Volver a las raíces es algo
habitual en el cine hongkonés, donde el cine de Kung Fu intenta sobrevivir más
allá de la televisión o de producciones de la China Continental sin mayor
repercusión que la más local. Todos los años aparece un puñado de películas que
recuperan antiguas épocas llenas de honor y espadas y el pasado 2017 una de
ellas fue Brotherhood of Blades II: The
Infernal Battlefield, de nuevo con Lu
Yang como director. Apoyándose de nuevo en un reparto sólido y una
ambientación soberbia, junto a una dirección igualmente clásica y sosegada,
tenemos una película muy recomendada alejada de otros films que, siendo
similares, tienen una dirección más moderna que usa los efectos digitales como algo
más que una herramienta para secuencias espectaculares. Una propuesta muy
interesante que ha conseguido incluso ganar el premio a la Mejor Coreografía de
Acción en el Golden Horse Film Festival
tras conseguir otras nominaciones en éste y otros festivales.
Lu Yang coloca la cámara en los
mejores sitios para dar esa sensación de estar viendo obras pictóricas gracias
al ritmo pausado y a la riqueza visual a la hora de elaborar cada plano. Los
momentos de más acción están igualmente bien rodados, con planos abiertos y sin
demasiados movimientos innecesarios. También es cierto que la propia historia
requiere esta cadencia narrativa, e incluso las coreografías de Sang Ling (Red Cliff: Part 2) mantienen
una armonía con todo el conjunto. Intrigas de las más clásicas con un excelente
Chang Chen (The Grandmaster), sobrio
pero perfecto como protagonista. Se aleja así del wuxia actual, o neo-wuxia,
producciones orientadas a la espectacularidad visual del 3D con Tsui Hark a la cabeza con, por ejemplo,
su Detective Dee que va ya por la tercera entrega (aunque también está rodada
en este formato, claro) Aquí todo funciona para la historia, avanzando con
buenos giros de guion, tomándose a sí misma en serio pero sin pasarse. De esta
forma disfrutamos de una historia sólida con estupendas ejecuciones
coreográficas rodadas con buen pulso. No es una obra cumbre del género, pero si
se mantiene por encima de la media actual y gran parte se debe al propio
protagonista, Chang Chen, muy sobrio por requerimientos del papel.
Por otro lado el guion intenta
plasmar la sociedad de la época enriqueciendo así la propia ambientación ya que
no vale sólo con rodar en parajes naturales y estupendos decorados para
transportarnos a la Dinastía Ming, es necesario mostrar diferentes facetas de
la sociedad para lograr entender a los diferentes personajes y su forma de
pensar, algo que de nuevo es un acierto. Siempre digo que al cine de artes
marciales hay que pedirle como mínimo, buenas escenas de lucha, pero que si la
historia es buena, mucho mejor, y eso es este film, por lo que, resumiendo, Brotherhood of Blades II: The Infernal
Battlefield es una vuelta al cine más clásico, con una historia típica de
intrigas de poder, traición, lealtad con tintes románticos y dramáticos, todo
ello combinado con secuencias de lucha muy bien coreografiadas y ejecutadas.
Una película pausada pero que usar los efectos digitales y avances tecnológicos
a favor de la historia, ofreciendo las necesarias dosis de espectacularidad
junto a una sensibilidad alejada de la ñoñería y presentada dentro de una
historia compacta muy agradecida de ver, un retrato de la Dinastía Ming muy
pictórico visualmente, con una estupenda fotografía que convierten, al final, a
este film, en una de las recomendadas del año pasado a pesar de la poca
repercusión que ha tenido de forma internacional.
NOTA: 7’75
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