RUROUNI KENSHIN. KYOTO INFERNO (2014)



El éxito de crítica y público del live action “Rurouni Kenshin” en el 2012, o “Kenshin, el Guerrero Samurái” en su versión animada y cinematográfica española trajo el anuncio de dos secuelas rodadas seguidas y estrenadas con poco tiempo entre la segunda y la tercera. A esto tenemos que sumar el anuncio de Mediatres Estudio de estrenar ambas entregas en nuestro país, tal y como ocurrió con la primera parte. La primera secuela, “Rurouni Kenshin. Kyoto Inferno” ha conseguido mantener el listón realmente alto, ayudando a que esta trilogía, o al menos las dos primeras entregas que he visto, se conviertan por derecho propio a ser una de las mejores adaptaciones de un manga o anime. Uno de los motivos es la continuidad del equipo que nos trajo la primera entrega, sobre todo su director, Keishi Ohtomo que demostró que sabe cómo acercar el espíritu del anime a la imagen real sin caer en el ridículo o la pura comedia. Ohtomo sabe perfectamente dónde colocar la cámara para ofrecernos un espectáculo impresionante, con un comienzo de película que en pantalla grande se debe disfrutar de lo lindo. Las escenas de lucha van por el mismo camino, mostrando unas coreografías de Kenji Tanigaki de gran calidad técnica, tanto en su coordinación como en la ejecución. No en vano, Tanigaki es alumno del gran Yasuaki Kurata y la mayor parte de su trabajo como especialista ha sido en Hong Kong, coincidiendo mucho con Donnie Yen como en “Blade II”, “Duelo de Dragones”, “Dragón” o “Guardaespaldas y Asesinos”. Mezclar movimientos marciales chinos con katanas japonesas pero sin olvidar el contexto nipón es un acierto total, al que tenemos que sumar lo mencionado antes, que el director sabe colocar la cámara para poder disfrutar bien de las coreografías y escenas arriesgadas, con un buen equipo de stuntsmen.
Llegando a la parte del guión, es menos ligera que la primera entrega. El manga y anime usan el humor en medio de los arcos argumentales más serios, y ésta secuela usa menos el humor que su predecesora. La seriedad de la trama y el tono de la película es otro de los aciertos ya que sigue recordándonos que estamos antes la adaptación de Kenshin con un guión sólido que, al igual que el manga original, es respetuoso con los datos históricos que muestra, como el asesinato del Ministro del Interior Okubo o las referencias a maestros forjadores de katanas. El arco argumental que recoge del manga, el arco de Kyoto, no se si ha sido bien adaptado, ya que no he leído el manga ni he visto la serie entera, pero al menos sí puedo decir que aquí funciona perfectamente, con algunas escenas algo metidas con clavo pero en general confirmando una buena película que tendrá su final en “The Legend Ends”, dejándonos en un cliffhanger muy interesante.
Pasando a los actores, tenemos a los mismos que en la primera parte, cumpliendo perfectamente en sus roles, y destacando tanto a Takeru Satô como Kenshin, más contenido y serio que en la primera entrega, y a Tatsuya Fujiwara, protagonista de otros live-actions como “Battle Royale” o las dos entregas de “Death Note”, como el villano Shishio. Personalmente he cogido manía al actor tras la primera parte de “Death Note”, pero en ésta ocasión, no se si será por pasarse prácticamente todo el metraje vendado de pies a cabeza, pero ha conseguido convencerme. Puede que se deba en realidad a la voz, muy acorde con el personaje. No todo es positivo para Shishio, ya que le he visto falto de corpulencia, al igual que a Sanosuke (interpretado con acierto por Munetaka Aoki), cosa que ya ocurrió en la primera parte, pero que gracias al resto de elementos, guión, actuaciones y acción, se convierten en comentarios irrelevantes. E igual de irrelevante es el siguiente comentario, pero creo que así ayuda a ilustrar más el tono de la película, la relación de Kenshin con Kaoru, la guapa Emi Takei. Ese posible interés romántico no se desarrolla, lo cual por un lado es bueno, pero por otro lado convierte tanto a Kaoru como al resto de amigos de Kenshin en secundarios respecto a la trama, centrándose así en Kenshin y su nueva misión. La películas ya es lo suficientemente larga, 138 minutos, como para añadir momentos románticos que lastrarían el conjunto.
Resumiendo, una gran película de acción, con momentos épicos y espectaculares, numerosos planos-pose que se acerca visualmente al medio original donde nació el personaje, con un guión sólido y respetuoso históricamente, muchos personajes pero sin saturar, con un buen equilibrio entre el drama y la acción y que aunque te deja con ganas de más, consigue satisfacer el hambre de buena acción en buenas películas, sin ser meros guiones-excusa para enlazar escenas de acción. No se si consigue superar a la primera parte de las aventuras de Kenshin, pero como mínimo la iguala, aunque personalmente la he disfrutado más aunque me hubiese gustado ver más a Hajime Saitô (Yôsuke Eguchi), otro personaje histórico que aunque tiene sus momentos, como en la secuencia inicial, merece más minutos en pantalla, aunque tenemos ninjas ésta vez, lo cual se agradece. Ahora, a esperar a la tercera y última parte, que pinta al menos igual de bien que las dos primeras.

NOTA: 8’5

           

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