NIAFFS'19: KIMURA (2017)

Que aparezca una película panameña con las MMA de fondo no es nada habitual, pero aquí la tenemos. Con una clara inspiración en Warrior, el debutante Aldo Rey Valderrama se pasa al largo tras sus anteriores trabajos, dentro del mundo del cortometraje. Una historia dramática con buenos personajes y un villano potente, tópico pero haciendo que el actor que lo interpreta, Jorge Perugorría, se haga fácilmente con él. Muchas veces pedimos películas de artes marciales con buenos guiones, y no siempre se consigue. En esta ocasión creo haber dejado claro que sí se consigue, aunque habrá más de una persona que vea una película algo lenta y con pocas escenas de lucha. Pero ya sabemos lo de la cantidad y calidad, y es que estamos ante una película en la línea del cine de autor, o del cineasta que cuenta historias humanas, dando igual el contexto, pero siendo importante para la propia película. Kimura se presenta así como una buena muestra de lo lejos que han llegado las MMA en el mundo del cine.

Dos hermanos enfrentados, un promotor de lucha mafioso y una mujer, componentes habituales en este subgénero con torneos de artes marciales mixtas. Es indudable que el éxito de Warrior ha conseguido llamar la atención a productores para ofrecer diferentes versiones de la misma historia, pero con ese toque algo comercial al tratar las MMA. Al centrarse en los personajes, tenemos la historia de redención y sobre enfrentarse a los demonios internos ocupando la mayor parte del metraje, pero de vez en cuando aparece Jorge Perugorría para ser ese despiadado mafioso ávido de dinero. Como he dicho al principio, Perugorría ofrece una estupendo villano, amenazador que acelera la película de forma que se nos pase volando. Claro está que la parte final, con el torneo, después de haber visto alguna que otra pelea aislada, rodadas cámara en mano, con algún momento espectacular, pero todo con un toque realista. Ivan Kupei es el director de acción, y consigue lucirse, aunque sabe a poco. Hay que destacar sin duda la pelea final, con un montaje paralelo de las luchas externas e internas. Es decir, mientras vemos el combate en el octógono, se van intercalando planos de otra pelea más sucia, una representación del combate psicológico que ambos personajes sufren. Son estos planos donde Kupei despliega un estupendo arsenal que hacen de esa pelea la mejor del film. Nick Romano (Ilegítimo) es el protagonista, convincente tanto en las secuencias dramáticas como en las de lucha. Se nota cierto entrenamiento de cara a estas escenas, y aunque no estamos ante maestros, nos creemos totalmente tanto a Romano como al resto de actores.


El equilibrio entre drama y la parte más marcial es acertado, aunque se nota que su director busca más aportar una historia interesante, no en vano el guion es suyo junto a Diego Otero, nuevos valores cinematográficos que aportan su granito de arena. No es una película perfecta, claro está, pero hay que aplaudir cualquier película de artes marciales que nos venga, sobre todo occidentales. Son escasas las producciones, al margen de Can Aydin y sus amigos, o de vez en cuando lo que produce Luc Besson. Estamos viendo cómo van apareciendo nuevos directores, actores y coreógrafos que buscan devolver el brillo al género. Y aunque el resultado no sea espectacular, sí consiguen superar una calidad mínima para poder disfrutar de una buena película y unas buenas coreografías. No puedo terminar sin remarcar el título de la película, que hace referencia al torneo de MMA, que sin duda a los fanáticos del cine marcial nos hace recordar a la entrañable saga italiana Karate Kimura. Claro está que no tiene nada que ver, pero no deja de resultar curioso. Resumiendo, una buena película con buena acción, seria y algo deprimente, con sus escenas de entrenamiento y el torneo final, que relaja la tensión de la historia en pos de un buen entretenimiento.

NOTA: 7,5



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