EL GUERRERO AMERICANO 2: LA CONFRONTACIÓN (1987)

Muchas veces aprovecho el blog para reivindicar películas, pero que la protagonista sea El Guerrero Americano 2: La Confrontación, no responde a la misma necesidad. La Cannon ha conseguido, en esta época de nostalgia ochentera, hacerse un hueco por derecho propio como una de las productoras legendarias dentro de la historia del cine, a pesar de ser sus títulos más de culto y de serie B los reconocidos y amados por sus legiones de fans. Pero el motivo de hablar de esta secuela es realmente que, tras volver a verla hace muy poco (ayer, 9 de diciembre de 2020, para que quede constancia) me he dado cuenta de la importancia que tiene como símbolo del espíritu de la productora, hacer buenas películas con poco presupuesto, e incluso podría afirmar que su entrada posterior al cine de culto del videoclub, parecía algo con lo que sus artífices contaban, ya que incluso ahora, 33 años después de su estreno, parece fabricada para que esto sea así.


Tras el éxito en 1985 de El Guerrero Americano, Michael Dudikoff, la Cannon y el director Sam Firstenberg, permanecían juntos para ofrecer La Fuerza de la Venganza (1986), mientras que Chuck Norris, recién salido de Invasión U.S.A (1985), tenía Delta Force (1986) y El Templo del Oro (1986) Sho Kosugi había terminado su relación con la Cannon, por lo que era obvio que la productora de los primos israelíes no iba a dejar escapar el boom ninja que habían provocado, por lo que dos años después de la original, aparecería esta confrontación que nos devolvía a Joe Armstrong y a Jackson. Y a los ninjas, claro. La fórmula estaba creada, es decir, el uso paramilitar de los ninjas, pero con el añadido de la manipulación genética. Toda una mera excusa para explotar a los guerreros silenciosos, y aunque el guion es bastante tópico, la magnitud de la película es mucho mayor. De primeras tenemos ya a Dudikoff rubiales, menos misterioso, y más metido en el papel de estrella, como Steve James, que acentúa el humor respecto a su aparición original. La actitud del guerrero americano responde a esa especie de autoconsciencia que decía al principio, con esos planos de lucimiento físico que parecen destinados a transformarse en pegatinas para el Superpop, en plan, soy guapo y lo sé. James, por su parte, tiene sus chistes para seguir desarrollando su imagen cool, incluyendo las espadas mariposa que usa. Es curioso que James, a pesar de haber estudiado artes marciales, visualmente no es en esta película, muy plástico, pero su carisma, acentuado en sus apariciones, es sin duda arrollador. Cada frase suya parece estudiada al milímetro, creando grandes momentos en plan badass con sus sentencias lapidarias. También tenemos a Mike Stone, el artífice real del boom ninja ochentero, como gran villano y coreógrafo de lucha, rizando el rizo tras ser sustituido en La Justicia del Ninja (1981), basada en una idea suya, y relegado a coreógrafo y doble de Franco Nero. De esta forma parece que le compensaban por lo sucedido con la mencionada La Justicia. El nivel coreográfico es más que notable, con buenísimas técnicas ejecutadas mejor o peor, pero consiguiendo lo mismo que la saga de Karate Kid, es decir, ofrecer cine marcial, pero sin que necesariamente sean buenas las que vemos. En este caso, realmente la ejecución en determinados momentos es algo mala, pero igualmente disfrutable. También tenemos muchas armas ninjas, claro está, pero sobre todo, peleas con espadas, con el duelo final entre Stone y Dudikoff, sinceramente, digno de volver a ver y analizar.


Por otro lado, tenemos un nivel de producción más alto, con un estupendo uso de planos abiertos y grúas, abandonando ese aspecto casi de cine de guerrillas de la primera parte. La magnitud de la propia película demuestra, como decía al principio, el espíritu de la Cannon. Presupuestos ajustados, entretenimiento máximo y estrellas recicladas o, en este caso, creadas por la propia productora. Incluso los decorados intentan dar ese aire de superproducción, como demuestra la arena de combate de los villanos. Coger ciertas ideas de la película original, cambiarlas mínimamente, como si pensasen en hacer un remake con más dinero y ya con la imagen de los ninjas totalmente asentada en el imaginario popular. Nunca se habían usado tantos clichés tan bien, dando todo lo que ofrecen en sus dosis, como ver a Jackson a lo Rambo, quedarse sin balas y usar los cuchillos, perderlos y quedarse sin camiseta para una buena pelea a puñetazos, el misticismo ninja, con Joe, disfrazado de ninja enemigo que, por arte de magia (ninja, literalmente) transforma su ropa en su propio uniforme de Shinobi. Y también

tenemos a un tercer personaje bueno y graciosillo. Si en la primera parte era el personaje interpretado por Phillip Brock, el chófer del general, Charley, aquí tenemos a otro militar que incluso se da un aire a Brock, Larry Poindexter. Para ir terminando, voy a intentar resumir todo esto. El Guerrero Americano II: La Confrontación parece hecha de forma totalmente autoconsciente en lo que respecta a cómo explotar elementos que se han convertido en un éxito, pero yendo un paso más allá, construyendo así una película de puro entretenimiento, pero pensando en que es una superproducción. No obstante, aviso que para mí, la primera es muy superior, y no creo que tarde mucho en que aparezca por este blog, pero ver de nuevo la segunda parte es sin duda toda una delicia, e incluso podemos escuchar frases que pueden rozar el ridículo o ser muy políticamente incorrecta, deudora de su época, claro está. Ya en la tercera parte, sin Dudikoff, el nivel bajaría incluso técnicamente, notándose que Firstenberg no repetiría en la saga, pero sin ese toque del director que convirtió a El Guerrero Americano es un título de culto y todo un éxito.

NOTA: 7’5

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