Hace tiempo que,
tanto en este blog como en las redes sociales, aparece el cine indio, una
cinematografía de la que mucha gente no termina de engancharse por la larga
duración de la mayor parte de sus películas, así como los criticados números
musicales (pero luego a refritos como “La La Land”, entre otros, los
aplaudimos, aunque los números musicales estén metidos con calzador y no hagan
que la historia avance) Pero además de los números musicales y de baile
tenemos, como en la película de esta semana, estupendas escenas de acción. El
cine de Bollywood se nutre de directores de acción chinos, thailandeses e
incluso occidentales, firmando trabajos espectaculares y más que recomendados
para los amantes del cine marcial y de acción, y en esta ocasión tenemos a un
sudafricano dirigiendo la acción para una trepidante película que intenta
buscar el éxito de su primera y estupenda parte, y aunque el resultado es
inferior, sigue siendo una película más que recomendable y que no tiene nada
que envidiar a otras propuestas venidas tanto de Asia como de Occidente.
Lejos queda Commando. A One Man Army (2013), donde Vidyut Jammwal (Force) daba el salto
como protagonist en una especie de remake
de Acorralado (1982) pero con artes
marciales. De esta forma conocíamos a este experto en Kalaripayat, y aunque ha
seguido participando en diferentes películas como secundario, Jammwal volvía el
año pasado para seguir su carrera, mientras sigue rodando incluso con
directores de Hollywood como Chuck
Russell (Eraser) en Junglee,
pero para eso queda un tiempo, ya que su estreno está previsto para el 2019.
Mientras esperamos, veamos qué tal le ha ido a Jammwal con esta secuela. De
primeras, tenemos cambio de director, pasando de Dilip Gosh a Deven Bhojani,
director de televisión que da el salto a la pantalla grande con un guion de Ritesh Shah, el mismo de la primera
parte. El cambio de director no es demasiado apreciable, manteniendo una buena
calidad. El mayor cambio se produce en el propio tipo de historia. Si en la
primera entrega teníamos a un comando luchar contra un villano mientras
defiende a una mujer, aquí vuelve a su trabajo gubernamental, pero para
encontrar el dinero negro de altos cargos políticos y sociales de la India.
Como ves, es una historia más tópica, con sus malos y buenos, traiciones,
tiroteos y peleas, conformando una buena película de acción repleta de buenos
momentos. También tengo que decir que, de forma general, la primera entrega es
mejor, pero debido a esa lucha de un hombre solo, permitiendo ir más
directamente al grano, mientras que aquí, la propia trama nos ofrece algo más
que acción, pero cuando se trata de acción, no podemos quejarnos.
Franz Spilhaus, nacido en Sudáfrica, es
el director de acción, tras llevar trabajando como especialista y coordinador
de especialistas en numerosas producciones sudafricanas e incluso
superproducciones de Hollywood rodadas en este país, como Hitman (2007), Marea Letal
(2012) o Agente Contrainteligente
(2016), pero su relación con India es palpable gracias a sus trabajos en la
primera parte de Commando, Casanovva (2012), Goa Goa Gone (2013), Force 2
(2016) o las próximas Thugs of Hindostan
(2018) o Shamshera, que se estrenará
el 31 de julio de 2020. Si has visto cualquiera de ellas, habrás podido
comprobar la calidad de Spilhaus, quien, ya centrándome en la película de hoy,
hace un estupendo trabajo con coreografías que incluyen patadas espectaculares
y técnicas que recuerdan a las empleadas en MMA, con muchas proyecciones y
luxaciones de Jiu-Jitsu o Brazilian Jiu-Jitsu, pero sin olvidar el Kalaripayat
del protagonista. De esta forma Jammwal se luce desde que aparece en pantalla,
demostrando su estupenda forma física incluso en algunos tiroteos. Por otro
lado, tenemos alguna secuencia, como la de la persecución por las calles, que
nos recuerda inevitablemente a la carta de presentación de Tony Jaa, Ong Bak, pero
se perdona ya que aunque no es el tailandés, es igualmente espectacular. Menos
mal que tenemos al lugarteniente, interpretado por Thakur Anoop Singh, que nos ofrece una pelea final brutal. Es
evidente que se trata del lucimiento del actor, pero no sólo físicamente, ya
que, al tener una trama de intriga, se esfuerza en los momentos dramáticos, con
un resultado digno. Puede que lo que le reste potencia es la calidad del
villano, que no está a la altura del héroe a pesar de sus tretas. Por cierto,
la trama de intriga es algo predecible, pero no resta a la película calidad, y
aunque comete errores vistos en películas norteamericanas, consigue mantenerte
pegado al asiento, sobre todo esperando la siguiente escena de acción, con un
uso mínimo de cables. Se agradece el cambio de estilo respecto a la primera,
evitando la repetición del esquema, y aunque se mantiene por debajo de ésta,
como he dicho más arriba, consigue destacar de entre todas las producciones de
la India, ofreciendo, en resumen, una estupenda película de intriga con grandes
escenas de acción. No creas que me olvido de los números musicales,
inexistentes hasta los créditos finales, o de los toques de romanticismo o
comedia, habituales en este tipo de películas de acción, pero todo está bien
llevado y aunque se nota cierto estilo visual hollywoodiense, es un producto
muy exportable y recomendable, sobre todo para los que miran con malos ojos el
cine de Bollywood, una película que puede ayudarte a cambiar de idea y a
disfrutar de buen cine de acción, venga de donde venga.
NOTA: 6´75
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