En el 2011 se estrenó Force, un actioner de John Abraham,
un actor habitual en el cine de acción y poco acostumbrado a secuelas, pero el
éxito de la misma hizo que en el 2016 protagonizase esta segunda parte, dónde
sólo él y Raj Babbar repetían.
Incluso el director cambiaba, pasando de manos de Nishikant Kamat (Drishyam) a las de Abhinay Deo (Blackmail). No es absolutamente necesario ver la
primera parte para poder disfrutar de esta segunda entrega de las aventuras de
Yash, este policía que se verá envuelto en una trama de espionaje donde deberá
intentar detener el filtrado y asesinato de agentes del RAW, es decir, de la
inteligencia india. Una aventura más grande que en la anterior entrega donde
Abraham lucirá sus habilidades para la acción y que podemos ver en Netflix en
España, al igual que otras películas indias, toda una suerte para los amantes
del cine de Bolywood y del cine en general, ya que tenemos en la famosa
plataforma un buen puñado de películas de este país y de distintos géneros,
pero si quieres acción, tienes alguna más además de esta espectacular película.
Con el habitual rodaje
internacional, en este caso en Bangkok (incluyendo las escenas en China) y
Budapest y con escasos pero buenos números musicales, esta secuela ofrece lo
que promete, es decir, más acción y un caso enorme para el policía que
interpreta uno de los duros de la India, John Abraham. La historia realmente es
bastante normalita, una típica historia del gato y el ratón con espías siendo
asesinados, junto a números musicales y unas escenas de acción muy ochenteras y
potentes. Abraham despliega su arrolladora presencia física y su contundente
forma de pelear apoyado por la solvencia de Deo a la hora de colocar la cámara.
A pesar de los visos de blockbuster,
la película se me ha quedado algo corta de pretensiones, siendo una estupenda
película que nos recuerda al mencionado cine de los ochenta por el estilo de
dirección y el tipo de escenas de acción. Tiroteos, persecuciones en coches,
motos, peleas a puñetazos, con algunas patadas que dan más espectacularidad aún
y un excelente trabajo de stunts. Franz Spilhaus (Commando) y Allan Amin (Prince) se encargan de
estas secuencias, haciendo su habitual buen trabajo junto al resto del equipo
de especialistas e incluso a Abraham, toda una fuerza de la naturaleza con
momentos própios de superhéroes, como cuando agarra del parachoques trasero a
un coche, levantándolo a pulso mientras está en marcha. Estas exageraciones no
son demasiadas, con momentos esporádicos que buscan dar mayor espectacularidad,
una sensación contínua durante el film, esa búsqueda de superarse a sí mismo.
Si en la primera parte saltaba una bicicleta en marcha, aquí hace lo propio
pero con un coche, aunque se note el trucaje visual por el ángulo de la cámara,
lo cual no impide que sea una trepidante película que no te deja un segundo de
relax, y eso que hay momentos románticos y musicales, que relajan el tono de la
película.
Las escasas referencias a la
primera parte pueden ser un spoiler
si ves primero la segunda parte, pero como he dicho, no impide que podamos
verlas desordenadas, también debido a que Netflix no ha comprado la primera
parte para poder ver este díptico imprescindible dentro del cine de acción made in India. Pasando al resto del
reparto, no está a la altura de Abraham, empezando por la que será su compañera
durante la misión, Sonakshi Sinha (Dabangg)
o el villano, Shiv, interpretado por Tahir
Raj Bhasin (Mardaani), sin la fuerza necesaria pero para ofrecer una lucha
entre la potencia física de Abraham y la astucia de Bhasin, pero que se me
antoja un punto flojo de la película. No obstante el guion consigue dar la
potencia necesaria para ofrecer lo que es, una superproducción india,
espectacular y que saca lo mejor de Abraham, con pocas escenas donde pueda
lucirse dramáticamente, pero alguna tenemos, por no hablar de donde se lía a
mamporros o a disparos, con sus frases lapidarias y planos heroicos como los
indios saben hacer. Escasa ayuda digital o de cables y un buen equilibrio entre
momentos destroyer como es ver a
Abraham atravesar puertas persiguiendo a su enemigo y más estilizados, usando
patadas y coreografías marciales, para un regreso a la esencia del cine de
acción y una nueva demostración del nivel indio en este género. Por último
quiero destacar el mensaje final patriótico, dedicando la película a los
agentes reales del RAW en ese tema musical rabioso y potente durante los
créditos finales.
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