Jon Foo (Tekken) tiene escasas películas
de calidad, y dejando fuera Thai Dragon
(2005) y la que he puesto al lado de su nombre, está claro que sólo Bangkok Revenge puede sumarse a la
lista. Una co-producción entre Francia y Thailandia, con el primer estudiante
francés del Templo Shaolin como director, y con una incipiente estrella
dispuesto a darlo todo. Pero a pesar del resultado, que veremos unas líneas más
abajo, no ha tenido la relevancia que debería, por lo que es un buen momento
para recordarla. Trepidante, espectacular, con un guion que busca ofrecer
personajes interesantes, mezclado con tópicos del cine marcial y un toque de
cómic, sin olvidar drama y toques románticos algo raros. Todo esto es lo que Jean-Marc Minéo nos ofrecía en el 2011
firmando tanto el guion como la dirección y con un Jon Foo en plena forma y que
demuestra cada pocos minutos en su viaje por las calles de Bangkok.
Manit es un
joven que vio de niño cómo asesinaban a sus padres, quedando herido tras
recibir un disparo en la cabeza. Sobrevive, pero la lesión le ha transformado
en una persona sin sentimientos, además de ser un experto en artes marciales
por la persona que lo cuidó tras el atentado. Veinte años después se dispone a
encontrar la verdad sobre la muerte de sus padres. Y esto se transforma en Jon
Foo peleando constantemente contra todo tipo de adversarios y en diferentes
escenarios. Una típica historia de venganza para lucimiento de Foo, y no sólo
marcialmente, ya que los problemas que tiene el personaje son elementos que a
todo actor le gusta. Esa especie de autismo no impide que diferencie entre el
bien y el mal, por lo que impartirá justicia mientras empieza a conocer lo que
la gente llama amor. Claro, hay que tener contrapunto femenino, aunque lo importante
sea la acción. No obstante, el
realizador equilibra muy bien las escenas de acción con las dramáticas,
dando un toque diferente a este tipo de historia, algo más que un película de
género. Pero cuando hay acción, la hay y de la buena, transformándose de esta
manera en lo que muchas veces pedimos, una buena película con buenas artes
marciales. También es cierto que no todo funciona tan bien como nos gustaría.
Es decir, el drama funciona, los personajes son creíbles, pero a veces lastra,
como si se forzase ese toque de autor francés que casi podríamos tachar de
pretencioso. Y el toque de cómic, con esa banda de mujeres. Pero luego llegan
las escenas de lucha, firmadas por David
Ismalone (Ong Bak), y tan bien ejecutadas, que ignoras esos momentos lentos
para disfrutar de algunas de las mejores peleas que pudimos ver ese 2011.
Ismalone es un
auténtico fanático del Muay Thai, compitiendo desde la adolescencia y deseoso
de entrar en el mundo del cine, siguiendo los pasos de Bruce Lee, y consiguió
entrar en este mundo gracias a Tony Jaa,
que lo fichó para Ong Bak, y desde
entonces no ha parado de trabajar, junto a Jaa, y en producciones de todo tipo
y en diversas funciones, pero ha logrado hacerse un nombre en Thailandia,
participando en producciones como ésta y demostrando su ingenio a la hora de
diseñar las secuencias de acción. Si a esto le juntamos a Jon Foo y al equipo
local de especialistas, tenemos acrobacias, patadas, puñetazos, codazos,
rodillazos, luxaciones, y mucho dolor. Sí, dolor ya que podemos ver muchas
técnicas de las que duelen con sólo verlas, siendo además todo un catálogo de
las habilidades de Foo, que se luce como nunca. Un buen ejemplo es el combate
en el metro con varios expertos en Kung Fu, estupendo, contundente y muy bien
dirigido, otro factor que ayuda, y mucho, a disfrutar de la acción. Es posible
que ahora mismo alguien vea la película y diga, “estas técnicas ya las he
visto”, y es posible, pero recordemos que la película es del 2011, y sólo Scott Adkins nos había ofrecido este
tipo de luchas, con toques de XMA y MMA. Además, el Muay Thai de Jaa, era el
único que conocíamos, y ver a alguien como Foo mezclar todo esto es sin duda
algo poco visto, ofreciendo así un poco de todo lo que estaba teniendo éxito en
el cine marcial.
Resumiendo, un
drama que se apoya en coreografías de lucha espectaculares, bastante realistas,
con algo de cable. Una delicia marcial a la que no hay que renunciar a pesar de
ciertos momentos lentos y metidos con calzador. Ciertos toques de humor, todo
equilibrado pero donde las artes marciales se llevan todos los aplausos.
NOTA: 7
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