Esta semana
abandonamos Asia para hablar de una sorprendente película australiana, a medio
camino de la ciencia-ficción cyberpunk
y la acción, ofreciendo dosis de ambos géneros para deleite de sus aficionados,
pero siendo además una película muy accesible para públicos menos acostumbrados
a los mencionados géneros. Cierto toque de serie B, pero sin ocultar sus
pretensiones de ofrecer un producto superior a la media, oscuro y violento pero
sin olvidar ciertos momentos cómicos. Si a esto le unimos unas estupendas
secuencias de acción, mejor aún, añadiendo un título que en futuro puede llegar
a ser de culto, al estilo de Plan B
(2016) y es que últimamente van apareciendo títulos potentes fuera de
Hollywood, de forma puntual pero con paso firme que enriquece al cine de acción
y pone de manifiesto el trabajo del equipo de acción, tanto de los coreógrafos
de lucha como los coordinadores de especialistas y los propios stuntmen. Todo esto lo tiene Upgrade.
Tras perder a
su mujer asesinada delante de él, y relegado a una tetraplejia, un hundido
hombre tendrá una segunda oportunidad cuando un conocido le ofrezca insertarle
un chip de última generación, denominado Stem.
Gracias a Stem, una inteligencia artificial con la que puede comunicarse,
comenzará a investigar el asesinato de su mujer entrando en una espiral llena
de violencia. Todo esto transcurre en un futuro cercano donde la tecnología se
adueña de las vidas de la población, con insertos cibernéticos que incluyen
armas implantadas en los brazos, aspectos muy cyberpunks que se refuerzan con una ambientación que introduce esos
conceptos tecnológicos de forma esporádica, como en esos coches automatizados,
los drones eso las formas de comunicación, como esa mesa/pantalla. A la vez
ofrece localizaciones actuales, buscando esa cercanía con nuestra época. Por
otro lado presenta el conflicto con este mundo digital con su protagonista, un
estupendo Logan Marshall-Green (La
Invitación), mecánico de los de toda la vida, con grasa en las manos. A pesar
de su reticencia, terminará con el chip en la nuca, dependiendo de la
tecnología que detesta. Los momentos dramáticos son sobre todo al principio,
donde te van presentando a los personajes y preparan la trama, pasando a ser un
oscuro thriller de investigación pero
aderezado de las comentadas secuencias de acción. Y en este apartado, tengo que
hacer hincapié.
Para hablar de
las escenas de lucha, hay que tener en cuenta que como coreógrafo tenemos a Chris Weir, un nombre poco conocido a
pesar de llevar doce años trabajando como especialista en producciones
televisivas o cinematográficas, incluyendo muchos blockbusters veraniegos de Hollywood, como la tercera entrega de
Thor o la última de Piratas del Caribe,
y debuta en esta película como coreógrafo. Pero además es campeón internacional
de Karate y fue elegido Instructor de Karate del Año en el 2004, es decir, que
estamos ante un hombre entregado a las artes marciales y especializado en lucha
escénica, entre otras cosas. Y aquí demuestra que tiene los títulos por algo en
concreto, desarrollando una serie de peleas tremendamente técnicas pero
efectivas, muy bien ejecutadas por los actores y por los especialistas. A esto
le unimos la excelente dirección de Leigh
Whannell (Insidious: Capítulo 3), un actor que firma un segundo trabajo
mucho mejor que en su debut en el cine de terror. Los movimientos de cámara nos
permiten ver las técnicas perfectamente, dando cierto toque de angustia para
terminar de forma brutal, violenta y sangrienta, sin andarse por las ramas. Una
acción directa presentada de forma cruda. La experiencia en ese otro género, el
terror, le permite desarrollar una atmósfera muy marcada y que puede llegar a
parecer terrorífica, pero es esa sociedad y ese toque de ciencia-ficción oscura
que sirven de trasfondo a la historia lo que parece obligar a esos estallidos
de violencia. Para terminar, se nota que no trata de apuntar más lejos de lo
necesario, como le viene pasando a algunas películas de ciencia-ficción
actuales, esa especie de apariencia de cine de autor intentando no salirse de
ciertos estereotipos del subgénero a propósito, terminando por ser a veces
pedantes y vacíos. Aquí deja claro lo que se ofrece, y es una estupenda
película de acción, con algunas de las mejores secuencias de estos últimos años
en occidente junto a un guion con giros que te tiene enganchado todo el rato.
NOTA: 7´75
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