OPERACIÓN DRAGÓN. CERTIFICANDO UN CLÁSICO


Mucho se ha escrito sobre Operación Dragón (Robert Clouse. 1973) y siempre se la ha considerado un clásico indiscutible del cine marcial. Obra magna de Bruce Lee que le consiguió el éxito internacional como bien sabrás, a pesar de fallecer antes de su estreno. No sólo no vio el éxito de la película, tampoco ha podido ver la proyección que ha tenido ni la enorme influencia e importancia dentro de la historia del cine, tanto del marcial como del general. Muchas son las alabanzas que solemos leer o escuchar, y también existen voces críticas que la tachan de obsoleta sólo para enaltecer a sus nuevos ídolos, algo innecesario. Pero sin duda Operación Dragón es parte inherente de la historia del cine, no por ser únicamente la película que encumbraría al mito, ni por el carisma desplegado por Bruce en su metraje. La enorme influencia que ha tenido en tantísimos títulos, así como el valor de otros muchos elementos que vamos a ir desgranando en las siguientes páginas, nos darán una idea aproximada de todo lo que significa esta película.


Ha llegado hasta nuestra época manteniéndose tan fresca como siempre, sin envejecer, demostrando que el carisma de Bruce es indiscutible. Pero, ¿qué es lo que convierte a este film en el clásico que es? Para empezar hay que hacer un viaje en el tiempo a marzo de 1973, cuando se estrenaba De profesión – Invencible (Tian Xia Di Yi Quan AKA King Boxer. Walter Chung Chang-hwa. 1972) El éxito en Asia de Bruce Lee con sus tres primeras películas hizo que la mismísima Warner Bros. comprase la película, la doblase y estrenase en Estados Unidos, abriendo un poco la puerta al cine de Kung Fu pero sin lograr el éxito esperado. Mientras tanto, la Warner tenía en la recámara Operación Dragón, y si bien la película protagonizada por Lo Lieh conseguía cierto éxito, seguía siendo una producción puramente hongkonesa de distribución limitada por lo que realmente se convertía en un estudio de mercado para comprobar la recepción de este tipo de cine en Estados Unidos. Por ello hay que tener en cuenta que Operación Dragón era la gran apuesta para el cine de Kung Fu, una co-producción con Estados Unidos de la mayor estrella del género. Hasta este momento, la aparición de chinos en Hollywood era arquetípica y en muchos casos racista. Recordemos que Bruce estuvo con la Warner durante años y le ningunearon continuamente, desde El Círculo de Hierro (Circle of Iron. Richard Moore. 1978) hasta Kung Fu (1972-1975), pasando por las series de televisión en las que participó gracias a su alumno Stirling Silliphant. Y eso que El Avispón Verde (The Green Hornet. 1966-1967) había conseguido cierto éxito a la Warner gracias a su serie hermana o mejor dicho madre, Batman (1966-1968) El caso es que al final, después de todas las calamidades que sufrió Bruce en la Meca del Cine, conseguir protagonizar una película allí era toda una victoria no sólo para el Pequeño Dragón, si no para la población china mundial que veía cómo una de sus estrellas debutaba a lo grande con Operación Dragón. Ya desde su título original, Enter the Dragon, se dejaban claras las intenciones de presentar a nivel mundial a Bruce Lee. De esta forma tenemos el primer elemento de importancia en esta película, la primera protagonizada por un chino, a pesar de meter a una estrella como John Saxo o a Jim Kelly en su debut marcial. Si esta película no existiese, le hubiese resultado mucho más difícil a gente como Jackie Chan o Jet Li llegar donde han llegado. La dignidad del pueblo chino se restauraba en Furia Oriental, por lo que llegar a protagonizar una película en Hollywood se convertía en un paso más en esta reafirmación cultural y a Bruce en un icono, un héroe popular a la altura de Wong Fei Hung o Fong Sai Yuk. Sin duda es el aspecto más importante del film del que te hablo, un hito histórico sin parangón en la historia del cine. Seguramente alguien piense en el tailandés Tony Jaa, pero sólo hay que ver su carrera en Hollywood, como secundario de relleno totalmente prescindible y desaprovechado, nada que ver con el Pequeño Dragón. La imagen que daba Hollywood de los chinos siempre ha sido mala. Recordemos que en muchas ocasiones eran actores occidentales caracterizados, puros estereotipos. Uno de los más famosos es Fu Manchú, surgido de la imaginación del escritor Sax Rohmer que debutó en 1913, un malvado mandarín a medio camino de los mad doctors que en parte fue culpable de este arquetipo. En el cine actores como Boris Karloff, David T. Bamberg o Christopher Lee se encargaron de darle vida. Los chinos eran considerados el peligro amarillo, como los denominó el magnate Randolph Hearst en la década de 1910, fuerzas demoníacas que invadían su país y que Fu Manchú representó icónicamente. Al margen de personajes villanos como Fu Manchú, cuando aparecían en pantalla, incluso con actores chinos, siempre aparecían como secundarios trabajando en profesiones de baja calidad, incluyendo esa eterna construcción del ferrocarril en westerns. Trabajos que los blancos no querían, por lo que o bien estaban mal vistos. Claro está que no siempre fue así, como demuestra otro personaje literario que incluso tiene conexiones con el propio Bruce Lee como es Charlie Chan, creado por Earl Derr Biggers  en 1925 en la novela La casa sin llave. Se trataba de un detective chino-americano, justo lo contrario a Fu Manchú. Conocido con el sobrenombre del chino amistoso, fue interpretado por primera vez por un actor japonés, George Kuwa, al que siguió otro japonés, Sojin Kamiyama. Curiosamente, estas dos encarnaciones minimizaban el personaje de Chan, algo que se repitió posteriormente cuando el encargado de ser este simpático detective fue el surcoreano E. L. Park, que aparecía en los diez últimos minutos de Tras la cortina (1929) Dos años después pasaba a manos del sueco Warner Oland, y hay versiones de países como México o Cuba y nombres ilustres como Peter Ustinov, en La Maldición de la Reina Dragón (1981) Radio, televisión, cómics… También películas chinas, que, evidentemente, contaban con actores nacionales, concretamente seis películas, pero en Hollywood ya vemos que a lo que se enfrentó Bruce en su periplo por la Meca del Cine, era la consecuencia de este comportamiento racista.


Como bien podemos ver en Dragón, la vida de Bruce Lee (1993) cuando Bruce (Jason Scott Lee) está viendo en un cine Desayuno con Diamantes (1961), con el actor Mickey Rooney interpretando a un personaje nipón, Yunioshi, o a Marlon Brandon en La casa de té en la luna de agosto (1956). Podríamos decir que incluso era una constante la demonización de los asiáticos. Como recordarás, Bruce Lee hizo pruebas para Number One Son en 1965, para interpretar al mismísimo hijo de Charlie Chan, proyecto que finalmente no se llevó a cabo. LA aparición de Bruce Lee en el panorama internacional conllevó la exportación desde Hong Kong de cine de Kung Fu. A pesar del mencionado estreno con Lo Lieh anterior a la aparición de Operación Dragón, esto no se consiguió de verdad hasta que llegó la fecha del 26 de julio de 1973.
Numerosos títulos comenzaron a llegar a cines estadounidenses, acentuándose con la aparición del video club. No podemos olvidar que en 1974 daba el pistoletazo de salida la Bruceploitation con Ho Chung-Tao, o Bruce Li, pionero con el biopic Bruce Lee. A Dragon Story (1974), iniciando así este subgénero que tuvo la clonación como base. Tanto Li como Bruce Le y Dragon Lee reinaron durante los setenta copiando a Bruce en todo. Elementos fácilmente identificables, una especie de reglas no escritas que se siguieron en busca del éxito fácil. Imitación de gestos, posturas y gritos del Pequeño Dragón, arañazos en la cara o abdomen, monos y chandals amarillos con la franja negra de Juego con la Muerte, villanos con garras como en Peleas Callejeras (1982) con Harold Sakata, salido de la saga de James Bond, secuelas bastardas de las anteriores películas de Bruce, remakes más o biopics. Nunchakus, claro está. Los intentos de estos tres clones de salirse de la sombra del original, no consiguieron el éxito esperado, por lo que aguantaron, junto a muchas más producciones menores, que abusaban de todo esto sin pudor y convirtiéndose en una comida rápida para el público ávido de más Bruce Lee. Producciones medio respetuosas que convivían con otras que llegaban a la irreverencia, siempre apoyándose en el fallecido astro. Es inevitable pensar en cómo el estreno de una sola película consiguió exportar toda una industria cinematográfica a todo el mundo, algo inaudito e impresionante. Convulsionar toda la industria cinematográfica mundial de esta forma, abriendo un mercado cuyo eco continua en el siglo XXI. El mundo actual, interconectado, ha ido filtrándose gradualmente y es fácil ver películas de cualquier país. Este mercado incluso podríamos decir que adoptó la filosofía de Bruce, se ha adaptado como el agua, fusionándose poco a poco, dejándose llevar por la propia velocidad de desarrollo de la sociedad. Pero en la era analógica, era impensable que el estreno de una película en Norteamérica con un protagonista chino consiguiese tanto. Esto fue Operación Dragón, y no ha vuelto a ser igualado.
menos alocados o

No voy a entrar en hablar del rodaje, sus complicaciones y aventuras, un tema muy trillado que realmente nos mostraría las dificultades con las que tuvo que enfrentarse Bruce hasta que se estrenó el film con él fallecido. Puede que el halo de misticismo que rodeó a Bruce en el momento de su muerte ayudase al éxito de la película, pero cualquier fan suyo o del cine de artes marciales es consciente de la potencia visual del Pequeño Dragón y el arrollador carisma que desprendía en cada plano en el que aparecía. Las fantásticas coreografías de Bruce con su estilo contundente y nada clásico, le alejaban de un cine de Kung Fu más técnico, algo que, aunque gustaba en aquella época, conseguía que la mayor parte del público las viese con cierta reticencia. La estupenda condición física de Bruce y el trabajo de los especialistas de Hong Kong, con la flor y nata de la industria trabajando en la película, refrescaban las escenas de acción vistas en Hollywood ofreciendo algo diferente a lo que el cine de Kung Fu hongkonés, normalmente de la Shaw Brothers, y diferente a lo que la acción occidental solía mostrar, peleas a puñetazos y escasa presencia de patadas u otros sistemas de lucha. Antes de continuar, aprovecho para recordar que al margen de los estrenos de películas chinas como De profesión – Invencible, las artes marciales eran escasas, apareciendo en películas como Sólo se vive dos veces (You only live twice. Lewis Gilbert. 1967), donde aparecieron ninjas por primera vez en Hollywood. Los Aristócratas del Crimen (The Killer Elite. Sam Peckinpah. 1975) fue una de las que las incorporó gracias al éxito de Bruce, como el mítico director de la misma afirmó en 1975 durante una entrevista de promoción para Los Angeles Herald-Examiner cuando le preguntaron sobre la preparación de la película. Se limitó a contestar que fue viendo las películas del Pequeño Dragón. Que un director como Peckinpah, toda una leyenda del cine con títulos como Grupo Salvaje (The Wild Bunch. 1969) o La Huída (The Getaway. 1972), diga esto nos hace una idea de la importancia que tuvo para el cine marcial y de acción. El lanzamiento de Bruce, toda una estrella china, en una película norteamericana es un hito histórico del cine, no sólo del marcial, marcando un antes y un después tanto en el género como en el cine en general, abriendo las puertas a los que han venido después. Sin esta película, es más que probable que el posterior cine marcial, asiático u occidental, no fuese tal y como lo conocemos.


Seis días después de fallecer Bruce se estrenaba Operación Dragón, y la inversión de menos de un millón de dólares en el film terminaba su carrera comercial con casi 22 millones de recaudación en todo el mundo, a los que habría que sumar su posterior edición doméstica, VHS, Beta, DVD, BR, pases de televisión. Sin duda unos abultados beneficios que auguraban una estupenda carrera al Pequeño Dragón pero que con su muerte dejaron un vacío alarmante a todos los niveles. Pero gracias al impacto mundial de Bruce, se empezó a buscar un sustituto. Por un lado se buscaba al “nuevo Bruce Lee”, provocando un notable aumento en la producción china y mundial. Jackie Chan fue uno de estos reemplazos protagonizando bajo las órdenes de Lo Wei, el director de los dos primeros films de Bruce, con Furia Oriental II (Xin Jing Wu Men. 1976), a la que siguió varios largometrajes más con Wei hasta que en 1978 consiguió desarrollar su estilo personal, alejándose de la sombra de Bruce. Todos estos títulos conseguían llegar a Estados Unidos junto a muchos más, todo por la fiebre desatada por Operación Dragón. La Bruceploitation surgió no para buscar un sustituto, que también, si no directamente para explotar la imagen del Pequeño Dragón con la aparición de los famosos clones, destacando a Bruce Li, Bruce Le y Dragon Lee. Elementos de las películas del original era copiadas con descaro, incluyendo referencias visuales a la obra magna, como los arañazos, el vestuario, actores, como Bolo Yeung, sin olvidar los argumentos, ya fuesen secuelas, remakes o películas con tramas originales pero con secuencias algo más que inspiradas. No podemos olvidar esa unión entre la Bruceploitation y la Blaxploitation, que aprovecharon a Jim Kelly para que fuese la versión afro del Pequeño Dragón. Esto provocó la aparición de otros actores de color como Ron Van Clief y la incorporación del Kung Fu en muchos títulos. Claro está que este subgénero no se basaba únicamente en Operación Dragón, pero el éxito internacional de la misma sí conllevó a su nacimiento y posterior difusión por todo el planeta. También hay que destacar el uso de la banda sonora compuesta por Lalo Schifrin en numerosas películas de este subgénero, siendo fácilmente reconocible.

CINE DE TORNEOS Y ESTRELLAS MARCIALES
El cine de Kung Fu ya había usado el tema de los torneos de artes marciales en muchas películas, pero de nuevo el éxito del film póstumo de Bruce se puede considerar el padre de este otro subgénero. Hay cambios sustanciales en el concepto de torneo de Operación Dragón, ya que aunque tenemos una historia secundaria con Han y sus negocios criminales, o la venganza, el propio torneo es sumamente importante al usarlo el villano como tapadera y como herramienta de búsqueda de nuevos talentos para incorporarlos a sus filas, siendo, evidentemente, las escenas donde podemos disfrutar de artes marciales. En la mencionada De profesión – Invencible ya había un torneo que enfrentaba a las dos escuelas protagonistas, pero la trama terminaba yendo por otros derroteros, por lo que la aparición de Operación Dragón constituía un nuevo enfoque al tema de la competición que se copiaría o inspiraría numerosos títulos del cine marcial, sobre todo a la hora de lanzar nuevas estrellas Lucha o muere (Kill or be killed), lanzando al sudafricano James Ryan y calcando el argumento de Operación Dragón, sustituyendo la isla de Han por la fortaleza en medio del desierto del general alemán Von Rudolff. Ryan volvería en Mata y mata otra vez (Kill and kill again. 1981), y aunque continuó su carrera, no consiguió el éxito esperado. Ese mismo año el campeonísimo Joe Lewis estrenaba Los Cinco Invencibles (Force: Five) que aunque no usaba el tema de los torneos, sí plagiaba el tramo final. Este dato es curioso al ver que, a pesar del éxito en 1973 del film original, no fue realmente hasta los ochenta que empezó a desarrollarse este subgénero de competiciones. Por ello está claro que la Bruceploitation, aunque también usó elementos de Operación Dragón, no se desarrolló en torno a este film de forma exclusiva. En los ochenta el cine marcial sufría cierto bajón tras el boom ninja y las películas de Chuck Norris, y en esa búsqueda de nuevos valores aparecía una película titulada Contacto Sangriento (1988) con un joven Jean Claude Van Damme en el que sería su primer éxito. Este film, como se indica al principio, está basado en hechos reales, supuestamente, pero es más que evidente las similitudes con Operación Dragón, incluyendo la presencia de Bolo Yeung. ¿Habría existido esta película sin Operación Dragón? En mi opinión, no, a pesar de las diferencias. Y es que el cine de torneos, a pesar de ser un subgénero del cine marcial, no ha tenido el éxito que tuvo la película de Bruce hasta que llegó el clásico ochentero de Van Damme, pero es más que evidente que todas se reflejan en la del Pequeño Dragón. El no conseguir éxitos ni ser demasiado prolífico desde su estreno hasta la de Van Damme, fue un elemento que le vino extremadamente bien para conseguir el éxito que tuvo. Después de ella, y de sus secuelas, han seguido apareciendo películas con torneos de todo tipo, pero la obra magna es sin duda Operación Dragón, siendo así la película madre de todas ellas. También es cierto que es un tema recurrente, el de los torneos, ya sean legales o ilegales, dentro del cine marcial, que suele salvar casi cualquier film. Da igual la historia que lleve al protagonista a estos torneos, el caso es que se meta en ellos y pelee, siendo inevitablemente comparada con Operación Dragón.
del género. En 1976 se estrenaba
Otro aspecto tremendamente importante de Operación Dragón es la repercusión de Bruce en el cine marcial moderno gracias a su estreno. Si hablas con cualquier estrella, todos dicen lo mismo, que sin Bruce, ninguno de ellos existiría, al menos cinematográficamente hablando. El estreno provocó, como hemos visto, un aluvión de estrenos marciales, así como reestrenos de sus anteriores películas haciendo que muchos críos quisiésemos ser como Bruce Lee. Es sin duda la película que nos presentó a Bruce a Occidente y al no regirse estrictamente por los cánones hongkoneses, es la más accesible, sobre todo en los setenta. Nunca habíamos visto a nadie como él, con su magnetismo, su carisma y su técnica, totalmente diferente a lo que sus compañeros, Jim Kelly y John Saxon, ofrecían delante de la cámara. El tipo de héroe que Bruce nos presentaba en esta película desbancó por completo al estereotipo del héroe de acción habitual en Hollywood, y por fin las artes marciales tenían un representante que inspirase a los seguidores del género a ser como él, y vaya si lo consiguió. Jean Claude Van Damme o Scott Adkins han afirmado en repetidas ocasiones que gracias a Bruce empezaron a practicar artes marciales, aunque Adkins también ha declarado que el propio Van Damme es uno de sus ídolos, pero la aparición del Pequeño Dragón marcó un antes y un después para numerosos actores y personalidades de todo ámbito, como demuestra el documental Yo soy Bruce Lee (2012) Actores, deportistas, músicos… todos fascinados por Bruce, por su filosofía,  y sin Operación Dragón nada de esto hubiese sido posible. Inspirar a millones de personas, crear un subgénero, promover el cine hongkonés y de Kung Fu, devolver el orgullo chino de forma internacional, romper estereotipos. Todo ello fue posible gracias al estreno de esta mítica película y de su éxito. Creó un icono pop en toda regla, pero ofrecía algo más allá de una imagen, de un estereotipo nuevo que sustituyese al viejo.
Es evidente que el fallecimiento de cualquier estrella siempre ha ayudado a que sus películas póstumas sean éxitos de taquilla, a veces merecidos, otras veces no, pero en el caso de Operación Dragón ya hemos visto que sí es merecido. Todos sabemos sobre la lucha contra el racismo en Hollywood que tuvo Bruce, yo mismo lo he mencionado en este mismo artículo. El motivo es sumamente importante. Los estrenos de las primeras películas del Pequeño Dragón en China le habían convertido en estrella, y en Furia Oriental el orgullo chino volvía a brillar, alimentando a muchos jóvenes, por lo que el triunfo de protagonizar una película en la Meca del Cine hacía que este movimiento se convirtiese en internacional, dejando claro que ser chino no significaba valer menos que los occidentales. De nuevo no hay parangón en la Historia del Cine de algo similar, que trascienda el propio cine para transformarse en algo social y revolucionario. Un sentimiento que logró no sólo despertar en sus compatriotas en China, si no que lo despertaba dentro de cualquier chino en cualquier parte del mundo, convirtiendo a esta película en una herramienta para hacer llegar un mensaje. Una victoria agridulce ya que todo esto nunca lo vio Bruce, lo que provocaría el estreno de una película protagonizada por un desconocido chino, un desconocido negro y una estrella menor de Hollywood. De esta forma vemos que el estreno de Operación Dragón conllevó una reacción en cadena que sigue activa actualmente. Millones de personas tienen a Bruce Lee como algo más que un actor de artes marciales, una guía, una inspiración internacional que no hubiese existido sin este film.
¿Qué hubiese pasado si no se hubiese rodado nunca? No tendríamos a Jackie Chan, a la Bruceploitation, a Van Damme, a Chuck Norris, a Scott Adkins, Donnie Yen, Tony Jaa o a Jim Kelly, los gimnasios y las artes marciales no se hubiesen popularizado, y posiblemente las MMA se hubiesen desarrollado más lentamente ya que su filosofía del Jeet Kune Do no se hubiese conocido excepto por los estudiosos del cine de Hong Kong y de sus estrellas. Bruce podría haberse quedado siendo una estrella en Asia, pero sabemos que tarde o temprano hubiese rodado en Hollywood esta misma película. O quizás hubiese fallecido tras Juego con la Muerte, pero el proyecto original no tenía mucho que ver con la Meca del Cine, y eso que la aparición de Kareem Abdul Jabbar podría haber conseguido que se estrenase, descubriendo al mundo a Bruce. Elucubraciones que no llevan a ningún lado ya que la realidad es la que es, y Operación Dragón es esa piedra angular del cine marcial y chino, que puede haber sido superada en algunos aspectos, como el técnico, ya que sabemos que Robert Clouse no tiene el talento que podría parecer, viendo su filmografía posterior, serie B básicamente y con sus conexiones con Bruce. Hay gente que prefiere las coreografías de Scott Adkins, por citar a una estrella, pero es indudable que el significado que tiene el estreno de Operación Dragón, ese punto de inflexión para todo el cine hongkonés y marcial posterior, la convierte en la Obra Maestra que es, más allá de puramente cinematográfico. Puede sonar pretencioso, pero es absolutamente necesario que todo esto se incluya en la Historia del Cine más oficial que haya, que se estudie para ver cómo una película de un género muy concreto, puede convulsionar a todo un planeta, promover una cultura, devolver un orgullo herido además de ofrecer dentro de su género algo más que buenas coreografías de lucha. Es un punto que no he tratado aún, la filosofía.
LA FILOSOFÍA DENTRO DE OPERACIÓN DRAGÓN. EPÍLOGO
De todos es sabido que Bruce, en cuanto empezó a controlar sus películas, incluía sus pensamientos filosóficos, ya fuesen aplicados a las artes marciales o bien en los diálogos. El combate original de El Furor del Dragón iba a alternar en varias ocasiones entre Bruce y Norris al que iba ganando, pero por temas de tiempo de rodaje, terminó siendo el Combate del Siglo que conocemos. Aún así, podemos ver cómo a filosofía de Bruce se plasmaba en la pelea, aunque sea aparentemente tan simple como es la adaptación de Tang Lung al estilo de su adversario. En Operación Dragón también tenemos filosofía, pero de otro modo, sobre todo en palabras, en las escenas donde habla con su alumno al principio y en el diálogo con su maestro, Roy Chiao, que se repetirán en el combate final de la Sala de Espejos de Han. En ambos casos se daba un halo de misticismo al personaje de Bruce y al Kung Fu, pero lejos de fantasías. Esto se acentuaba con el personaje de Bruce, serio, alejado de distracciones mundanas, casi estoico y con su sentido del honor llevado al límite por su hermana y por el mismo Templo Shaolin al que representa. Matices que enriquecen al personaje y a la propia representación de la cultura china, algo que quería el propio Bruce. Gracias a todo ello se ha estudiado la filosofía del Pequeño Dragón, es decir, que Operación Dragón contribuyó igualmente a popularizar no sólo la filosofía de Bruce, si no la que él mismo estudiaba, a Lao Tse, Krishnamurti o Espinoza. Y al descubrir sus estudios, hemos conocido su aplicación a las artes marciales, a recuperar sus artículos de revistas anteriores a su éxito cinematográfico y a conocer en profundidad la mente de una persona adelantada a su tiempo. Un enfoque revolucionario de las artes marciales y su aplicación en el cine, separando ambos mundos. Incluso tenemos los guantes sin dedos que usa en la que fue la última secuencia que grabó Bruce, contra Sammo Hung, tan usados actualmente en las competiciones de MMA.


La historia del cine marcial y de tantísima gente cambió gracias al estreno de esta película que tratamos aquí. Mirar hacia delante y hacia atrás en el género es consecuencia directa de la aparición de este largometraje. Nada sería lo mismo a partir de 1973, fecha que se marcaría a hierro en la memoria colectiva de los amantes del género y que llega a nuestros días con la misma fuerza e importancia. Todos los problemas del rodaje, los enfrentamientos, las alegrías… todo eso provocó que hoy, 45 años después de su estreno, estemos hablando de ella. Kung Fu, Shaolin, torneos, villanos pulp, venganzas, tráfico de drogas, de mujeres, pelos afro… una mezcla ecléctica, hija de su época, pero a la vez madre de tantos largometrajes y artistas marciales. A lo largo de este artículo hemos ido viendo la importancia que ha tenido este film que, resumiendo, dio visibilidad al pueblo chino, nos trajo a Bruce Lee a Occidente, convirtiéndolo en toda una leyenda icónica, revolucionó al cine marcial y provocó un subgénero como la Bruceploitation. Que consiga todo esto el estreno de una película es sin duda digno de elogio y de estudio, un hecho histórico que no siempre se le da el valor que le corresponde pero que se merece. Ahora, cuarenta y cinco años después de su estreno, reivindicamos y certificamos la importancia de una película que por desgracia Bruce no pudo disfrutar, pero que nos regaló tras todas las luchas que sufrió para que fuese como es. Una auténtica obra maestra del cine marcial llena de detalles. Para terminar, quiero incluir aquí la importancia que tiene para mí. En la dorada época de los videoclubs alquilaba tanto las películas de Bruce, incluyendo las ediciones piratas con títulos como Chinese Connection (es decir, Furia Oriental) como las producciones de Bruceploitation que nos engañaban sobre la presencia del Pequeño Dragón, pero un buen día aparecía Operación Dragón, y a pesar de haber visto el resto de su filmografía, lo que transmitía este film no lo tenía el resto, aportando elementos como los vistos a lo largo de estas páginas. La presencia de Bruce, los arañazos, los nunchakus, las diferentes manos de Han, la pelea en las catacumbas, la muerte de Williams, la conversación entre el villano y Roper, los créditos en las calles de Hong Kong, el mensaje antirracista tanto por Williams como por Lee, la venganza sobre O’Hara, el combate contra Sammo… tantas y tantas cosas que me maravillaron, pero sobre todo el personaje de Bruce, calmado, seguro de sí mismo. Una magia espectacular, la suma de muchos de los elementos que Bruce ya había trasladado a sus anteriores películas pero que aquí se multiplicaban exponencialmente. Y no soy el único que vivió todo esto. Legiones de fans que han conseguido que sea tan mítica, tan copiada pero nunca superada, con remakes anunciados pero que, por suerte, nunca se han realizado, seguramente por el miedo consciente de no poder llegar al nivel de la original. No quita que cualquier día de estos aparezca, pero no aportará todo lo que ha aportado este film, del que nunca me cansaré de definir como una obra maestra.

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