NIAFFS'20 - EL PODER DEL TAI CHI (2013)

Existen muchas películas que son necesario reivindicar. Títulos que no son justamente valorados, siempre comparándose con otros films del mismo género, o que no consiguen encontrar su hueco en la industria. Una de ellas es El Poder del Tai Chi, debut como director de Keanu Reeves, quien iba a ser sólo el villano, pero que el propio Yuen Woo Ping, recomendó dirigir. Una unión de talentos en una historia pura de artes marciales que pasó bastante inadvertida para los grandes medios. Se trata de un estupendo trabajo marcial además de un reparto, tanto principal como secundario, digno de admiración, por lo que aprovechando que me la he encontrado de repente en la tele, qué mejor que volver a verla para refrescarla y ver todos los aciertos que la podrían convertir en un título de culto, menor, pero de culto, llena de estupendas peleas, una historia sencilla, pero con un estilo algo oscuro y mucha personalidad que la convierte en una rara avis del género que es absolutamente necesario reivindicar, como decía al principio de esta entradilla.

Uno de los elementos más visibles es la fotografía. A pesar de la luminosidad en muchas secuencias, la paleta de colores va del azul metálico al gris, con ciertas notas de color en momentos determinados, pero manteniendo una atmósfera como de pesadumbre, incluyendo el templo donde estudia el protagonista. Colores pétreos que se mantiene durante todo el film, transformándose en una atmósfera opresiva constante, uniéndose a la dirección de Reeves, apoyado por Yuen Woo Ping, Eagle Yuen Shun-Yi, Chad Stahelski y Jon Valera, es decir, leyendas del cine de Hong Kong con los 87Eleven Action Desing, casi nada. La crême de la crême del cine marcial oriental y occidental. Las angulaciones y movimientos de la cámara en las escenas de lucha acompañan a la atmósfera para enrarecer de cierta manera la película. Claro está que los combates, al ser un campeonato clandestino, tiene el exotismo de los lugares donde se suceden, comenzando por esas salas grises con espejos donde asistimos al viaje al corazón de la violencia al que se embarca Tiger Chen, otro elemento enriquecedor a efectos dramáticos, dotando de mayor dimensión a su protagonista. Un viaje con tintes filosóficos demostrando una dualidad en el personaje, que deja salir su violencia para ganar dinero y salvar el templo de su Maestro. Ya tenemos al principio la inclusión de elementos esotéricos y filosóficos con el Chi de Tiger, y mientras avanza el film, vemos la analogía en el desequilibrio energético y lo que va ocurriendo, el mencionado viaje, uno hacia los infiernos, donde sólo podrá ser el quien decida, con la omnipresencia de un estupendo Keanu Reeves, amenazador y desplegando su carisma y presencia. Esto nos transporta a un mundo casi de cómic, más clásico, con el bien y el mal, y el mal tentando al bien. La lucha de Tiger Chen que se une a esa lucha interna por el equilibirio de su Chi. Una historia compacta, que consigue aunar todos estos elementos de forma magistral, incluyendo las escenas de artes marciales y el reparto que las compone.


La parte marcial se incluye en ese viaje espiritual y energético. La evolución en las peleas del protagonista va de la mano con su estado anímico, volviéndose cada vez más brutal y violento hasta afectarle en su faceta deportiva, de la que vemos sólo dos combates para mostrar al mundo ese aspecto negativo del experto en Tai Chi que asombra al mundo usando este arte marcial de forma contundente y evitando que la gente piense que es sólo algo energético y curativo. Para ello iremos viendo a Tiger pelear contra distintos combatientes, Brahim Chab (Boyka: Invicto), Ocean Hou (Attrition), Silvio Simac (Danny the Dog) o el mismísimo Iko Uwais, que consigue lucirse brevemente en su combate contra Tiger. Todos ellos, y el resto de luchadores, enriquecen enormemente la historia, mostrando un amplio abanico de estilos a los que se enfrenta nuestro protagonista, maravillosamente coreografiados, con un uso puntual de los cables, y muy bien rodados. Tener los nombres mencionados anteriormente en la faceta marcial, da como resultado unos combates de una altísima calidad. Y si he hablado de nombres, no puedo dejar de recordar que también tenemos a Simon Yam (Una bala en la cabeza) y a Karen Mok (Black Mask), dos grandes nombres del cine de Hong Kong que aparecen en la subtrama policíaca que existe en toda película de torneos clandestinos. Como la película no tiene un aire puro al cine hongkonés, la aparición de los dos, sobre todo la de Simon Yam, intenta acercarse al cine de Kung Fu del que bebe, el de la ex –colonia británica, siendo un guiño que nos gusta.
Resumiendo, El Poder del Tai Chi es una película puramente de artes marciales, llena de tópicos pero que consigue traspasarlos para conseguir una personalidad propia, diferente, menos luminosa de lo esperado, repleta de estupendas coreografías marciales, con un reparto coral que respalda el debut como estrella de Tiger Chen, además del de Reeves como director y una amalgama de géneros bien engarzados que merece la pena recuperar.

NOTA: 8



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