El pasado 27 de noviembre de
2024, Bruce Lee hubiese cumplido 84 años, y como es tradición en este
modesto blog, toca recordar al Pequeño Dragon y celebrar esta efeméride, aunque
sea un poco tarde. Y como también es tradición casi todos los años, me siento a
escribir sobre Bruce siendo totalmente consciente de la cantidad ingente de
kilómetros de hojas que han hablado de una leyenda como es Bruce, y admito que
cuando el mismo 27 de noviembre empecé a pensar sobre qué escribir, no lo tenía
muy claro. En algunas ocasiones he escrito impresiones muy personales, otras
veces he aprovechado para escribir críticas de sus películas, que aunque haya
hablado sobre ellas multitud de veces, no había escrito críticas para el blog.
Dio la casualidad de que había conseguido el documental The Final Game of
Death (James Flower. 2023), uno de los extras del fabuloso pack editado por
Arrow Films, así que me puse a verlo y mientras avanzaba, empezaron a
llegar ideas a mi cabeza…
Primero, tengo que destacar el mencionado documental, que comienza contando lo que ya sabemos sobre Bruce y Juego con la Muerte, el proyecto original del Pequeño Dragón. Quince minutos que resumen el guion, pero posteriormente comienzan a narrar los días de grabación, tanto de los veinte minutos que siempre hemos conocido, como las escenas nuevas con otros actores, que se van mostrando en crudo, es decir, con las diferentes tomas de cada plano y diversas curiosidades del rodaje, en parte información nueva, detalles que muestran la riqueza de conceptos y lo personal que era la película que tenía en la cabeza Bruce Lee. Detalles como la tonadilla que Dan Inosanto “interpreta” con sus bastones y que Bruce repite con su vara de bambú. Según se dice en el documental, era la contraseña que usaban Bruce y Dan en su escuela de Gung Fu. Esto demuestra que no había nada aleatorio en lo que pudo rodar, como las artes marciales que se iban a usar en cada nivel de la pagoda o el motivo del mono amarillo.
No obstante, tampoco es que haya descubierto la rueda con esto. Sabemos que Bruce, desde que fundó Concord Production Inc. junto a Raymond Chow y se puso al frente de su propia carrera, con El Furor del Dragón (1972) como primera película, quería hacer proyectos mucho más personales donde mostrar sus ideas, sobre todo su Jeet Kune Do. El combate contra Chuck Norris, el Combate del Siglo (le pese a quien le pese), estaba planeado de otra forma, mostrando mucho más la adaptación de Tang Lung a las técnicas y estilo de Colt y aunque al final tuvo que resumirlo, sigue siendo un estupendo ejemplo del JKD. El nivel marcial de Bruce iba en aumento a pasos agigantados, y lo que practicaba entre mayo y junio de 1972 durante el rodaje de El Furor del Dragon había evolucionado en 1972, durante el rodaje de Juego con la Muerte, entre julio y septiembre, así como la propia técnica cinematográfica de Bruce, estudioso y perfeccionista que le llevó a leer libros sobre cine.
Dicho esto, tengo que puntualizar
una cosa. Bruce siempre se consideró primero artista marcial y después actor,
pero de una forma natural y orgánica, terminaría demostrando que el cine se
había convertido en una prioridad de Bruce, pero como instrumento para mostrar
tanto la cultura china como su propio arte. De esta forma afrontó El Furor
del Dragón como protagonista, coreógrafo y productor, pero también como
guionista y director. Recordemos que sacó su vis cómica en la misma, pero en Juego
con la Muerte (siempre hablando de su proyecto, no de la muestra de Bruceploitation
en la que convertirían Chow y Robert Clouse su propia versión) iba más allá y
prescindía del humor, siendo mucho más una película pura de artes marciales que
El Furor del Dragón.
Este cambio dejaba claro que la visión que tenía del propio cine había cambiado, había evolucionado y, como he dicho más arriba, iba complementando con conceptos y detalles muy personales, convirtiéndose en mucho más que un artista y actor marcial. Bruce se estaba convirtiendo en un autor que iba a revolucionar el propio género. Podría haberse limitado a cobrar cantidades ingentes de dinero como superestrella, algo que siempre dijo que sería, como aquella comparación que hacía con su alumno Steve McQueen cuando el mismo le regaló una foto a Bruce dedicada donde decía que el que había sido su maestro y amigo era un gran fan suyo. ¡Seré más grande que Steve McQueen! Esto se queda obsoleto para muchos de nosotros, ya que a pesar de ser McQueen una gran estrella, indiscutible, Bruce supo redirigir sus esfuerzos hacia la dirección, además del resto de apartados del cine, apartándose de ese concepto de superestrella.
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Steve McQueen y Bruce Lee |
Me parece algo a tener en cuenta
y de lo que se ha hablado poco. Hace unos días, participé en dos podcast (aquí
os dejo los enlaces de los dos programas, el primero sobre Brandon y su
filmografía, y un segundo dedicado a El Cuervo)
sobre su hijo Brandon, y como el propio Vástago del Dragón decía, él, al
contrario que su padre, se consideraba primero actor y luego artista marcial, y
aunque de primeras intentó despegarse de la sombra de su padre, terminaría por
abrazar el cine de acción y artes marciales como trampolín para ser actor, y
por eso hizo El Cuervo (Alex Proyas. 1994), alejándose de las artes
marciales. Y me resulta sumamente curioso cómo ambos, padre e hijo, terminarían
fusionando las dos cosas de cara a esa mencionada evolución con fines
diferentes, pero que dejaban claro que los dos querían ser autores. Bruce como
autor de un cine marcial diferente y con trasfondo, y Brandon, con sus
coreografías de Rapid Fire (Dwight H. Little. 1992) y su personaje en El
Cuervo, como un actor más completo incluyendo el cine de artes marciales.
Ya comentamos las coreografías de Brandon en Rapid Fire, con muchos
detalles que la diferencian de películas de acción y artes marciales occidental
de la época.
Pero volvamos a Bruce antes de acabar. Lo que quiero decir con todo esto es que Bruce, si no hubiese fallecido tristemente en 1973, habría marcado mucho el rumbo del cine de artes marciales no sólo en Hong Kong (algo que ya consiguió desde su primera película de género, Karate a Muerte en Bangkok), sino a nivel mundial. Su evolución marcial iba de la mano del cine, convirtiéndose en un escaparate visual y filosófico de él mismo y de su Jeet Kune Do. Estoy plenamente convencido de que hubiese alternado películas más comerciales con esos proyectos personales que iban, como él mismo, adelantados a su tiempo, enriqueciendo el cine de este género que amamos, hasta niveles insospechados. Si en los 32 años que vivió, o mejor dicho, en los 14 años que estuvo enseñando artes marciales, o desde 1965 que comenzaba a nacer su Jeet Kune Do, e incluso desde 1967 que bautizó a su no-arte, o en los 3 años donde se volcó en el cine, consiguió influir a tantos artistas marciales, actores y personas, ¿qué habría logrado si hubiese seguido vivo?
Como se suele decir, el límite es el cielo, pero por desgracia nunca podremos saber realmente lo que hubiese conseguido, pero una cosa está clara. Hubiese influido a la propia sociedad mucho más de lo que ya hizo, y mira que consiguió influirnos que, 51 años después de fallecer, seguimos teniendo que dar gracias por todo lo bueno que nos ha aportado. Y termino incluyendo esos elementos negativos como el consumo de drogas, su prepotencia y los temas sentimentales, vamos, los cuernos que puso a Linda. Incluso eso tiene que ser usado como una enseñanza de su humanidad y de la capacidad que tenemos para equivocarnos y corregir. Por todo esto, gracias, Bruce, y muchas felicidades por estos 84 años que hubieses cumplido.
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