Max Zhang está a punto de convertirse en la estrella del cine
marcial y de acción hongkonés que el género necesita. Siempre con el permiso de
Donnie Yen, claro, quien actualmente es, para mi, el mejor actor marcial del
panorama. Sí, ha tenido sus descalabros, pero de forma general, es el número
uno, y Zhang el dos, sobre todo tras ir estrenando los títulos que tiene
pendientes. Pero ese es un tema para otro momento. Ahora toca hablar de The Brick, debut en la dirección de Jonathan Lin, asistente de director y
ocasional director de segunda unidad pero que ha contado con los mismos
productores del Universo SPL, es decir, Duelo
de Dagones, El Despertar de los
Dragones y su hija bastarda Paradox,
títulos esenciales para entender el neo-noir
hongkonés con cierto toque de heroic
bloodshed y artes marciales. Es más, esta película podría pertenecer a ese
mismo universo fílmico y ver a Zhang cruzarse con Wu Jing, Louis Koo o Tony Jaa
y no sorprendernos. Pero no sólo tiene un espíritu común, la calidad de The Brink es incuestionable, así que
pasemos a verla con un poquito más de profundidad.
Lo primero que vamos a ver es la
historia, con un policía interpretado por Zhang brutal y expeditivo que termina
en la cárcel tras matar a otro policía por accidente. Cuando sale, su
comportamiento es más temerario aún, obsesivo por detener a los criminales pero
manteniendo a la hija del policía que mató. Su objetivo será unos
contrabandistas de oro que perseguirá sin tregua. Una historia sencilla, bien
escrita y desarrollada, con cierto toque personal del director, que ha buscado
algo más que un thriller de acción.
La relación entre los personajes principales va evolucionando muy bien,
mezclado con la intriga policial y las escenas de acción y resultando en una
película con mucho ritmo y con personajes interesantes. Por otro lado,
visualmente Lin demuestra saber lo que quiere, con unos planos trabajados y un
montaje dinámico y urbano y aunque en las secuencias de lucha a veces la mueve
demasiado, sí consigue incluso destacar en ese sentido. La fotografía ayuda a
acentuar una atmósfera diferente, con una iluminación colorista y dura que
refresca el género. Tenemos muchísimas escenas de noche y con lluvia e incluso
unas anunciadas escenas de acción bajo el agua, y podemos disfrutar de ellas
sin problema.
La acción es sin duda
espectacular. Nicky Li (El Despertar
de los Dragones) hace unas coreografías y un diseño de acción excepcional, son
secuencias cortas, excepto la final, pero todas ellas brutales con un Max Zhang
en plena forma y demostrando su Wing Chun en todo tipo de combates. Cuerpo a
cuerpo, machetes, contra varios… De nuevo hay que agradecer a la iluminación
que junto al tipo de acción que vemos y a la propia trama da al film una
atmósfera muy particular y atractiva. Volviendo a la acción, he mencionado que
se anunciaron las escenas bajo el agua, y ciertamente también en este campo
tenemos un muy buen trabajo. A pesar de la lentitud que puede dar el agua, son
escenas muy dinámicas y perfectamente ejecutadas y rodadas. De esta forma junto
a Paradox, The Brink es sin duda de lo mejorcito que ha salido de Asia el
pasado año. El resto del reparto da además empaque al conjunto, con un
magnífico Shawn Yue (Aberdeen) como
villano a la altura del héroe, la presencia de Yasuaki Kurat (God of War),Wu
Yue (Lady of the dinasty), Janice
Man (Cold War 2) y el siempre entrañable Tai Bo, el veterano actor que ha participado en numerosísimas
películas de Jackie Chan en papeles destacados. Un reparto sin duda a la altura
del resto del film. Una película fresca, salvaje, un duelo interpretativo y de
carismas de Zhang y Yue sin ganador, bueno, el espectador que puede disfrutar
de ella. Resumiendo, un thriller
policíaco de acción y artes marciales apoyado en una buena historia donde se
profundiza en las obsesiones, la responsabilidad, el compañerismo, la lealtad,
elementos que recuerdan al cine de John Woo pero sin tener nada que ver. Como
he dicho, está muy cerca de las entregas de Sha Po Lang, por lo que a pesar de tener estos elementos tan
woonianos, tiene la personalidad suficiente para que no pensemos en las
películas del director de The Killer
(1989) y, al igual que Paradox,
aunque estilísticamente y, en cierta medida, por la atmósfera oscura y
deprimente (y las dosis de acción y drama) nos recuerde a las dos primeras de
SPL, tiene personalidad propia, y esto, junto a la calidad de la propia
película, dice mucho a favor de ella.
NOTA: 8
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