NIAFFS'19: CRYING FREEMAN (1995)


En 1986, el guionista Kazuo Koike y el dibujante Ryoichi Ikegami presentaban el manga Crying Freeman, donde un joven alfarero japonés, Yo Hinomura, terminaba siendo el brazo ejecutor de una secta china, los 108 Dragones. Tras un lavado de cerebro, se convertía así en un asesino programado para matar que suelta siempre una lágrima tras cada asesinato. Dos años después aparecería la serie de animación con seis episodios producidos por Toei Animation, mientras que en 1990 se estrenaban dos producciones hongkonesas que la adaptaban. La primera fue Killer’s Romance, con Simon Yam (Full Contact) y Joey Wang (Una Historia China de Fantasmas) y la segunda, The Dragon from Russia, con Samuel Hui (Mad Mission) y Maggie Cheung (Deseando amar), con mucha más comedia. Cinco años después, occidente se percató de la existencia de esta historia, y gracias al francés Christophe Gans, se estrenaba, incluso en España en cines, Crying Freeman. Los Paraísos Perdidos, la puesta de largo de Mark Dacascos tras sus inicios en la serie B videoclubera y que sólo había estrenado a lo grande la adaptación del videojuego Double Dragon.

Emu O’Hara será la testigo de unos asesinatos. El asesino, un hombre enmascarado, descubrirá su rostro y se presentará, sentenciando a muerte a la joven. Pero el amor impedirá que el destino de Emu sea fatídico, enfrentando al asesino con sus superiores mientras se desarrolla una guerra entre la Yakuza y los Hijos de los Dragones, la misteriosa secta china a la que pertenece Freeman, el asesino que suelta una lágrima tras cada trabajo. La película adapta el primer arco argumental del manga original, contando el origen del personaje en una serie de flashbacks donde Mark Dacascos demuestra ser un Freeman perfecto, tanto a nivel dramático como marcial. La sombra de John Woo sobrevuela (y algo más) la película, ofreciendo ralentizaciones y composiciones de planos llenos de poesía junto a un estupendo montaje y una atmosférica banda sonora. Claro está que contar como supervisor de edición a David Wu, que ha trabajado con leyendas como Chang Cheh, Liu Chia-Liang, Kirk Wong, John Woo, Tsui Hark o Ronny Yu favoreció el aspecto de cine de Hong Kong del que Gans es amante, para disfrute de los que amamos esta cinematografía. La acción es lo principal, tanto balística como marcial, con un Dacascos en plena forma que a punto estuvo de no conseguir el papel protagonista, ya que fue ofrecido a Jason Scott Lee (Dragón. La vida de Bruce Lee), pero su contrato con Universal tras el biopic del Pequeño Dragón se lo impidió, y salimos ganando. Peleas acrobáticas sin exagerar, peleas con katanas (coreografiadas por Dacascos y el director) y tiroteos visualmente impactantes van apareciendo durante el metraje mientras asistimos a esa guerra entre los chinos y los japoneses, sin olvidar a la Interpol, que se encuentra en medio de todo.


Tenemos además personajes muy carismáticos, al margen de la pareja protagonista. Por un lado, el policía de la Interpol interpretado por Tchéky Karyo, que aporta su poderosa presencia, el tándem Yakuza de los Hanada, con Masaya Katô y Yôko Shimada, o el asistente de Freeman, Byron Mann. Todos ellos expanden el universo de la película y aunque Yo Hinomura sea el protagonista, nos deja claro que es una herramienta en una situación que le sobrepasa, enfrentándose así a los dos mundos que retrata el film. Y todo por amor, aunque no tengamos componentes románticos al uso. Kong
Resumiendo, Crying Freeman es un homenaje al manga, al anime, al cine de Hong Kong, lleno de acción estupendamente rodada, con un universo enormemente rico, de venganzas, de guerras, de luchas interiores para salir de lavados de cerebro, pasión y traiciones, de dobles caras y artes marciales. Una de las mejores adaptaciones de un cómic japonés donde se demuestra la pasión por este medio y por todo lo dicho hasta ahora y una carta de amor al género con un enorme Mark Dacascos, que además sirvió para que conociese a su mujer, Julie Condra. Un título imprescindible.

NOTA: 8

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