CRÍTICA - LOST PHOENIX (2024)

Hoy volvemos en el blog a traer una película de acción independiente, el debut en el largometraje de James Couche, quien tiene detrás varios cortometrajes, tanto como director como actor y editor (Art of Violence; Video Sniper; Attack the Dojo!!) e incluso una webserie, Mario Warfare, donde sólo trabaja como actor. Dos años de rodaje, de octubre de 2020 a octubre de 2022 y que se ha visto recompensado con el estreno en Estados Unidos el pasado 10 de enero de mano de Indie Rights, tras haberla producido el propio Couche a través de su compañía Gunsavior Pictures, que nacía en 2005 para producir cine de género. Un hombre despierta con amnesia y es perseguido sin saber por qué. Tras escapar y esconderse un tiempo, su pasado volverá a él para matarle, aunque no sepa el motivo. Un thriller de acción con regusto noventero que convierte a Couche en alguien a tener muy en cuenta y a quien seguir en sus próximas producciones.

Su sinopsis oficial: Un misterioso amnésico despierta de un coma en 2020 y se encuentra en un mundo sumido en el caos. En una búsqueda desesperada por su verdadera identidad, se topa con una conspiración que puede costarle la vida. Tendrá que huir de un grupo de extremistas fuertemente armados y de una misteriosa mujer fatal con un rifle de francotirador. Todos quieren vengarse del hombre que una vez fue... un hombre que no puede recordar. La idea le surgió al director y guionista en el verano de 2020, pensando en qué pasaría si alguien se despertase en medio de la pandemia, sin saber cómo se ha llegado a ese punto, y encima, sin recuerdos de uno mismo.


Sin duda, es un tema bastante interesante, dado el cambio social que supuso la irrupción del Covid-19. Un buen uso de un suceso histórico convertido en un thriller de acción donde Couche demuestra su amor por el cine noventero de acción y artes marciales pero sin descuidar la propia historia y los personajes. Sin duda su protagonista, Wan Dral, es quien lleva el peso de la historia, acompañando a su personaje mientras descubre la verdad de todo esto, apoyándose en Eliza Kelley, que interpreta a Layla, la francotiradora que también le persigue. Su relación a lo largo del metraje consigue dibujar a los propios personajes, evitando que sean planos, lo cual se agradece. Esto marca una buena dirección para el género, ofreciendo escenas de acción balística y marcial cuidadas y bien rodadas y montadas, junto a personajes tridimensionales y una historia digamos dramática detrás. Las dudas de la propia identidad, con el riesgo de conocer algo que no te gustaría de ti mismo, o las motivaciones de Layla, enriquecen la película, sin desmerecer, como digo, las escenas de acción.



El propio director se ha encargado de coreografiar las peleas. James Couche ha estudiado Taekwondo, Wing Chun y Kickboxing, y nos trae unas buenas secuencias de artes marciales. Dral, el protagonista, tiene conocimientos básicos de Karate, lo que le ha favorecido a la hora de realizar las coreografías. Couche ha tenido la ayuda de su equipo habitual en los cortometrajes, como David Norton, todo un experto en Aikido, Iaido y Karate. Tenemos acción balística y marcial, incluyendo combate de katanas. Se nota ese estilo noventero, concretamente de gente como Sheldon Lettich, siendo el propio director un declarado fan suyo. A pesar de tener una historia cercana al mundo de espías, descubriendo poco a poco cosas del pasado del protagonista, Couche despliega su buen hacer en estas escenas de acción, donde deja clara su pasión por cineastas como John Woo y de Hong Kong, si bien el estilo visual es puramente noventero occidental.



Debemos tener en cuenta su rodaje en dos años, sin demasiado tiempo para poder ensayar más allá de 3 sesiones. Si a esto le unimos el tiempo de rodaje limitado, hubo ocasiones, como me ha dicho el propio director, que tuvieron que hacer algunas peleas de cero en el propio set antes de grabar. Una muestra de lo complicado que es rodar en muchas ocasiones cuando se tiene un presupuesto muy ajustado y tantas limitaciones, que no ganas ya que el resultado final es más que satisfactorio. Se agradecen películas independientes así, de gente que lucha por sus proyectos. Concretamente a Couche le veo mucha madera para ser un nombre a tener en cuenta para un futuro no muy  lejano.

NOTA: 6

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