Existe un subgénero dedicado al
Karate. No hablo de películas donde se use este arte marcial japonés, sino
películas que ocurren dentro del mundo del Karate, como biografías de maestros
(por ejemplo los films de Sonny Chiba sobre Mas Oyama, o la surcoreana Fighter in the Wind) o dramas de gran
calidad como Kuro Obi. Dentro de
este segundo grupo se enmarca The Empty
Hands, dirigida por el actor Chapman
To. Un film dramático que usa la filosofía del Karate para poner en imágenes
una estupenda historia con poca acción, pero de gran calidad que busca algo más
que usar el Karate para dar un giro diferente al cine de artes marciales. Una
buena muestra de que se pueden hacer buenas historias, aunque haya escenas de
lucha. Una hora y media llena de sensibilidad, humor y, claro está Karate.
Chapman To es un actor muy
versátil que en 2015 dio el salto a la dirección y que en su tercer film
demuestra una alta capacidad para narrar historias con un sentimiento poético
palpable. La historia nos presenta a una joven, hija de un maestro de Karate en
Hong Kong que al fallecer, dejará el piso y dojo,
a su hija y al que fue su mejor alumno. La convivencia entre ambos será difícil,
saltando de la comedia al drama al retratar a la joven como una mujer sin
demasiada suerte en la vida. Está perdida y los planes de futuro que tiene se
verán truncados cuando tenga que parar sus planes de dividir la estancia en
diferentes habitaciones para alquilarlas y poder ganar algo de dinero. Como he
dicho, tenemos drama, toques de humor y Karate, una combinación algo arriesgada
pero que To sabe tratar con un sentimiento poético que acerca el film al
terreno del cine de autor, pero sin caer en el postureo. La secuencia de los
créditos, en un estupendo blanco y negro mientras que el actor que interpreta
al padre de la protagonista, la leyenda del Karate y del cine Yasuaki Kurata realiza un kata
tradicional (Seyunchin) está rodada de una forma exquisita, lo mismo que las
dos secuencias de acción, una al principio, cuando nos cuentan el pasado del
personaje que el propio Chapman To interpreta, y el combate de la protagonista
en un torneo. Incluso la parte final, donde podemos presenciar el entrenamiento de la protagonista, nos ofrece algo diferente al cine puramente de género, un complemento a la historia principal de Mari, cuya vida no es precisamente buena y que ella culpa al Karate, cuando en realidad es ella misma la que no sabe orientar su vida, abandonando el Karate y manteniendo una relación con un hombre casado. Se autoengaña e incluso culpa a su fallecido padre de todo, algo que deberá arreglar ella misma y que Kent le hará recordar cuando la fuerce a volver a entrenar Karate como condición para quedarse con todo el dojo. Y ya que estoy hablando de las peleas, algo que me ha llamado
poderosamente la atención es cómo ha evitado To caer en los tópicos del cine
con torneos. Lejos de presentar un campeonato en un gran estadio lleno de
gente, se trata de un pequeño gimnasio casi sin público, con una primera parte
rodada al estilo más clásico, mostrando buenas técnicas y una segunda rodada
como reflejo de cómo se siente la protagonista. Stephy Tang (Furia y honor) es la actriz que da vida a la
protagonista, demostrando una estupenda condición física y haciendo una
estupenda interpretación. El personaje de Chapman To es sin duda un recordatorio
para la protagonista del espíritu del Karate, de la disciplina para seguir
adelante a pesar de los problemas, algo que es el mensaje subyacente en el
film. Aunque tenemos buenas escenas de Karate, coordinadas por el propio
Chapman To junto a Stephen Au
(Trivisa), Leung Bok-Yan (Fatal
Move), Jack Wong Wai-Lung (Wolf
Warrior 2), Ryouchi Ishijima y Bill Lui Tak-Wai (Legend of the Wolf)
es su filosofía la que es importante. To además firma el guion junto a Erica Li Man (Shock Wave) otorgándole
así un control extraordinario sobre la película.
The Empty Hands es sin duda una estupenda muestra de cine de
calidad, con algo más que personajes arquetípicos, que usa el Karate como
catalizador ante los problemas de la vida, remarcado por cómo aparece y desaparece
el personaje de Chan Kent (Chapman To), evitando una narración lineal donde se
explica todo, un viaje de autoconocimiento de Mari Hirakawa, la protagonista y
de cómo las artes marciales clásicas ayudan al equilibrio en la sociedad en la
que vivimos. Sólo le puedo poner una pega a la película, y es su banda sonora,
que te saca del tono de la película, tanto los temas clásicos que suenan como
el resto, obra de Veronica Lee Tuan-Han
(The Midnight After), algo estridente. A pesar de ello, estamos ante una
estupenda película, ganadora de los premios Film
of Merit y Mejor Actriz en los Hong
Kong Film Critics Society Awards tras recibir diferentes nominaciones en
los Hong Kong Film Awards pero que
debería haber conseguido más. Una película pequeña, sin altas pretensiones pero
como ya he dicho, con una sensibilidad y una poesía visual maravillosa, con ese
equilibrio entre lo comercial y el cine de autor que pocas veces se consigue.
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