Estamos ya a mitad de este 2024 y
hemos tenido un buen puñado de películas de acción y marciales que me han
gustado, pero después de haber visto Life After Fighting, no puedo
evitar decir que es una de las mejores películas de artes marciales del año,
sino la mejor, al menos en Occidente. Espero para confirmar si es la mejor del
año en general a ver Twilight of the Warriors: Walled In, pero lo que
nos ha traído el australiano Bren Foster es oro puro. A pesar de su gran
calidad técnica y velocidad, Foster no se ha prodigado demasiado en el cine de
género, consiguiendo destacar en Ejecución Extrema, junto a Steven
Seagal o en Deep Blue Sea 3 (2020), pero no ha sido hasta que ha cogido
por completo las riendas de su carrera escribiendo, dirigiendo, protagonizando,
coreografiando las peleas y como director de acción y diseñador de toda ella,
además de producir, esta película con un título que parece apuntar al drama,
que lo tiene, pero también es una película de artes marciales, un thriller
y una historia algo cruda, todo ello magníficamente equilibrado.
Alex (Foster) es un antiguo campeón y maestro de artes marciales que tendrá que lidiar con el secuestro de dos de sus pequeñas alumnas a la vez que conoce a Samantha (Cassie Howarth), divorciada del violento Victor (Luke Ford) y padres de Terry, nuevo alumno de Alex. El título y esta sinopsis pueden hacernos pensar que estamos ante una película de acción más al uso o incluso una especie de drama con toques de thriller, pero como ya he dicho, es todo eso bien mezclado y muchas artes marciales. Y cuando digo muchas, es muchas, pero que muchas, muchas. Pero ahora llegaremos a eso.
Lo principal, viendo que Foster ha sido el creador y promotor de este proyecto, y sabiendo que ha estudiado bastante interpretación, teniendo más títulos ajenos al género marcial y de acción que de esos mismos, está claro que, viendo el guion, ha querido hacer una buena película en todos los sentidos, donde pueda interpretar además de patear cabezas. Para ello es necesario crear unos personajes que no sean planos, con un trasfondo, incluyendo las artes marciales a la historia para justificar que luche como lucha el protagonista, y buscar una trama principal sólida que también justifique el espectáculo marcial. Y todo esto lo tenemos en el guion del propio Foster.
La película está claramente
dividida en los tres habituales actos. Un primero donde nos presentan a los
personajes y se establecen las relaciones entre personajes, un segundo acto
donde aparece la verdadera trama principal, mezclando el drama el ese toque de thriller
en el que he insistido, representado en la búsqueda de las niñas desaparecidas.
Puede que cuando se descubra quien y porqué ha secuestrado a las niñas, nos lo
viésemos venir, pero igualmente funciona dentro de la dinámica de la historia,
ayudando a hilar el resto de subtramas.
En el mencionado primer acto conocemos a Alex, su gimnasio, lo que enseña, algo de su pasado y al resto de personajes, como la secretaria del gimnasio, que resultará ser la madre de una de las niñas secuestradas, o la propia Samantha y su vida familiar. El triángulo, digamos, amoroso entre Alex, Samantha y Victor nos trae parte del drama de la película, incluyendo demostraciones marciales del protagonista. De igual forma tenemos otra subtrama con un luchador profesional que quiere luchar contra Alex sí o sí, ya que le considera el mejor. Aquí nos describen brevemente el pasado como luchador de Alex, lo que ocurrió para que se retirase a dar clases fuera de la competición, vamos, el motivo del título de la película, su vida después de luchar. Pero seguirá luchando, fuera de un ring, tatami o jaula, por otros motivos ajenos a ganar un título o una bolsa de dinero. Una lucha mucho más cruda y vital.
Las puntuales secuencias de lucha
nos van recordando ante qué película estamos, pero llegamos a un momento en el
que la trama principal del tráfico de niñas nos lleva por otros derroteros más
criminales, algo necesario para llegar a la recta final, una explosión de artes
marciales y violencia cinematográfica gloriosa. Recordemos que la película dura
dos horas, por lo que hay tiempo de ir desarrollando todo de la forma correcta,
viendo además cómo afecta todo a los protagonistas, Alex y Samantha, entrando
poco a poco en una espiral oscura que muestra lo peor del ser humano. No
obstante, no voy a revelar nada esencial para la película, sin spoilers,
claro, así que una vez visto todos estos elementos bien mezclados, toca
centrarnos en ese último acto que es sumamente brillante.
Acción sin parar durante alrededor de cuarenta minutos, con escasas pero necesarias pausas. Y llego a un punto en el que tengo que hablar de cómo integrar secuencias de lucha en películas. Está claro que nos encantan las películas de artes marciales, con ese guion excusa para las secuencias de lucha, pero si el guion es bueno, mejor aún. No obstante, hablando con el gran coreógrafo y director de acción Brett Chan sobre eso, me comentó que las secuencias de acción deberían ayudar a avanzar la historia, que dirijan todo hacia algún sitio y no se queden en meras secuencias de relleno, por mucho que las disfrutemos. Y estoy totalmente de acuerdo. Hemos visto en ocasiones que las secuencias de lucha de determinadas películas sirven para ver la evolución del luchador protagonista, como, sin ir más lejos, en el díptico de Jackie Chan y Yuen Woo Ping, El Mono Borracho en el Ojo del Tigre (1978) y La Serpiente a la Sombra del Águila (1978), la historia no tiene mucho más que ver cómo aprende el protagonista a luchar para vengarse de humillaciones, pero las peleas te muestran precisamente eso, haciendo avanzar la historia. Y Bren también ha conseguido esto.
Como ya he dicho, Foster es el
director de acción y el coreógrafo de lucha, diseñando las escenas de lucha
acorde al tono de la historia. A pesar de tener absolutamente todas las
secuencias de lucha una calidad indudable, va in crescendo durante el
metraje. Las primeras peleas no nos muestran al protagonista a todo gas,
incluso los impactos de los golpes, pero a medida que la trama se agrava, se va
encrudeciendo. Como he dicho, Alex, el protagonista, es un ex-luchador, y tiene
peleas en su Dojang (bueno, dejémoslo en gimnasio ya que enseña Taekwondo, MMA,
Jiu-Jitsu…) delante de sus alumnos, o para defender a alguien en la calle e
incluso contra un luchador que quiere ganarle aunque sea fuera de competición,
por lo que la intensidad de las peleas es menor. Pero cuando su vida y la de la
gente de su alrededor está en peligro, debe volverse más violento y expeditivo,
y es cuando las coreografías se ponen más serias. La espiral de violencia en la
que entra le obliga a usar técnicas acordes a la agresión, y son increíbles. La
forma física de Foster y el trabajo de sus especialistas se combinan de forma
sublime en alrededor de 40 minutos de acción marcial sin parar, con escasas
pausas, aunque necesarias.
Si a esto le unimos la excelente
dirección de acción, donde Foster saber poner la cámara y cómo moverla, creando
un dinamismo y una cinética marcial que hace demasiado que no vemos en el
género. Y esta cinética se muestra en toda su plenitud al mezclar técnicas de
Taekwondo, Hapkido, MMA, grappling… Pasar de un tipo de técnicas a otra
de la forma en la que Foster pasa visualmente es magistral, así como ese
aumento de técnicas violentas y mortales, deudora a veces del cine indonesio,
diferenciándolas del cine marcial occidental más convencional. La verdad es que
podría seguir hablando de la calidad técnica de las coreografías, de esa
intensidad brutal que tiene, del equipo de especialistas que son golpeados,
proyectados, lanzados contra cristaleras o contra paredes, pero creo que queda
claro que estas coreografías están a un nivel que hace años que no veíamos. Por
eso va siendo hora de terminar esta crítica y rezar para que se estrene en
España la mejor película de artes marciales del año, al menos occidental, e
incluso podría decir que de los últimos cinco años. Foster ha sorprendido con
una película muy personal y extremadamente buena en todos los sentidos. Sin
duda, el cine marcial occidental necesitaba una película como ésta, con un
estupendo guion, buenos personajes y sobre todo maravillosamente coreografiada
y rodada. Aún queda esperanza para el género y esa esperanza se llama Bren
Foster.
Hola Iván!!!! ciertamente Bren Foster ha conseguido una película "redonda" en todos los aspectos.En "Ejecución extrema" destacó por encima de todos y ,evidentemente,su gran calidad marcial le augura un éxito extraordinario;ya que ha demostrado con creces saber llevar un proyecto muy personal como es esta película. Muy contento por su éxito (se lo merece)muchos años trabajando duro,tanto marcialmente como en el mundo de la interpretación.
Comentarios
Muy contento por su éxito (se lo merece)muchos años trabajando duro,tanto marcialmente como en el mundo de la interpretación.
Saludos!!!!