John Woo llevaba desde 2003 sin poner una pistola en sus películas
y el pasado 2017 estrenó el remake de
Manhunt, film japonés de 1976 con el
gran Ken Takakura, o mejor dicho,
una nueva adaptación de la novela original de Jukô Nishimura. Un abogado
falsamente acusado de asesinato, perseguido por las calles de Osaka es, sin
duda, material de calidad para un director como Woo, un regreso a la acción
balística que le hizo famoso con un reparto chino, japonés y surcoreano que
desde este mes de mayo puede disfrutarse en España a través de Netflix, algo
que se está convirtiendo en algo habitual gracias a esta plataforma. El
resultado no ha convencido a todo el mundo, pero como siempre digo, no podemos
pedirle a gente como Woo, Jackie Chan, Ringo Lam o Jet Li que sigan tan en
forma como siempre, así que, llevando las expectativas al mínimo, podemos
disfrutar de sus últimas películas con una perspectiva diferente, aunque en el
caso de los nombrados, sólo Jackie y Woo mantienen el tipo.
No he leído la novela original, y
hace mucho que vi la adaptación japonesa, por lo que me centraré en hablar de
esta nueva versión. Y, como siempre, dicho esto, pasemos a hablar de este
regreso del director de The Killer, Hard Boiled y Cara a Cara. La película se divide en dos partes bien diferenciadas,
la primera es la más floja, donde nos presenta a los personajes de forma
atropellada, con un montaje muy picado dando la sensación de que falta algo, y
es más que probable ya que el estreno en el Festival de Venecia fue con un
montaje diferente que no gustó a los productores chinos, pasando por la sala de
edición de nuevo. Por suerte la segunda parte arregla esto, además de contener
esa primera parte con un par de espectaculares secuencias de acción de las que
hablaré un poco más adelante. Una vez presentado todo, pasamos de una película
de persecuciones a una de experimentos con un toque que roza la ciencia-ficción
que desconcierta algo pero que funciona bastante bien una vez que pasas el
bache de ese cambio brusco. Es un bajón los altibajos del guion pero, no
obstante, al estar lleno de las constantes del director y con un par de
secuencias de acción de calidad, una vez superada esa mitad, se disfruta mucho
más y podemos ver al John Woo que amamos. Otro aspecto algo negativo es el
reparto, donde el mejor es sin duda Zhang
Hanyu (Special ID) mucho más solvente que Masaharu Fukuyama (De tal padre, tal hijo), demasiado sobreactuado,
sobre todo en las secuencias en las que habla inglés. Por suerte la presencia
de dos veteranos como Jun Kunimura (Ichi
the Killer) y Yasuaki Kurata
(Millionaire’s Express) compensan a Fukuyama, quien no es precisamente mal
actor y que sólo cumple en las secuencias de acción. Completan el reparto la
surcoreana Ha Ji-woon (Sector 7) y Wei Qi (Mission Milano), los dos
personajes femeninos más potentes pero que en el caso de Ji-woon tiene una
historia menos trabajada y metida con calzador, sobre todo en la relación con
Hanyu. Como decía al principio, las constantes visuales del director hongkonés
se mantienen, pero no sólo las visuales ya que tenemos elementos que nos
retrotraen a las mejores películas de Woo, destacando la relación entre el
abogado y el policía que le persigue, el mismo esquema de los personajes de Chow Yun Fat y Danny Lee en The Killer,
enemigos que terminarán ayudándose mutuamente frente al enemigo común e incluso
el triángulo con Wei Qi, que, con matices, actúa como Sally Yeh en ciertos
momentos.
Palomas, planos ralentizados,
pistolas a dos manos y los bullet ballet
tan característicos los tenemos en las secuencias de acción, pero en el caso de
las palomas están metidas casi como guiño, siendo realmente anecdótica su
presencia. La acción, firmada por Kensuke
Sonomura (Kunoichi), es bastante buena, que trata de mantener la firma del
director en todas las secuencias. La primera parte del film contiene dos
secuencias, la del inicio, corta pero intensa y la que marca la mitad, con
motos de agua que resulta la peor debido al uso de efectos digitales cuando Woo
podría haberla rodado a la antigua usanza. Pero la parte final mejora dichas
secuencias con el ataque a la mansión, llena de disparos, golpes, ventanas
atravesadas, katanas y una coordinación entre los dos protagonistas, esposados,
estupenda. Un buen trabajo de stunts
con momentos espectaculares que se encuentra entre lo mejor de toda la
película. La parte final mantiene casi el nivel, siendo un estupendo fin de
fiesta.
Resumiendo, John Woo firma una película
por debajo del nivel habitual en su filmografía, pero que consigue ofrecernos
algunos momentos geniales de acción, a pesar de contar con un guion irregular
que fuerza el estilo John Woo pero
que consigue mantener la atención y disfrutar de las secuencias de tiroteos y
explosiones. Una nueva toma de contacto con un género del que se ha mantenido
alejado más tiempo del que nos hubiese gustado y que contiene una frase que es
sin duda un guiño a su carrera, ese es
tiempo de un mañana mejor, que coincide con el remake que ha hecho Ding Sheng y que se ha estrenado este mismo
año. Esperemos que la próxima peripecia de acción del director consiga estar
más a la altura de sus trabajos míticos, siendo este film un calentamiento de lo
que puede hacer, un buen regreso a sus buenos tiempos, algo descafeinado en
ciertos aspectos pero con una calidad que ya le gustaría a otros directores
norteamericanos e incluso a su compatriota Ringo Lam.
NOTA: 6'75
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