El pasado 31 de marzo se cumplían
26 años desde que Brandon Lee
falleció. A pesar del estigma de ser el hijo de Bruce Lee, en la corta filmografía de Brandon nos dejó un puñado de
títulos que se han convertido en películas de culto. Esta semana traigo una de
ellas, la mejor película marcial y un clásico moderno del género rodado en
occidente. Una película con un corte ochentero, siendo además una muestra de
ese cine de los ochenta tardía, que consigue mantener un equilibrio entre ambas
décadas para convertirse por derecho propio en una película indispensable. Fue
además una apuesta de la Fox para
lanzar a Brandon por todo lo grande, llegando a estrenarse en cines en España,
donde por cierto la pude ver en pantalla grande. El Cuervo iba a termina de catapultar al tristemente desaparecido
actor y artista marcial, sin conseguir ver el éxito que su última aparición
conseguiría. Pero hoy hablo de Rapid
Fire, así que toca centrarnos.
Jake Lo es un joven estudiante de
bellas artes que será testigo de un asesinato, pasando a ser perseguido por la
policía, el FBI y los criminales. Sencilla y directa. Pero el guion está muy
bien construido, comenzando por la definición del personaje protagonista, con
una historia pasada que le valdrá como acicate en determinados momentos,
marcando además su relación con el policía interpretado por Powers Boothe. El
trauma de la plaza de Tiannanmen enfatiza por un lado la nacionalidad china, a
pesar de los rasgos de Brandon, y por otro la relación con su padre y con
Boothe, pasando a ser una especia de mentor en el corto tiempo que conviven. Pero
todo esto sólo sirve al principio y al final de la película, dejándonos entre
medias una estupenda película de acción. Y en ellas está claro que Brandon es
quien tiene que lucirse. Y lo hace en unas coreografías, firmadas por él mismo
junto a su amigo Jeff Imada,
variadas, mezclando el Jeet Kune Do, Wing Chun y Muay Thai que podemos ver en
unas buenas combinaciones muy fluidas. Brandon mantiene ciertos aspectos de sus
poses heredadas de su padre, puede que impuestas incluso por la productora,
pero personalmente creo que algunas cosas le salían solas. Lo que es innegable
es la frescura y potencia que pone en su interpretación, ya sea peleando,
disparando o en una secuencia relajada. De esta forma, se hace fácilmente con
la película, deleitándonos con secuencias como la de la fiesta, la del piso
franco, el restaurante o la final contra el gran Al Leong. Todas ellas se mezclan con tiroteos, claro está, todo
ello muy de la época, es decir, de verdad, donde se vuelan cosas, explotan
coches y los disparos no dejan de agujerear cosas. Acción trepidante, todo muy
bien medido con el ritmo habitual de su director, el artesano Dwight H. Little,
que había destacado con el éxito de Señalado
por la muerte (1990) de Steven Seagal, por lo que no se dudó en llamarle
para Rapid Fire. La lástima es que no
haya mantenido la calidad. Pero aquí nos muestra perfectamente toda la acción,
apoyándose en un buen montaje.
Respecto al tema coreográfico, no
puedo dejar de nombrar algunos nombres que podemos ver en la película. El primero
es el mencionado Al Leong, que tiene una estupenda pelea contra Brandon y que
el propio Al menciona muchas veces como su escena preferida de toda su carrera,
y es que la pelea entre ambos tiene una plasticidad y una sincronía entre ambos
espectacular. Tenemos a Tzi Ma (Hora Punta) y a Dustin Nguyen (Once Upon a Time
in Vietnam), el primero como villano, con dos secuencias de acción para
lucirse, y el segundo como personaje secundario. Pero tenemos a Gene LeBell, James Lew, Gerald Okamura,
Rick Avery, Al Goto, Brian Imada, Roger Ito, Roger Yuan o Tsuyoshi Abe,
nombres míticos dentro del mundo stunt,
sobre todo en aquella época. La flor y nata se juntó para arropar a Brandon,
consiguiendo con su trabajo una película que no para de ofrecernos espectáculo
marcial. Si tuviese que mencionar algo negativo, pues no podría. En todo caso
sobra algo la historia de amor, pero tampoco molesta. El buen ritmo de toda la película
permite esos momentos relajados superfluos pero necesarios. Queremos acción, la
tenemos, queremos artes marciales, las tenemos, tenemos una historia que una
todo, la tenemos. Incluso tenemos guiños a alguna película de Jackie Chan, como
Armas Invencibles (1985) o Los Tres Dragones (1988), o al propio
Bruce, como el apellido Lo, que fue el utilizado en Juego con la Muerte (1978) para el personaje de su padre. Brandon
no consiguió lo que quería, que John Woo la dirigiera (pero hay algún que otro
homenaje a su cine) pero consiguió una estupenda película de artes marciales
que sería la última suya, ya que El
Cuervo prescindió de ellas. Brandon apuntaba maneras, y su carrera se
truncó demasiado pronto, pero al menos seguirá siendo inmortal en clásicos
noventeros como Rapid Fire.
NOTA: 8
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