Otro año más celebramos el
cumpleaños de Bruce Lee, que hubiese
cumplido 78 años. Cada año se vuelve más complicado dedicarle unas palabras,
siendo una de las más oídas y leídas Gracias.
Está claro que nunca podremos dejar de agradecer su aportación a tantos campos,
su enorme influencia en tantos millones de personas durante tantos años y por
todo el planeta, pero para que todo esto ocurriera, algo tenía que tener el Pequeño Dragón. Ya sabemos que su
carisma y presencia en pantalla empequeñecían a todo el mundo. Su ferocidad
luchando, su mirada, y su versatilidad. Sí, aunque pueda parecer raro hablando
de un actor cuya fama internacional se debe al cine de artes marciales. Pero no
creo que haga falta tener que recordarte que antes de Karate a Muerte en Bangkok (1971) y antes de El Avispón Verde (1966-1967), Bruce ya había aparecido en veinte
largometrajes, en sus etapas infantil y juvenil. En El Furor del Dragón (1972) incluyó diversas secuencias cómicas, y
es fácil ver en todas sus películas diversos registros, empañados por la propia
potencia de Bruce en las escenas de lucha.
Por ello, voy a aprovechar para
centrarme en dicho film, el tercero en la filmografía como adulto de Bruce, el
mismo que contiene el Combate del Siglo
contra Chuck Norris, pero esta
película tiene algo más que esa pelea. Recordemos que esta película fue escrita,
dirigida, coreografiada, producida y protagonizada por Bruce, a través de su
compañía Concord Productions Inc. No
voy a entrar a contar los entresijos de la película, como el título original
chino, el nombre del personaje de Bruce y otros elementos que aunque enriquecen
su visionado, es tema para un artículo en profundidad, al margen de los libros
y publicaciones que hablan al respecto. Me voy a centrar en elementos más
cinematográficos, y el principio, tras esos créditos y el tema principal de Joseph Koo, es toda una declaración de
intenciones. Al estar al mando de todo el propio Dragón, se permitió el lujo de
dar un toque cómico a su personaje, acentuando esa sensación de pez fuera del
agua. Es un rasgo importante del personaje, ya que su forma de actuar en un
país extranjero como es Italia, ya que la historia transcurre en Roma, algo que
supongo ya sabes. Algo más de cinco minutos de Bruce, sin hablar, en una
sucesión de gags cómicos que incluye sus intentos de comer en un restaurante
del aeropuerto sin conocer el idioma de la carta. Es un choque brutal,
sumamente arriesgado para la imagen de héroe del Pequeño Dragón, y a pesar de
ello, no dudó en comenzar de esta forma. Mientras vemos la ciudad de Roma, los
personajes de Bruce, Tang Lung, y el de Nora
Miao, Cheng Ching Hua, discuten sobre los motivos de la llegada de Lung, la
extorsión de unos mafiosos para que se venda un restaurante chino. Ya en el piso
donde dormirá Lung, mostrará sus habilidades brevemente al comentar que
practica artes marciales, todo con un aire inocente no visto en Bruce en sus
dos películas anteriores con la Golden
Harvest. Continuamos con una visita al banco. Hemos sobrepasado los quince
minutos y continuamos viendo cómo es el personaje del protagonista, un chico
inocente y de campo no demasiado acostumbrado a las grandes ciudades y que desconfía
de los extraños. La secuencia en el banco provocará otra escena cómica, donde
Tang Lung sin darse cuenta se irá con una prostituta siguiendo el consejo de
Cheng Ching Hua de ser simpático con los italianos. Y de amable e inocente,
Lung pasa casi a ser tonto, sin darse cuenta de cómo la prostituta lo lleva a
su casa con las intenciones que nosotros sí sabemos. A los veinte minutos, ya
entra otro personaje, Ah Gung (Chin Ti), quien nos introducirá ya en el
restaurante y en la verdadera trama de la película. Esto no significa que no
tengamos otros momentos cómicos, que los tenemos, pero dentro de la trama
principal. Y comienza de verdad la parte marcial, con el diálogo entre Lung y
Gung sobre el Karate y el Kung Fu, con nuestro protagonista dando explicaciones
sobre el tema y mostrando al Bruce Lee Maestro. Y justo cuando Lung está
preparado para demostrar sus teorías para patear… llegan clientes al
restaurante y deben dejar de entrenar para atender. Nada, que Bruce se resiste
a pelear pero es necesario para que entren en escena los villanos, con el
estupendo Wei Ping-Ao a la cabeza y
vestido a la última de los setenta, y con ese aspecto amanerado llevado al
límite. Pero mientras tanto, Lung está en el baño, por lo que no se entera de
nada y defrauda al resto de miembros del restaurante por no ayudarles contra
los villanos, que salen del restaurante tras amenazarles. Pero tendrá tiempo de
redimirse ya que esa misma noche llegarán cuatro matones en busca de pelea,
enviado por los mafiosos. La media hora de espera para ver una pelea merecerá
la pena, aunque antes de que sea Lung, veremos a otro camarero (Unicorn Chan)
caer bajo los puños de uno de los matones. Tras ser tumbado, Lung detendrá a
sus compañeros para hacerse cargo, siendo un momento mítico del film, con el
uso de la percusión junto a los movimientos extremadamente clásicos de Bruce.
Este punto merece que me detenga para enfatizar el uso de Kung Fu clásico, con
posturas exageradas así como gestos sobreactuados, muy al estilo de la Ópera
China, en contraposición con los conceptos que el propio Bruce desarrollaba en
la vida real con su Jeet Kune Do.
Que aparezca en la película es sin duda un guiño casi cómico que continúa con
esos sonidos de chicharra que parecen representar a su oponente. El primer
golpe de Bruce y el cambio de gesto de su cara cambian el tono de la película,
como si de esta forma dijese a los espectadores: ¿Queréis artes marciales? Pues el momento ha llegado. La redención
llega cuando con el segundo golpe, el primer matón cae al suelo, sorprendiendo
gratamente al resto de compañeros. Enseguida acabará con el resto de matones,
siendo una primera y excelente muestra de las capacidades marciales del
protagonista. Unas coreografías, por cierto, sencillas pero contundentes,
además de muy bien rodadas, como ese plano de Bruce sentado sobre uno de sus
oponentes con un travelling frontal. Tenemos
un momento de descanso, tras la pequeña victoria, y es chocante un pequeño
diálogo entre Bruce y Nora Miao, donde Bruce pregunta si se pueden comprar
armas en Roma, a lo que su amiga contesta que sí, que cualquiera puede
comprarlas sin problema, una forma de dejar claro cómo se ve occidente en
China, peligroso, aunque no deja de ser anecdótico dentro del film. Volviendo a
la historia, la pelea del día anterior ayuda a que todos los camareros acojan a
Lung, pero como tenemos una demostración pendiente, y Unicorn Chan había sido
noqueado, es el momento de ver de nuevo al Bruce Sifu en otro momento casi
épico. Sus amigos cogen los protectores, y Bruce se sitúa frente a uno de
ellos. A la vez que cambia la cara de una sonrisa a un gesto serio, la cámara
hace un zoom hacia la cara de Bruce, volviendo a cambiar la atmósfera que
había, mucho más jovial. Las patadas que siguen, a pesar de haber podido contar
con efectos sonoros, sólo viendo el impacto, sinceramente, me hacen temblar, y
la que viene después… esa patada lateral que lanza al portador del escudo
contra unas cajas en un plano ralentizado y general realmente terrorífico.
Seguidamente, un asesino esperará a Lung y Cheng en el apartamento, pero la
chulería de Lung, al margen de sus dardos y su contundente forma de acabar con
el pistolero, restarán importancia al ataque. Y por fin conoceremos al
verdadero villano de la función, simplemente llamado Jefe e interpretado por John
T. Benn, a quien veríamos posteriormente en la Bruceploitation, quien se presentará en persona en el restaurante
tras fallar todos sus intentos en acabar con Lung. Pero mientras tanto, el
héroe estará visitando la ciudad, en un claro intento de su amiga de ser algo
más que eso. Momento romántico intrascendente, de relleno, para llegar a una de
las mejores secuencias de la película, todo un despliegue de artes marciales
que incluyen dos nunchakus, bastón largo, dardos y pistolas, sin olvidar las
armas más potentes de Lung, sus puños y piernas. La introducción del Kung Fu en
Occidente dentro de la propia historia es un factor que favorece que el
protagonista sea tan buen luchador. Los mafiosos no conocen el arte marcial
chino, por lo que no saben enfrentarse a ese tipo de técnicas. Esto llevará a
los gangsters a amenazar de muerte a Lung, totalmente desesperados, para
aportar cierto toque de thriller. El
mismo asesino que ya había fallado anteriormente, se prepara para disparar a
Lung a distancia, y el Bruce Lee director se apoya en el montaje paralelo para
mostrar a Lung y a Cheng Ching Hua en el apartamento mientras el asesino se
prepara, pero de nuevo fallará y Lung correrá al encuentro de su asesino. Y de
nuevo pasamos del tono más serio con una atmósfera misteriosa, con muchas
sombras, a otro más divertido, gracias al gesto de nuestro protagonista,
restando importancia al asesino y lanzándole un dardo en un glúteo para que no
pueda correr. Pero cuando vuelve al apartamento, Cheng ha desaparecido, por lo
que decide llamar por teléfono, pero el desconocimiento del idioma le impide
hablar con nadie, así que desistirá. Pasamos a ver a la joven, en el despacho
del villano, negándose a vender el restaurante, cuando de repente aparecerá
Lung con el resto de camareros para salvarla. Antes de ponerse a pelear, dejará
que sus amigos se luzcan, participando en la parte final de la pelea y terminándola
con un autohomenaje, la rotura de una lámpara de un salto, lo mismo que el
propio Bruce hizo en Marlowe, detective
muy privado (1969) Y llegamos a la última media hora, viendo la celebración
del Año Nuevo Chino y la visita de Ho (Wei Ping Ao) para “hacer las paces” con
el restaurante, una trampa ya que han llamado a Colt, campeón de Karate
norteamericano, y no tengo que decir que se trata de Chuck Norris, claro, que llegará en avión (aquí si meto un dato, ya
que los planos bajando del avión se hicieron cuando Norris llegaba para rodar
la película, abaratando costes) Acto seguido entran en escena otros dos
personajes, el alumno de Colt, Fred (Bob
Wall) y un luchador japonés, interpretado por el surcoreano Whang In-sik, un auténtico maestro de
Hapkido, aunque interprete a un japonés maestro de Karate. Ambos personajes se
encuentran enfrentados en el despacho del Jefe, hasta que llega Colt y se acaba
la pelea. Norris aquí llena los planos en los que sale, tan serio y amenazador,
y deberá enfrentarse al japonés para ver quien será el principal oponente de su
enemigo. ¿Tengo que decir quien gana? Supongo que no jeje. Para la pelea final,
los gangsters engañarán a nuestros amigos, llevándoles al típico descampado del
cine de Hong Kong, donde les esperarán Fred y el japonés. Los camareros se
enfrentarán al nipón, dejando a Lung con Fred en una estupenda coreografía que
tiene puntos en común con el enfrentamiento de Lee con Wall en Operación Dragón (1973), como el golpe
a los genitales, la cicatriz de Wall. Tras acabar con él, dejará a sus amigos
con el enemigo restante y dirigiéndose al enfrentamiento final en el famoso
Coliseo romano. Como es probable que sepas, tuvieron poco tiempo para rodar en
las ruinas, por lo que tenemos un puñado de planos de Bruce y Norris jugando al
ratón y al gato antes de encontrarse cara a cara para el famoso Combate del Siglo. Ya escribí en Dragonz Magazine sobre esta pelea, por
lo que sólo diré que es un ejemplo maravilloso del Jeet Kune Do, con Lung adaptándose a su oponente, todo rodado con
unos planos estupendos, como las ralentizaciones en planos generales,
sencillamente tremendos. El respeto entre ambos luchadores se acentúa al final,
con Lung, victorioso, pero con gesto triste de haber tenido que llegar hasta
donde llega, tapando a Colt con la chaqueta de su karategi y colocando su
cinturón negro encima. Y el epílogo con los gángsters da paso a Lung dejando a
sus amigos en Roma para seguir sus aventuras, algo que nunca sabremos, aunque
alguien quisiese hacer una secuela, ya que sin Bruce, no es lo mismo.
Espero haber remarcado los
aspectos del film que hacen que sea, como dije, algo más que la pelea entre el
Pequeño Dragón y Norris, pero por si acaso, y para ir terminando, voy a mi
habitual resumen. El Furor del Dragón
es sin duda una magnífica carta de presentación de Bruce como autor total, evidentemente
apoyado por un buen equipo, como el director de fotografía japonés Tadashi Nishimoto, acostumbrado a trabajar en Hong Kong, o el editor Peter Cheung Yiu-Chung (The Prodigal
Son) Además, Bruce se permite el lujo de cambiar de registro totalmente, aunque
mantiene ese carisma salvaje que mostró en sus dos anteriores películas.
Arropado por un reparto de actores principales y secundarios estupendos y con
unas coreografías sencillamente buenísimas, sacando partido de todo el mundo. Y
encima, con el colofón de la lucha contra Norris, con esa coreografía que,
junto al resto, aportaban un aire nuevo al género, acostumbrado a peleas más
estilizadas e incluso con cables. De esta forma, la mayor estrella del cine
marcial nos regalaba una película diferente, muy clásica (buenos, malos, la
chica…) pero con el toque Bruce Lee. Sin duda, una de las obras maestras del
cine marcial que necesita algo más que estas líneas para reivindicarla e
incluso analizarla más profundamente, pero recuerda que cuando la vuelvas a
ver, no esperes sólo el combate final, y disfruta del resto como se merece. Lo último que quiero decir es respecto al cumpleaños de Bruce, 78 años hubiese cumplido, y sabemos que tanto en el cine como en las artes marciales hubiese seguido ofreciendo maravillas y avances espectaculares, pero nunca podremos ver esto, así que termino como empecé, agradeciéndote, Bruce, esta película, las anteriores y posteriores, tus escritos, tu influencia y la huella maravillosa que has dejado no sólo a mi y a tus fans, si no en la propia historia de la humanidad, aunque suene exagerado. Por todo esto, gracias, gracias y mil gracias. Sin ti, mi vida y la de tantísima gente, no sería lo mismo y estaría más vacía, más sin rumbo. Gracias, Bruce.
NOTA: 8’95
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