El cine independiente y de
medio-bajo presupuesto es el que nos suele dar muchas alegrías a los amantes
del cine marcial, sobre todo en occidente. Es el caso de esta producción
británica escrita, dirigida, producida y co-protagonizada por Dean Alexandrou, rodada en Tailandia y
donde las artes marciales brillan en cada secuencia de lucha. Le conocimos en 30 minutos para morir (2016), una
película dirigida por Daniel Zirilli
y que nos mostraba la excelente pericia de Alexandrou. La carrera de Dean
comienza a dar pasos sumamente firmes, y este film es buena muestra de ello.
Con el propio Zirilli como productor, el resultado es una divertida comedia
repleta de artes marciales que ha comenzado a conseguir premios en festivales
como el NIAFFS, gracias a una combinación de elementos para delicia nuestra. Un
reparto compacto, una historia simpática y unas estupendas localizaciones
conforman Haphazard, una de esas
películas que nos sorprenden gratamente.
Unos códigos de misiles caídos de
un satélite norteamericano en una isla tailandesa, pondrá a varias personas
detrás de ellos. Así de simple es la historia, pero en manos de Alexandrou se
transforma en una carrera contrarreloj donde la acción es el plato fuerte, con
un buen puñado de secuencias de acción que se intercalan con otras más
tranquilas para conocer a las distintas facciones que buscan los códigos, pero
que encajan bien, sumando humor, algo que se agradece, sobre todo en uno de los
actores, el gran Ron Smoorenburg, en
un papel diferente a los que suele interpretar de villano. Tiene varios
momentos de humor que le sacan de esa segunda fila de actores que suelen pelear
y poco más. Es loable que Alexandrou monte al final una película coral, y no
sea sólo para lucimiento propio, compartiendo con Smoorenburg y Selina Lo el protagonismo. De esta
forma tenemos tres estupendos artistas marciales llevar el peso de la acción, y
el resultado es estupendo. Unas coreografías que sacan lo mejor de los tres
actores, siendo ellos mismos quienes han coreografiado sus escenas. El director
es quien marcó las pautas generales, pero ha sido un trabajo de equipo entre
Dean, Ron, Selina, Mark Stas y Charlie Ruedpokanon, de TAGStunts. Una forma de coreografiar
colaborativa que ayuda a los luchadores a conocerse mejor y saber adaptarse
unos a otros. Dean además sabe dónde colocar la cámara para que el público
disfrute como se merece estas secuencias. No en vano Selina Lo se hizo con el premio a mejor actriz de acción del NIAFFS’19, una cara que empieza a ser
conocida, dando así sus frutos en las artes marciales, que practica desde los
cuatro años gracias a su padre, amante de Bruce
Lee y Jackie Chan. El resto de
reparto se completa con Damon Whitaker,
hermano de Forest Whitaker, con Vithaya
Pansringarm, una cara muy conocida en Tailandia en películas como The Last Executioner (2014) o en films
internacionales rodados allí como Sólo
Dios Perdona (2013), Mechanic:
Resurrection (2016), Megalodón
(2018) o Attrition (2018), con
Steven Seagal o Byron Gibson,
experto en Muay Thai, actor, promotor y entrenador, siendo el primer promotor
de Thai Boxing profesional en Cambridge.
Insisto en que es ante todo una
buena película de artes marciales, donde brillan de diferentes formas. Tenemos
dos contra uno, uno contra uno, acrobacias, espadas y un estupendo trabajo de stunts, elementos necesarios para una
película de este género, y todo es de calidad, a pesar de contar con un
presupuesto muy alejado que otras películas similares. Alexandrou sabe invertir
el dinero en una película que se ve en un suspiro, y que aunque no vaya a
convertirse en un clásico, sí que hay que tenerla en cuenta en esta serie B que
amamos tanto y de la que salen nuevas estrellas, tan necesarias hoy en día. Por
ello, a pesar del tema del presupuesto, que se nota en muchos momentos (algunos
decorados, o alguna escena arriesgada, el sonido…) y precisamente por ello
mismo, no podemos valorar el resultado comparándola con el cine hongkonés, del
que el joven actor y director es amante, o la serie B rodada en Estados Unidos,
con Adkins a la cabeza. Tenemos que verla como ese esfuerzo de un joven valor,
Alexandrou, que busca su hueco en el cine marcial. Sus pasos son los correctos,
con unas cuantas pelis como especialista y bastantes títulos como actor, ya sea
en sus producciones, o en títulos como El Rey Escorpión 3: Batalla por la redención (2012) pero sin
acreditar. Ya tiene dos películas en post-producción y una tercera pendiente de
comenzar a rodarla, por lo que seguro que dentro de nada, Dean Alexandrou es
uno de los nombres del cine marcial de este siglo XXI.
NOTA: 6’75
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