El éxito de crítica y público del
live action “Rurouni Kenshin” en el
2012, o “Kenshin, el Guerrero Samurái” en su versión animada y cinematográfica
española trajo el anuncio de dos secuelas rodadas seguidas y estrenadas con
poco tiempo entre la segunda y la tercera. A esto tenemos que sumar el anuncio
de Mediatres Estudio de estrenar ambas entregas en nuestro país, tal y como
ocurrió con la primera parte. La primera secuela, “Rurouni Kenshin. Kyoto
Inferno” ha conseguido mantener el listón realmente alto, ayudando a que esta
trilogía, o al menos las dos primeras entregas que he visto, se conviertan por
derecho propio a ser una de las mejores adaptaciones de un manga o anime. Uno
de los motivos es la continuidad del equipo que nos trajo la primera entrega,
sobre todo su director, Keishi Ohtomo que demostró que sabe cómo acercar el
espíritu del anime a la imagen real sin caer en el ridículo o la pura comedia.
Ohtomo sabe perfectamente dónde colocar la cámara para ofrecernos un
espectáculo impresionante, con un comienzo de película que en pantalla grande
se debe disfrutar de lo lindo. Las escenas de lucha van por el mismo camino,
mostrando unas coreografías de Kenji Tanigaki de gran calidad técnica, tanto en
su coordinación como en la ejecución. No en vano, Tanigaki es alumno del gran Yasuaki
Kurata y la mayor parte de su trabajo como especialista ha sido en Hong Kong,
coincidiendo mucho con Donnie Yen como en “Blade II”, “Duelo de Dragones”, “Dragón”
o “Guardaespaldas y Asesinos”. Mezclar movimientos marciales chinos con katanas
japonesas pero sin olvidar el contexto nipón es un acierto total, al que
tenemos que sumar lo mencionado antes, que el director sabe colocar la cámara
para poder disfrutar bien de las coreografías y escenas arriesgadas, con un
buen equipo de stuntsmen.
Llegando a la parte del guión, es
menos ligera que la primera entrega. El manga y anime usan el humor en medio de
los arcos argumentales más serios, y ésta secuela usa menos el humor que su
predecesora. La seriedad de la trama y el tono de la película es otro de los
aciertos ya que sigue recordándonos que estamos antes la adaptación de Kenshin
con un guión sólido que, al igual que el manga original, es respetuoso con los
datos históricos que muestra, como el asesinato del Ministro del Interior Okubo
o las referencias a maestros forjadores de katanas. El arco argumental que
recoge del manga, el arco de Kyoto, no se si ha sido bien adaptado, ya que no
he leído el manga ni he visto la serie entera, pero al menos sí puedo decir que
aquí funciona perfectamente, con algunas escenas algo metidas con clavo pero en
general confirmando una buena película que tendrá su final en “The Legend Ends”,
dejándonos en un cliffhanger muy
interesante.
Pasando a los actores, tenemos a
los mismos que en la primera parte, cumpliendo perfectamente en sus roles, y
destacando tanto a Takeru Satô como Kenshin, más contenido y serio que en la
primera entrega, y a Tatsuya Fujiwara, protagonista de otros live-actions como “Battle Royale” o las
dos entregas de “Death Note”, como el villano Shishio. Personalmente he cogido
manía al actor tras la primera parte de “Death Note”, pero en ésta ocasión, no
se si será por pasarse prácticamente todo el metraje vendado de pies a cabeza,
pero ha conseguido convencerme. Puede que se deba en realidad a la voz, muy
acorde con el personaje. No todo es positivo para Shishio, ya que le he visto
falto de corpulencia, al igual que a Sanosuke (interpretado con acierto por
Munetaka Aoki), cosa que ya ocurrió en la primera parte, pero que gracias al
resto de elementos, guión, actuaciones y acción, se convierten en comentarios
irrelevantes. E igual de irrelevante es el siguiente comentario, pero creo que
así ayuda a ilustrar más el tono de la película, la relación de Kenshin con
Kaoru, la guapa Emi Takei. Ese posible interés romántico no se desarrolla, lo
cual por un lado es bueno, pero por otro lado convierte tanto a Kaoru como al
resto de amigos de Kenshin en secundarios respecto a la trama, centrándose así
en Kenshin y su nueva misión. La películas ya es lo suficientemente larga, 138
minutos, como para añadir momentos románticos que lastrarían el conjunto.
Resumiendo, una gran película de
acción, con momentos épicos y espectaculares, numerosos planos-pose que se
acerca visualmente al medio original donde nació el personaje, con un guión
sólido y respetuoso históricamente, muchos personajes pero sin saturar, con un
buen equilibrio entre el drama y la acción y que aunque te deja con ganas de
más, consigue satisfacer el hambre de buena acción en buenas películas, sin ser
meros guiones-excusa para enlazar escenas de acción. No se si consigue superar
a la primera parte de las aventuras de Kenshin, pero como mínimo la iguala, aunque
personalmente la he disfrutado más aunque me hubiese gustado ver más a Hajime
Saitô (Yôsuke Eguchi), otro personaje histórico que aunque tiene sus momentos,
como en la secuencia inicial, merece más minutos en pantalla, aunque tenemos
ninjas ésta vez, lo cual se agradece. Ahora, a esperar a la tercera y última
parte, que pinta al menos igual de bien que las dos primeras.
NOTA: 8’5
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