Ochenta y cinco años ya.
Cincuenta y dos desde que murió, y el Pequeño Dragón está más vivo que nunca. Numerosas
actividades siguen realizándose por todo el mundo en honor de Bruce, con
exposiciones, proyecciones, conferencias, libros y eventos, por no hablar del
trabajo de su propia hija, Shannon, a través de la compañía que explota la
imagen y mantiene el legado de su padre. Cómo pasa el tiempo. ¿Cuál es tu
primer recuerdo de Bruce Lee? ¿Ver en VHS sus películas en años ochenta?
¿Quizás lo descubriste en el cine en los setenta? O puede que haya sido a
principios de este siglo XXI. Tampoco me extrañaría que gente incluso más joven
le haya descubierto y conocido en esta década. Un icono cultural inmortal de
este calibre es lo que tiene. Incluso hay detractores y haters que crean
un debate, aunque no aporte realmente nada a quienes estudiamos su figura, que
mantiene su nombre en redes sociales, en grupos de Facebook y demás. Como dijo
Dalí, que hablen de mí aunque sea mal. Es la otra cara de esa forma de
mantener su presencia viva.
No podía faltar a esta cita anual celebrando, o recordando, el nacimiento de Bruce Lee. Respondiendo a las preguntas que te he hecho al principio, mi primer recuerdo de Bruce Lee es en televisión, en VHS. Ya lo he contado en alguna ocasión. Era mi padre quien alquilaba todas esas “películas de chinos”, quien llevaba revistas Dojo en la bandeja posterior del Seat 124 amarillo pollito, comidas por el sol. Y yo, leía y releía durante toda mi infancia en esos principios de los años ochenta. Películas de Bruce Lee, de Jackie Chan, cualquiera de Kung Fu, de ninjas, de acción. Y la trilogía de La Guerra de las Galaxias. Alquiladas una y mil veces y dejando una huella en mí sin saberlo. Algo que me ha definido el resto de la vida, que me ha acompañado desde que tengo memoria. En 1985 o 1986 entró el vídeo a mi casa, y aunque las dos primeras películas que se alquilaron no eran de artes marciales, la primera cinta de VHS que tuve fue una copia pirata que un vecino nos hizo de El Guerrero Americano.
También recuerdo jugar con mi
hermano a las pelis, incluyendo El Furor del Dragón, pero como yo era el
pequeño, me tocaba hacer de Chuck Norris, otro momento, o suceso, que también
haría mella en mí, por esa afinidad con Chuck. Sí, soy muy pero que muy fan
suyo de siempre, aunque Bruce siempre le haya ganado, claro está. Y si menciono
a Norris, no dejo de pensar también en que él comenzaría su estrellato con
Bruce, y que hace unos días subía a sus redes sociales una foto suya, con sus
también 85 años. Otra persona que al final también está donde está por
aparecerse Bruce Lee en su vida. Un campeón y una estrella como Chuck Norris,
tú, probablemente, querido lector, y yo mismo, tres personas diferentes en
todo, pero con esa unión que tenemos en nuestras vidas que es que Bruce llegase
de una forma u otra para marcarnos e influirnos de diferentes formas. Eso es
parte de su legado.
Entre todos nosotros mantenemos vivo ese legado, coleccionando, escribiendo, hablando, leyendo, viendo y volviendo a comentar. Sobre todo vivo para nosotros, para cada uno de nosotros, los que conformamos la Comunidad de Bruce Lee a nivel mundial. Una comunidad que no busca idealizar a Bruce, ni nada concreto. Fans hablando con fans, intercambiando fotos, conocimientos, recomendando documentales, libros o cualquier otra cosa relacionada con el Pequeño Dragón. Está claro que también, en esta comunidad, existen los eruditos, los sabios, los investigadores, los divulgadores, los expertos. Todas aquellas personas que apasionadamente consiguen y comparten conocimientos en sus artículos, libros, ponencias y demás. Su trabajo también mantiene a Bruce vivo para todos nosotros, deseosos de más material de Bruce, sobre todo los coleccionistas. Un nuevo libro, fotos inéditas, información nueva, figuras y cualquier objeto de merchadising suyo genera expectación. Sí, el merchandising es dinero, y hay gente que piensa que esto va en detrimento de la imagen de Bruce, criticando, por ejemplo, como ya he dicho en alguna ocasión, a Shannon por la comercialización de todo tipo de cosas con la imagen o nombre de su padre. No voy a entrar en ello, pero, como también he dicho en alguna ocasión pasada, qué mejor que su hija para explotar comercialmente a Bruce. Sí, hay cosas que no me gustan, pero bueno, otras que sí y por muy fan que sea, no me quita el sueño quién se lucre con la imagen de Bruce.
No obstante, tengo que decir, cambiando algo de tema, pero a colación, que su imagen siempre me ha perseguido, y más últimamente. Recuerdo haber visto en una tienda de frutos secos en los noventa un blíster con dos muñecos, Bruce Lee y Chuck Norris. No lo compré y cuando fui unos días después, ya no estaban, y siempre me he arrepentido de no haberlos comprado. Pero bueno, qué se le va a hacer. Compraba la revista Dojo, y ya sabemos que Bruce salía mucho. Posteriormente fui comprando números de su hermana, la revista Bruce Lee que dirigía Pedro Conde. Y más revistas donde saliese Bruce. Sus VHS, postales, me hacía alguna camiseta o sudadera, pósters y ya empezaron a aparecer figuras y demás artículos que han ido aumentando mi colección privada. Modesta, eso así. Y claro, te das cuenta que Bruce siempre ha estado “persiguiéndome”.
Está claro que cuando te metes en
determinados círculos, como el de Bruce Lee, va a estar siempre presente, pero
lo curioso es que aparezca en otras ocasiones ajenas a esos círculos. Un
ejemplo. Hace ya unos años. En 2018 salía el libro Bruce Lee. Una vida,
de Matthew Polly. Recuerdo estar en Cartagena, y salir a dar una vuelta,
acercándome a una tienda de cómics que me pillaba cerca. En su escaparate
estaba ese libro, y dije, anda, y entré a preguntar el precio. Nada más abrir
la puerta, escucho una música conocida de hilo musical. Resulta que era el tema
instrumental estilo jazz de Marcus Miller, titulado Bruce Lee.
Una canción que descubrí hace bastante tiempo (es de 2005), que me gusta mucho
y que no sé si mucha gente conoce. No deja de ser una curiosa coincidencia. Pero
recientemente esto parece multiplicarse.
Este año he tenido que jubilar mis zapatillas amarillas de Onitsuka, las de Bruce en Juego con la Muerte. Demasiada tralla. Y no he podido, de momento, comprarme unas nuevas. Pues bien, llevo desde verano cruzándome con mucha gente en el tren o metro que las llevan. Muchas chicas, curiosamente, pero también chicos. Por otro lado, llevo años soñando con ir a Hong Kong, y a veces parece que ese día se acerca. Puede que el año que viene pueda costearme este viaje, o eso intento haciendo números todos los meses para hacer realidad este sueño. No sé si será posible, o será para 2027, pero bueno, la cosa es que tengo un ojo mirando hacia ello. El caso es que veo muchos reels de Hong Kong, de la ciudad, y claro, el algoritmo, si empiezas a darle me gusta, se queda con la copla y empiezan a aparecer más y más. Y aquí tenemos otra casualidad. La de veces que he visto a Bruce en esos vídeos, en tiendas de la ciudad, algunas vintage, al margen de la escultura en la Avenida de las Estrellas en el puerto, en Tsim Sha Tsui. Aparece de nuevo merchandising. Sí, puede que entre ver vídeos de Bruce y de Hong Kong, el algoritmo haga sus cuentas, pero también es un signo de ese legado vivo en la propia ciudad de Hong Kong. Recordemos que hace unos años se pintaron algunos autobuses en la propia Hong Kong con imágenes de Bruce. Está claro que su figura sigue siendo muy representativa de Hong Kong. ¿Cuántas veces he dicho ya Hong Kong? Es que tengo unas ganas de ir…
Cambiemos de tema, que llegará
ese momento cuando tenga que llegar. Y que yo quiera ir a esta isla, siguiendo
entre otras cosas las huellas de Bruce Lee y del cine de Kung Fu que surgió
antes que él pero que encumbró internacionalmente, por lo que tras marcarme en
mi pasado, se mantiene en el presente y en mi futuro. No dirige mi vida, pero
sí me da esa satisfacción personal, ese momento que te llena tanto, incluso
puede ser un objetivo, pero en busca de eso, de algo que te llene por completo
en la vida, alejándote de la monotonía del trabajo, de las obligaciones. Ese
momento de esparcimiento tan necesario que has ido ocupando antes de escapadas
puntuales más cerca, en tu propio país o a alguno más cercano, como cuando fui
a Londres pocos días. ¡Ah! Pensaba ir terminando y tras escribir esto, me he
acordado de otra anécdota. En Notting Hill, entramos a una tienda vintage
con ositos y cosas así, y al subir a la planta de arriba, no es que hubiera
algo de Bruce, como me dijo Nuria. Es que había toda una vitrina con cosas de
Bruce. Y es que la dependienta (que no la dueña), me dijo que ella era fan de
Bruce y practicaba Jeet Kune Do, y por eso había conseguido llevar cosas
a la tienda. Sí, me compre varias cosas, un muñeco de Bruce, un par de imanes en
vinilo con pósters de Operación Dragón y Furia Oriental, y tres
llaveros, uno de Kato, otro de Han, el villano de Operación Dragón y otro
con una foto de Bruce con los nunchakus en El Furor del Dragón.
Mis compras en Notting Hill
Y ahora sí voy terminando, que a veces, me pongo a divagar y no paro… ¡La culpa es de Bruce! Bueno, el motivo, que no le culpo, al contrario, me alegro, ya que miro atrás, a mi alrededor y aparece Bruce, puede que menos veces de las que me parecen, pero es un eterno recordatorio de su legado, de su fuerza, de sus enseñanzas, de sus consejos. De su inspiración. Su eterno Walk On!, que muchos usamos como mantra. Incluso viendo sus errores o cosas que algunos puede que no les guste de su ídolo, pero que como siempre digo, también nos dan una enseñanza de su humanidad, para no idealizarlo ni endiosarlo. Verle como es, un hombre adelantando a su tiempo, con unas aptitudes e ideas diferentes que revolucionaron muchas cosas, marcando su nombre y presencia en la historia, universal, del cine, del cine marcial, de Hong Kong, de las artes marciales y de tantas y tantas personas, ayudando a seguir adelante, a levantarse, a luchar y a seguir luchando. Y siempre, siempre, a seguir viendo sus películas, leyendo sus libros, o libros sobre él, viendo documentales y disfrutando de todo ello. Una piedra cayendo a un estanque y creando ondas en el mundo entero (sé que sabes de dónde es la referencia) Y todo esto comenzaba un 27 de noviembre de 1940 en San Francisco…
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