Desde que se anunció el rodaje de
Wu Assassins, con Iko Uwais como protagonista, la
expectación iba en aumento con cada noticia e incorporación al rodaje. Y por
fin, después de muchas esperas, ha llegado el momento del estreno. La crítica
no traerá spoilers, evitando así
destripar una serie llena de fantasía y artes marciales. El resultado es una
entretenida serie con un reparto excepcional, lleno de nuevos valores marciales
y mucha gente conocida delante y detrás de las cámaras. Una apuesta de Netflix que satisfará a los amantes de
las artes marciales que espero que tenga la continuidad que indica el final,
pero tranquilo, que ya he dejado claro que no habrá spoilers en las siguientes líneas, pero que remarcará el alto
nivel, sobre todo marcial, que tiene y que debería colocarla entre las mejores
series occidentales de artes marciales y acción, sin olvidar el toque
fantástico que tiene. De esta forma Iko Uwais pisa con fuerza en Occidente, a
pesar de bajar, de alguna forma, el nivel ofrecido en sus películas indonesias,
pero convirtiéndose en un referente en el género.
Un elegido para acabar con cinco
malvados, cinco señores de la guerra reencarnados con poderes sobre los cinco
elementos, Fuego, Madera, Tierra, Agua y Metal. El elegido tiene mil monjes
para ayudarle y protegerle, aunque sobre todo veremos a uno. Una premisa que ya
ha sido usada anteriormente, sobre todo el tema de los elementos, pero que no
resulta repetitiva ni aburrida, todo lo contrario. A pesar de los elementos
fantásticos, estos terminan siendo secundario en lo referente a la acción,
permitiéndonos disfrutar de unas coreografías estupendas, muy por encima de lo
esperado, pero sin llegar a las cotas asiáticas a las que el propio Uwais nos
tiene acostumbrados. Es algo normal ya que los conceptos del cine (e incluso el
televisivo) marcial oriental es muy diferente al occidental, y es algo que
debemos tener en cuenta a la hora de visionarla. No es una serie asiática,
aunque el propio Iko sea productor de la misma o tengamos al gran Stephen Fung como productor y director
de algunos episodios. El concepto es asiático, pero la producción y el mismo
creador, occidental, Tony Krantz,
junto a John Wirth, por lo que es
una occidentalización de conceptos orientales peri que buscan entretener, y lo
consiguen con creces. Ambos son guionistas y productores televisivos, con mucha
experiencia, y saben hacer productos entretenidos. A pesar de todo, el
desenlace podría ser mejor, pero lo importante es el desarrollo, así como las
peleas, y si tenemos a un repartazo y a un excelente coreógrafo, podemos estar
contentos. Al margen de Iko, experto en Silat, tenemos a Lewis Tan, hijo de una leyenda, Philip Tan, director de acción, actor y coreógrafo, experto en Muay
Thai y Kickboxing, a Byron Mann, con
experiencia en Wushu, a Juju Chan,
experta en Taekwondo, Thai Boxing y en el uso de los nunchakus, a Katheryn Winnick, tercer Dan de
Taekwondo y segundo de Karate, además de profesora con Dojo propio que abrió a
los 17 años en su Canadá natal o al gran Mark
Dacascos, que no creo que haga falta presentar, a pesar de ser el que menos
presencia tiene en los diez episodios. Y para coreografiarlos, Dan Rizzuto, un maestro de Jiu-Jitsu
Brasileño, luchador de UFC bajo la tutela de Frank Shamrock, instructor de Jun
Fan Jeet Kune Do y diversas artes marciales filipinas bajo la tutela de Ron
Balicki y Diana Lee Inosanto, la hija de Dan Inosanto e ahijada de Bruce Lee.
Con estos créditos, las coreografías prometían ser buenas, y lo son, mezclando
estilos diferentes para cada personaje evitando copiar técnicas vistas en las
anteriores películas o series de cada actor. Todos tienen sus momentos de lucimiento, con
Dacascos sobre todo en su inicio, para dejar la mitad de la serie en manos del
resto del reparto. La dualidad entre Iko y Dacascos es uno de sus puntos
fuertes en la primera mitad de la serie, abandonándose posteriormente en favor
del indonesio. Las coreografías son muy rápidas, con momentos sangrientos que
demuestran el buen hacer de todos ellos y el del equipo de especialistas,
coordinador por el estadounidense Kimani
Ray Smith.
Por otro lado tenemos que hablar
de la evolución de los personajes. No todo es blanco y negro, con Byron Mann
como villano pero que va cambiando mientras avanza la historia, algo similar a
lo ocurrido con Juju Chan, cuyo personaje va cogiendo una importancia que como
actriz se merece más allá de ser una secundaria. Su presencia y aplomo la
convierten en alguien muy importante, y respecto al villano, Tommy Flanagan se encarga de
interpretar a Alec McCullough, el verdadero malo
de la serie. Esta evolución de los personajes es algo poco usual en las series
norteamericanas, acostumbradas a delimitar a los buenos y malos sin muchos
matices. Aquí los giros de guion están trabajados, ofreciendo así un aire
fresco a este tipo de series y dejando claro que no sólo han trabajado las
peleas.
Si tuviese que hablar de algún
aspecto negativo, serían los efectos especiales, que aunque son buenos, digamos
que se notan demasiado y resultan casi de dibujos animados, pero no resta
calidad a la serie ya que como he dicho, no son tan importantes como deberían,
a pesar del supuesto peso en la propia historia. Y para ir terminando, tengo
que mencionar dos cosas, la banda sonora, que incluye temas de rap chino, como
la estupenda Vava o al grupo coreano
Blackpink, y a algunas estrellas
invitadas que tenemos, como a Tzi Ma
(doblado por el habitual de Jackie Chan, Ricky Coello) Jeff Fahey, Kevin Durand
o Summer Glau en papeles menores
pero los dos últimos, relativamente importantes en la trama. Resumiendo, una
muy entretenida serie, con estupendas coreografías de lucha y que espero tenga
continuidad, con el crecimiento de algunos secundarios y que además ruego por
tener el mismo nivel marcial que esta.
NOTA: 7
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