La tercera entrega del Ip Man de Donnie Yen nos presentaba a Cheung
Tin-Chi, otro maestro de Wing Chun que buscaba su hueco en Hong Kong,
enfrentándose al legendario maestro. El carisma del actor que lo interpretó, Max Zhang, provocó que se rodase este spin-off, producido por el propio Yen y
que continúa esa tercera entrega que en España se llamó Dragon Master. Nuevos personajes, nuevos actores y nuevas tramas
que llegaron a las pantallas chinas el pasado 20 de diciembre con un esquema
similar a esa tercera entrega del Sifu de Bruce Lee y con elementos muy típicos
dentro del género, sobre todo por la época en la que transcurre. Una película
muy clásica llena de caras conocidas delante y detrás de las cámaras, drama y
artes marciales. El legado de Ip Man, como indica el título es, además,
importante en el desarrollo de Cheung Tin-Chi debido a su enfrentamiento
anterior.
Tras ser derrotado, Cheung se irá
con su hijo para iniciar una nueva vida alejado del mundo de las artes marciales,
pero los problemas le acompañarán, teniendo que volver a usar sus habilidades
para la lucha. Max Zhang despliega su estupenda técnica marcial, aunque deja el
Wing Chun de su personaje para el final de la película. Esto no significa que
no veamos Kung Fu durante todo el metraje ya que tendremos la oportunidad de
verle en acción desde el principio. Teniendo a Yuen Woo Ping como director y a uno de sus hermanos, Yuen Shun-Yi, como coreógrafo, es
difícil que el resultado sea malo, siendo el propio guion el único factor que
podría ayudar a su éxito o a su fracaso. Pero estamos de suerte, ya que, aunque
usa bastantes elementos habituales del cine de Kung Fu clásico, consigue
ofrecernos, además de la historia de Cheung, una parte de la historia de Hong
Kong. La influencia y el abuso de Reino Unido en la que era en ese momento una
colonia, o el uso de las drogas para controlar a los hongkoneses, como pasaba
con el opio pero cambiándolo por heroína, con un occidental como villano, son
elementos habituales pero que no cansan, confirmando así una estupenda
película. Y contar con caras conocidas ayuda, claro está. Tenemos Max Zhang
como protagonista, pero secundado por Michelle
Yeoh, Tony Jaa, Xing Yu, Dave Bautista (que es también productor), Chrissie Chau o Yuen Wah.
Bautista es el villano, mientras que Yeoh se encuentra entre dos mundos, el de
la mafia que lidera y sus ansias por legalizarse y abandonar cualquier
actividad criminal. Y esto es algo que enriquece a la película, una historia
sobre una época de Hong Kong, con la proliferación de las drogas, el control
británico corrupto y el cada vez menos potente mundo de las artes marciales. No
obstante, son elementos típicos del cine de Kung Fu, con los occidentales
villanos, y los chinos corruptos que quieren aprovecharse del poder británico,
todo ello bien narrado, con un Yuen Woo Ping en plena forma, sobre todo en las
escenas de acción. Y respecto al legado de Ip Man que comentaba, la derrota en la tercera película marca mucho al protagonista, haciéndole abandonar el mundo de las artes marciales, pero que posteriormente le hará volver al mismo ya que Cheung es todo un maestro que deberá volver a su querido Wing Chun para salvar su vida y la de sus seres queridos.
Las coreografías usan los cables,
sobre todo en su parte inicial, como la pelea en la calle, saltando de cartel
de neón en cartel, pero posteriormente se minimiza su uso, sólo para
determinados golpes y saltos, permitiendo así lucirse a todos los luchadores
que vemos. Tony Jaa es el que menos sale, pero no por ello deja de lucirse, con
un par de peleas espectaculares, a pesar del abuso de cables en su
enfrentamiento contra el protagonista. Michelle Yeoh también se luce, aunque es
evidente que Max Zhang es quien se lleva la palma, resultando sumamente
espectacular, incluyendo la pelea contra el enorme Bautista, un estupendo
villano con una brutal apariencia. Debería hacer más papeles de villano. Y hay
que mencionar sin duda a Xing Yu, que nos vuelve a deleitar con su depurada
técnica. Resumiendo, para ir terminando, este spin-off de Ip Man es lo
que se podría esperar y más, sin llegar al nivel de las dos primeras entregas
del mencionado Yip Man, pero en la línea de la tercera, e incluso podría casi
decir que superior gracias al cambio de protagonista. Una historia que aúna el
drama con la acción, con estupendas coreografías y ese momento brutal donde
Cheung vuelve a utilizar el Wing Chun, usando además la banda sonora de las
películas originales, lo cual le proporciona una épica final estupenda.
NOTA: 7
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