Desde que en el año 2000 debutó
en la maravillosa Versus, Tak Sakaguchi ha ido consiguiendo
cierta relevancia en el cine japonés de acción, casi siempre de medio o bajo
presupuesto. A pesar de ser desconocido para el gran público, muchos le han
visto en películas como Azumi
(2003), Godzilla: Final Wars (2004),
Shinobi (2005) o ¿Por qué no jugamos en el infierno?
(2013), films que han conseguido mayor repercusión. Pero curiosamente estos
films no son la mejor muestra de la calidad de Sakaguchi, algo que sí se puede
ver en otros títulos más bizarros como Battlefield
Baseball (2003), Death Trance
(2005), Samurai Zombie (2008) o Yakuza Weapon (2011), locuras, algunas
de Sushi Typhoon, repletas de
acción. En 2013 hizo un parón en su carrera y anunció su retirada del cine de
acción, pero antes quería despedirse a lo grande con Re:Born, y aunque ahora se anuncian nuevos proyectos, no descarto
que realmente el ahora sencillamente llamado Tak, deje de buscar el éxito
masivo como actor, un tema esquivo pero que, como espero haber dejado claro en
esta introducción, nos ha dejado estupendas secuencias con su impecable
técnica.
El planteamiento es sencillo. Un
soldado de las fuerzas especiales ha abandonado la lucha, pero el pasado
siempre vuelve y se pondrá manos a la obra para proteger a su sobrina de los
asesinos que va a por él. Bueno, la historia tiene más matices, con una búsqueda
de profundidad casi existencial gracias a una voz en off, de Rina Takeda (High!
Karate Girl) Pero no nos engañemos, a pesar de los esfuerzos, no consiguen que
sea algo más que una estupenda película de acción. Con un inicio prometedor
pero algo lento, la intensidad de la acción y la duración de estas secuencias
van en aumento, rodadas por un ritmo excelente por parte de Yûji Shinomura, director de Death Trance y coreógrafo de estupendas
películas como Shinobi, Alien vs Ninja o El Camino del Guerrero. Que Shinomura sea el director no es nada
casual ya que todo el planteamiento del film se basa en la unión de tres
talentos que se acreditan como Triple
Crown, que son Shinomura, Sakaguchi y Yoshitaka
Inagawa, creador del denominado Zero
Range Combat, un sistema que busca unir conceptos de las artes marciales
con los militares para reducir la distancia de combate a cero usando sobre todo
cuchillos y demás armas blancas, que son las armas reina de la película. De
esta forma podemos disfrutar de una serie de espectaculares y rapidísimas
secuencias de acción usando diferentes cuchillos e incluso armas de fuego (que
también usa Zero Range Combat) de una forma bastante innovadora. La estupenda
técnica de Tak se despliega, aunque patadas tenemos menos, pero la forma de
moverse y acabar con sus enemigos, por ejemplo, en la secuencia del bosque, es
realmente digna de alabanza. Otro combate maravilloso es el de Tak contra el
personaje llamado Abyss Walker, que no es otro que Inagawa, un duelo estupendo
entre dos auténticas máquinas de pelear.
Además de las escenas de acción,
aderezadas por un trabajo impecable de los especialistas, el resto del film
destila un tufillo a serie B de bajo presupuesto que recuerda a Versus, el debut de Sakaguchi como
actor, pero le sienta muy bien este formato al protagonista, acostumbrado a
moverse en estos terrenos donde goza de mayor libertad creativa. Por ello es
probable que la historia no sea demasiado llamativa ni demasiado trabajada, una
mera excusa para presentarnos a un combatiente cuasi místico. Así justifican
además las escenas de acción, donde todos ponen la carne en el asador. Los
momentos más calmados nos ofrecen aspectos de los personajes para que encaje
todo bien, de forma lógica. Es normal que se compare con Redada Asesina, sobre todo su segunda parte, por el uso de los
cuchillos, pero hay que decir que es muy diferente, dejando estrictamente las
artes marciales de mano desnuda fuera en su gran mayoría. Por eso, para
terminar, quiero volver a dejar claro los tremendos esfuerzos vertidos en la
película para presentar no sólo el sistema de lucha de Inagawa, si no para
ofrecer un enfoque diferente y trepidante de las escenas de acción, rodadas con
pocos planos por golpe, evitando el montaje tan norteamericano, planos amplios
y muy bien rodados, convirtiendo así a la película en una de las buenas
muestras del cine de acción nipón y una buena despedida de Tak.
NOTA: 7’5
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