La batalla de Sekigahara es sin
duda uno de los grandes momentos de la historia bélica japonesa. No sólo por la
magnitud de la propia batalla, si no por el punto de inflexión que supuso para
la historia de Japón. Se ha llevado innumerables veces al cine, sin olvidar
series de televisión, novelas o su aparición en otras historias. El pasado año,
Masato Harada, actor, guionista y
director (incluso editor, como es el caso de esta misma película) estrenó esta
superproducción de dos horas y media adaptando el mismo la novela de Ryotaro Shiba y que consiguió en los
premios de la academia de cine japonesa los premios a mejor fotografía, sonido
e iluminación, y eso que también estuvo nominada a mejor película, actor,
director, actor de reparto, banda sonora, dirección artística y montaje. Una
monumental película que no cuenta sólo lo que ocurrió en dicha batalla, yendo
un paso más allá para explicarnos todo lo que ocurrió antes y provocó dicha
batalla, las luchas políticas por el poder y todo contado sin aburrir, evitando
terrenos farragosos y haciendo disfrutar a los amantes del cine de samuráis.
A veces puede resultar complicado
entender los conceptos políticos japoneses en aquella época (la batalla ocurrió
en el año 1600), pero Harada, o quizás el autor de la novela, Shiba, han
conseguido evitar entrar en esos terrenos cenagosos para que se entienda bien,
aunando el clasicismo cinematográfico con un toque moderno lleno de ritmo y
evitando caer en tópicos. De las mencionadas dos horas y media de duración,
tenemos la batalla en la última media hora, conociendo a los personajes
principales, sus motivaciones y todo el contexto político que provocó el famoso
enfrentamiento. Un guion potente, sin fisuras y equilibrado, ofreciendo no sólo
política y una batalla, sumando a esto personajes bien descritos, e incluso una
pequeña historia de amor que no lastra para nada esta mezcla. El buen hacer de
Harada junto a la solvencia de sus actores, sobre todo por el gran Koji Yakusho, actor fetiche del
director Kiyoshi Kurosawa, pero sin olvidar a Junichi Okada (Hana) o a Kasumi
Arimura (I am a Hero), interpretando respectivamente a Ieyasu Tokugawa, el “villano”,
Mitsunari Ishida, el “bueno” y a Hatsume, la ninja de la que se enamorará
Mitsunari. Además tenemos a Takehiro
Hira (Bushidou), con esa poderosa interpretación del samurái Sakon Shima.
Las relaciones entre ellos y cómo era la sociedad y la política de esa época
marcan las primeras dos horas de metraje, estableciendo el marco que provocará
la batalla del título. Aunque a veces cae en ciertos tópicos, sobre todo por el
personaje de Tokugawa, hace que no odiemos a este villano al cien por cien,
ofreciendo matices que nos hacen dudar de esos roles de buenos y malos, si bien
es cierto que nos hacen empatizar con Mitsunari.
Como he dicho, el clasicismo se
une con cierto toque moderno, evitando caer en los maniqueísmos más trillados,
tanto visuales como en el desarrollo de los personajes. Incluso en la batalla,
Harada evita el morbo o la espectacularidad comercial para ofrecernos algo más
realista, sin olvidar los momentos sangrientos y violentos. Centrándome en la
batalla, el trabajo de Seiji Mori (coreógrafo
de lucha) y de Taketo Nakamura
(coordinador de especialistas) es de gran calidad, con momentos puntuales tanto
antes como durante la batalla. Quiero destacar una rápida pelea de Hatsume
contra otros ninjas, que podría estar mejor rodada, pero que se nota la calidad
del trabajo. Lo mismo pasa durante la batalla, llena de lanzas, katanas,
explosiones, cañones y sangre. Me ha llamado la atención el escaso morbo y la búsqueda
del efectismo, e incluso podría decir que en ciertos momentos es algo pobre,
pero la contundencia y el impacto psicológico sobre los líderes constata la
importancia de esta secuencia como una herramienta para que la historia avance,
lejos de ser un complemento metido como relleno para ocupar metraje. No es tan
importante lo que ocurre durante la batalla como lo que sucede antes, pero
cuando llega el momento de la lucha, disfrutamos y sufrimos con los personajes,
y eso que al ser un suceso histórico, los conocedores de lo que ocurrió ya
sabrán el destino de los personajes. Aún así, es una estupenda y épica
película, muy bien dirigida, con personajes, con una exquisita recreación
histórica, algo habitual en el jidai geki
o cine de época japonés (aunque normalmente este género nipón se desarrolle en
el período Edo, que comenzaría tres años después de la batalla) y un buen
trabajo de los especialistas. Drama, amor, acción, samuráis, ninjas (alejados
de estereotipos occidentalizados) y todo bien enlazado y como he dicho antes,
muy bien equilibrado. Sin duda, una estupenda película nada pesada a pesar de
su extenso metraje.
NOTA: 7,75
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