Hokusai

Como muchos de vosotros sabéis, Ronin significa literalmente Hombre de la Ola. Por ello hemos usado este grabado clásico como estandarte de la Asociación. Su autor es Hokusai, uno de los más grandes grabadores japoneses de todos los tiempos. Para conocerle mejor, os dejo una pequeña biografía y alguna de sus obras:

Katsushika Hokusai (葛飾 北斎), conocido simplemente como Hokusai (北斎) (nacido y muerto en Edo, actual Tokio, octubre de 1760 - 10 de mayo de 1849) fue un pintor y grabador japonés del período Edo, adscrito a la escuela Ukiyo-e. Acuñó el término manga en 1814.

Pintor y grabador, también conocido por los diversos nombres que utilizó a lo largo de su carrera profesional, Shunro, Sori, Kako, Taito, Gakyonjin, Iitsu y Manji. Es uno de los principales artistas de la escuela Ukiyo-e, "pinturas del mundo flotante".

El dragón de humo escapando del monte Fuji
El dragón de humo escapando del monte Fuji

Vino al mundo, con el nombre de Tokitaro, en el distrito de Honjo, al este de Edo. Allí, desde los cinco años, desarrolló su gran vocación por el dibujo y la pintura. Esta inclinación determinó que, con una corta edad, fuera adoptado como aprendiz y como hijo por un prestigioso artesano de Edo, familiarmente conocido con el nombre de Nakajima, del que posteriormente fue su legitimo heredero, hecho que hace pensar que, posiblemente, sea cierta la historia que explica que Hokusai era verdaderamente hijo de Nakajima, nacido de una concubina.

En su juventud, Hokusai decidió trabajar como vendedor en una prestigiosa librería, y a partir de los 15 años, y hasta los 18, entró como aprendiz de grabador en un taller. Este temprano entrenamiento en el mundo del libro y del comercio de la impresión contribuyeron al desarrollo de Hokusai como impresor. En el año 1778, con 18 años de edad, se convirtió en discípulo del maestro de la escuela Ukiyo-e, Katsukawa Shunsho, con el que aprendió la técnica del grabado con planchas de madera, especializándose en retratar a actores. El joven Hokusai publicó sus primeros trabajos al año siguiente, invitaciones impresas para el teatro Kabuki, en las que el género de la escuela del Shunsho y de Katsukawa aparece ya totalmente dominado.

A juzgar por las edades de sus hijos, Hokusai debió contraer matrimonio en torno a la edad de 20 años. Posiblemente, debido a la influencia de la vida familiar, en este periodo sus diseños tienden a recoger actores y mujeres en ambientes históricos y en jardines utilizando la técnica Uki-e (paisajes semi-históricos en los que se utiliza la técnica occidental de la perspectiva), así como impresiones de niños. Los libros de ilustraciones del artista y sus textos dieron la vuelta a los temas históricos y didácticos, al tiempo que el trabajo de Hokusai en el género Surimoro durante todo la década siguiente marcó uno de los puntos culminantes de su carrera.

El género Surimoro se utilizaba, principalmente, para publicar tarjetas para las ocasiones especiales, año nuevo y otras felicitaciones, para presentar programas musicales, aviso, etc., en ediciones limitadas que ofrecían una impresión perfecta y la más alta calidad.

Hacia los 30 años Hokusai sufrió importantes cambios personales. Su Shunso murió temprano, en 1793, y su joven esposa falleció dejándole un hijo y dos hijas. En el año 1797 se volvió a casar y adoptó el conocido nombre de Hokusai. Este cambio de nombre marca el inicio de la edad de oro de su trabajo, que continuó durante medio siglo.

La obra de Hokusai en este periodo cubre toda la gama del arte Ukiyo-e: tarjetas, Surimono, libros ilustrados, ilustraciones de antologías de versos, libros eróticos, pinturas a mano o libros de bocetos. Dentro de los temas tratados por Hokusai, en escasas ocasiones compitió con Utamaro, el mejor grabador de voluptuosas imágenes femeninas. Pese a esta limitación consciente, Hokusai trató de abarcar una amplia gama de temas, especialmente puso énfasis en la representación de paisajes y escenas históricas, en las que la figura humana desempeña un papel secundario. Alrededor del final de la centuria introdujo en su estilo la técnica de la perspectiva y el colorido occidental.

A partir del siglo XIX Hokusai comenzó la ilustración del yomihon, novelas históricas. Bajo su influencia, su estilo comenzó a sufrir cambios importantes y claramente visibles entre 1806 y 1807. Su figura y su trabajo cada vez tuvo un mayor alcance, pero perdió en delicadeza y tendió a prestar mayor atención a los temas clásicos tradicionales, especialmente la representación de samurais, guerreros o temas chinos, y a alejarse del mundo de Ukiyo-e.

En torno al año 1812 el hijo mayor de Hokusai murió. Esta tragedia no fue sólo un duro golpe emocional sino también económico, porque, como heredero de la acomodada familia Nakajima, su hijo suponía el medio de obtener una importante renta, de manera que Hokusai no tuviera que preocuparse de la incertidumbre de vivir de los cobros de su pintura, sus diseños y sus ilustraciones.

Por razones económicas o no, a partir de este momento la atención de Hokusai se centró en la ilustración de libros, y particularmente en los libros de copias de grabados diseñados para artistas aficionados. Su intención era encontrar nuevos discípulos y, por tanto, nuevos protectores, en lo que tuvo un éxito limitado.

Junto a la fama de sus detalladas impresiones e ilustraciones, Hokusai cosechó también gran éxito en las exposiciones públicas de su pintura; hizo, por ejemplo, una enorme pintura de unos 200 m2 con figuras mitológicas para un multitudinario festival. Incluso una vez fue convocado para mostrar sus habilidades artísticas ante el shogun, teóricamente un ayudante del emperador que en la práctica era el gobernante del Japón.

En el verano de 1828 la segunda esposa de Hokusai murió. El maestro tenía entonces 68 años, se encontraba afligido, con una parálisis intermitente en el brazo izquierdo, solo y con un nieto disoluto, que había demostrado ser un delincuente incorregible. Ante esta situación su hija favorita y alumna, O-ei, rompió su matrimonio con un artista menor y volvió a la casa del padre donde permaneció el resto de su vida.

Hokusai trabajó hasta el último día de su existencia. Era un artista enérgico que se levantaba temprano y pintaba hasta la noche. Ésta había sido su forma de actuar durante todo su larga y productiva vida, y fue también la de sus años finales. De los millares de libros y de impresiones de Hokusai, sus Treinta y seis vistas del Monte Fuji son particularmente notables. Publicada entre 1826 y 1833, esta famosa serie, que con los suplementos incluía un total de 46 impresiones a color, marcó un hito en la impresión japonesa de paisajes. La grandeza del diseño y la habilidad de la ejecución no había sido alcanzada hasta ese momento, incluso en el trabajo de su contemporáneo Hiroshige.

Otra visión del monte Fuji
Otra visión del monte Fuji

Los continuos cambios de domicilio de Hokusai -residió en más de 90 viviendas-, e incluso los cambios de nombre, son elementos significativos del carácter del artista. Además de su nombre principal, Hokusai utilizaba otros dos seudónimos ocasionales, y alrededor de una veintena de nombres que, indistintamente, añadía a su nombre principal.

Pese a sus súplicas por seguir viviendo una década más, el día 18 del cuarto mes japonés "el viejo enojado con la pintura", como él mismo se definía, murió a lo 89 años, sin haber satisfecho la búsqueda de la última verdad sobre la pintura.

Quince años antes había escrito: "[...] a la edad de cinco años tenía la manía de hacer trazos de las cosas. A la edad de 50 había producido un gran número de dibujos, con todo, ninguno tenía un verdadero mérito hasta la edad de 70 años. A los 73 finalmente aprendí algo sobre la calidad verdadera de las cosas, pájaros, animales, insectos, peces, las hierbas o los árboles. Por lo tanto a la edad de 80 años habré hecho un cierto progreso, a los 90 habré penetrado el significado más profundo de las cosas, a los 100 habré hecho realmente maravillas y a los 110, cada punto, cada línea, poseerá vida propia [...]"

Considerado el máximo exponente de la escuela de grabados Ukiyo-e, Hokusai incorporó a lo largo de su vida la esencia del arte de esta escuela. Las líneas curvas trazadas con una gran soltura, características de su estilo inicial, fueron evolucionando gradualmente hacia una serie de espirales que añadieron una libertad y elegancia aún mayores a su obra, como puede observarse en Raiden (Espíritu del trueno). Era famoso por la energía y espontaneidad de su genio creador, cualidades que con la edad se incrementaron aún más.

A juzgar por las edades de sus diferentes hijos, Hokusai debió contraer matrimonio en torno a la edad de 20 años. Posiblemente, debido a la influencia de la vida familiar, en este periodo sus diseños tienden a recoger actores y mujeres en ambientes históricos y en jardines utilizando la técnica Uki-e (paisajes semi-históricos en los que se utiliza la técnica occidental de la perspectiva), así como impresiones de niños. Los libros de ilustraciones del artista y sus textos dieron la vuelta a los temas históricos y didácticos, al tiempo que el trabajo de Hokusai en el género Surimoro durante todo la década siguiente marcó uno de los puntos culminantes de su carrera.

En las obras de su última época utilizaba pinceladas amplias cortadas y una técnica de coloreado que le daba una cualidad más sombría. Entre las más conocidas están el cuaderno de dibujos en 13 volúmenes Hokusai manga (comenzado en 1814) y la serie de grabados conocida como Fugaku sanjurokkei (Treinta y seis vistas del monte Fuji), que contiene algunas de las imágenes más famosas de la tradición artística japonesa. Su obstinado genio también representa, a sus 70 años, la creación artística permanente, el prototipo del artista único que se esfuerza en terminar la tarea emprendida. Por otra parte, Hokusai constituye una figura que, desde finales del siglo XIX, impresionó a artistas, críticos y amantes del arte occidentales. Desde mediados del siglo sus grabados, como los de otros artistas japoneses, llegaron a a París, donde se coleccionaban con gran entusiasmo, en especial por parte de impresionistas de la talla de Claude Monet, Edgar Degas y Henri de Toulouse-Lautrec, cuya obra denota una profunda influencia de dichos grabados.

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