Fu chino. Y eso sin olvidar el tema de rivalidad entre escuelas, tema más que habitual en el cine de Hong Kong clásico de los sesenta, setenta e incluso ochenta… Bueno, se sigue usando hasta en pleno siglo XXI, que siempre es un tema agradecido al regalarnos muchas secuencias de lucha.

Man Soo Yoo en sus primeros años en Chile
Todo esto conforma El Puño del Cóndor, una serie de homenajes, de búsqueda de identidad cultural, pero sin dejar de tener en la mira el puro cine marcial, el más clásico, el de Hong Kong, un puente entre conceptos en apariencia lejanos, como los chilenos y los chinos, que consiguen entretejer una historia mística y espectacular, que abre además la puerta a una secuela, o trilogía, o por mí, de todas las entregas que quieran, ya sean largometrajes, serie o lo que quieran. El mejor cine marcial, consciente de su presupuesto, seguros en lo que cuentan y en cómo lo cuentan, mostrando así el cuidado que se ha tenido para ofrecer algo de calidad y que no fuese sencillamente un despliegue marcial visual. La historia es profunda, una búsqueda de la verdad, de autodescubrimiento, de autoexámenes, conflictos entre hermanos, y muchas cosas más, con matices que se van mostrando a lo largo de los momentos de calma para desarrollar todo de forma correcta.

Añadir además ciertos elementos algo exagerados, como golpes de Zaror que mandan a sus oponentes a varios metros de distancia, un buen trabajo del equipò de especialistas y de cables, que se unen al resto de secuencias marciales, bastante diferentes entre sí, y que ofrecen un amplio abanico de estupendas escenas de artes marciales, dignas de repasar varias veces más para ver esos detalles técnicos que a veces no percibimos en un primer visionado. Deseando estoy de que funcione y tengamos la secuela dentro de poco.

NOTA: 7’5

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