Mark Dacascos (Crying Freeman) debutaba con esta película como
director tras algunos anuncios anteriores, y con varios retrasos en su estreno
hasta este mismo 2018, y para ello se puso manos a la obra con el ruso Alexander Nevsky (Moscow Heat) para
escribir esta historia junto a Craig Hamann (Noogie Boy) y presentar al
culturista reconvertido en actor a lo grande en Estados Unidos, a pesar de
tener en su filmografía algunos títulos norteamericanos o co-producidos con
Rusia. Ya en 2014 Nevsky intentó llamar la atención con Black Rose, un actioner
policíaco donde, como en sus anteriores producciones, se reúne de algunas caras
conocidas norteamericanas en busca de una mayor proyección internacional. Pero
aquí, a pesar de ser Nevsky el protagonista, se ha rodeado de una serie de
actores marciales de los noventa que convierten a la película en una de esas
queridas reuniones, un reparto all star
bajo la dirección, como decía al principio, de Mark Dacascos y que se ha
estrenado por sorpresa en la televisión española.
Dos ex-policías en horas bajas
trabajando como detectives privados en Manila se encontrarán con el mayor caso
de sus vidas que tiene relación con el pasado de uno de ellos. Nevsky y Casper Van Dien (Starship Troopers) son
los detectives privados protagonistas, contratados por Tia Carrere (Wayne’s World) para que busquen al peligroso criminal
Aldric Cole, Cary-Hiroyuki Tagawa
(Mortal Kombat), por el asesinato de su marido. Sólo por el reparto mencionado
ya consigue llamar la atención, pero no terminamos aquí ya que podemos ver
además al propio Dacascos en un papel menor, a Matthias Hues (Dark Angel), Olivier
Gruner (Angel Town. Distrito sin ley), Cynthia
Rothrock (Yes, Madam) o Don ‘The
Dragon’ Wilson (Bloodfist), nombres de peso dentro del cine marcial de los
noventa de la serie B que tuvieron mucho éxito en la última década de los
videoclubs, la que podríamos denominar Edad de Plata del VHS. Nevsky y Van Dien
llevan el peso de la trama, un tándem que funciona a pesar de las evidentes
faltas dramáticas del ruso. No obstante, la película se erige como una vuelta a
esa época, con sus fallos y aciertos. Dacascos dirige de forma correcta la
película, siendo un debut estable y prometedor, alejado de artificios y
pensando en rodar una película entretenida y con buenas dosis de acción. Para
ello ha encargado las coreografías a su propio padre, toda una leyenda de las
artes marciales, Al Dacascos, que
hace un trabajo notable con peleas realistas y técnicas, siempre apoyado por Sonny Sison (Buy Bust), uno de los
nombres más prometedores de la industria como director de acción tras años de
experiencia como especialista en Hollywood. La ejecución es buena, pero Nevsky
se me antoja algo lento en algunos momentos, lo que no impide disfrutar de las
distintas secuencias de acción donde los especialistas merecen un aplauso. Además
tenemos explosiones reales, nada de 3D, o en todo caso en momentos aislados.
Todos los actores nombrados tienen sus momentos de lucimiento, cada uno
haciendo lo que se espera de ellos, como las patadas de Rothrock, el cuerpo a
cuerpo militar de Gruner e incluso vemos a Wilson igual que en sus películas,
para alegría de sus fans, y de sus detractores. Su estilo desgarbado delante de
cámara, tan opuesto al resto de actores es una marca de identidad que aquí
acentúa el homenaje a la mencionada época de estrellato de todos ellos, con sus
Chinas O’Brien, rings de fuego, lobos de guerra o expertos en Savate. La
película funciona bastante bien, aunque se echa en falta algunas secuencias más
contundentes y espectaculares y curiosamente el actor que sobresale por encima
de todos es el enorme Matthias Hues, desplegando un carisma arrollador, sobre
todo en la secuencia del hotel.
Dacascos firma de esta manera una
primera película con buena nota, demostrando maneras y deseando ver una nueva
película de acción y artes marciales dirigida por él. De igual forma, por la
manera en que describen a los diferentes secundarios encarnados por estrellas,
no descartaría spin-offs de todos
ellos, o al menos del interpretado por Gruner, como mínimo. También quiero
mencionar otras apariciones menos marciales pero destacables, como la del actor
y fotógrafo Don Gordon Bell (La
justicia del ninja) o Monsour del Rosario
(Operation Balikatan), toda una estrella de las artes marciales y actor desde
finales de los ochenta. Valores locales dado su rodaje en Metro Manila, y con
el director de Romeo debe morir
(2000), Andrzej Bartkowiak como
productor. Un entretenimiento de videoclub de bajo presupuesto con buena
acción, serie B en estado puro para disfrutar estos días fríos en casa.
NOTA: 6
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