El v-cinema japonés se nutre de
producciones de bajo presupuesto, rodadas en vídeo y que cubren todos los
géneros, pero especialmente el de terror y acción es el que suele tener mayor
repercusión, y si es gore, más aún. Esto provocó incluso el nacimiento del
sello Sushi Typhoon, con
producciones alocadas y con títulos celebrados entre el fandom con nombres propios. Uno de ellos es el de Takanori Tsujimoto, que poco a poco ha
ido pasando de este tipo de películas hasta la televisión, encargándose de
series como Ultraman X, High & Low: The Story of S.W.O.R.D.
o Cabasuka Gakuen, y su éxito se
debe en gran medida a Hard Revenge,
Milly, una apoteosis de acción sangrienta que le puso en el punto de mira,
llegando a dirigir en este 2017 la última aportación al universo de Resident Evil con el largometraje de
animación Resident Evil: Vendetta.
Pero antes de todo esto se encargó de Bushido
Man, usando personajes de la mencionada Hard Revenge, Milly pero creando todo un universo de personajes
excéntricos y situaciones cómicas pero donde las artes marciales son su plato
fuerte, siendo planteado como una webserie para salir finalmente como largometraje.
La historia es sencilla, un
experto en artes marciales inicia un viaje de aprendizaje enfrentándose a
diversos luchadores. Todo ello nos es presentado en flashbacks, con el experto luchador narrando sus encuentros a su
maestro. Una historia que no deja de ser una sucesión de peleas con toques muy
de anime, pero que en manos de Tsujimoto se transforma en una divertida
historia de artes marciales con momentos algo bizarros. Mickey Koga (o Mitsuki Koga) se encarga de interpretar al
protagonista, una cara habitual de este cine marcial que ya había trabajado con
el director anteriormente. Marcialmente tiene buena técnica, algo que se
mantiene en todo el metraje con el resto de luchadores, mostrando diversos
estilos y comenzando con el Kung Fu de la Mantis para ir posteriormente
apareciendo arquetipos para este muestrario marcial y de acción, con un samurái
ciego, un vaquero, maestro de nunchakus, con su consiguiente guiño a Bruce Lee
al usar unos amarillos al estilo de Juego
con la Muerte, e incluso cazarrecompensas en una secuencia donde aparece la
actriz Miki Mizuno, la mismísima
protagonista de Hard Revenge, Milly
y su secuela, repitiendo personaje en un autoguiño del director. El director de
acción es Kensuke Sonomura, un
nombre muy destacado en este v-cinema marcial y en cuyos créditos tenemos
películas muy recomendadas por el alto nivel mostrado, como Kill (2008), HR, Milly (2009), Alien vs
Ninja (2010), Kunoichi (2011) o
incluso en producciones de mayor presupuesto como El Camino del Guerrero (2010), donde fue asistente del coreógrafo
de lucha. Su trabajo es impecable, mostrando diversos estilos con coreografías
excelentemente ejecutadas, con un buen trabajo de stunts y de los propios actores. Quizás el único pero que podemos
ponerle es a cómo se rebaja la parte marcial cuando lleva la mitad del metraje,
dejando paso a la acción balística con toques gore, pero no podemos culpar al
coreógrafo, claro, ni al director y guionista ya que es un elemento habitual en
su filmografía y consigue mantener el nivel de acción ofreciendo un poco de
todo.
Un elemento que está algo metido
de relleno es el tema de la comida, ya que el maestro, interpretado por Yoshiyuki Yamaguchi (Ichi), sostiene la
teoría de conocer al enemigo sabiendo lo que come, y comiendo lo mismo, por lo
que además de las escenas de peleas, tenemos a Koga comiendo sin parar durante
toda la película, con secuencias en la que sólo tenemos al actor devorando
platos para adquirir los conocimientos necesarios para vencerle. Además de
esto, tenemos la parte gore y fantástica, sobre todo en su parte final, en la
última pelea donde se acentúa la locura que ha ido creciendo poco a poco. No
obstante, no llega al nivel de los trabajos mencionados a lo largo de esta
crítica. Visualmente es más formal, menos arriesgada pero dejando el plato
fuerte en la acción, por lo que podemos perdonar este detalle que ha hecho que
el impacto de este film haya sido mucho menor del esperado y del merecido. También
es cierto que su estreno ha sido bastante limitado, paseándose por diversos
festivales y poco más, pero es sin duda una buena película de artes marciales,
algo light a nivel de gore pero que
sin duda encaja dentro de la vertiente cinematográfica con la que comenzaba
esta crítica, pero al quedarse en segundo plano puede no llamar demasiado la
atención por el amante del cine marcial, pero es más que recomendable para
disfrutar de buena acción nipona, con ese toque manga atractivo que aporta
frescura al cine de artes marciales.
NOTA: 6’9
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