NIAFFS'20 - IP MAN 4: THE FINALE (2019)


Por fin se ha estrenado la cuarta parte de Ip Man, la saga que comenzaba en 2008 con Donnie Yen interpretando al Sifu de Wing Chun.  Tras dos secuelas, precuelas y episodios finales al margen de las de Donnie e infinidad de películas con Ip Man de protagonista o secundario, Yen pone fin a su aportación a la que podemos denominar Ipmanploitation. Muchas ganas había de ver esta cuarta entrega, el punto final de Yen al personaje, sobre todo tras anunciar a Yuen Woo Ping como coreógrafo, la presencia de Danny Chan para encarnar de nuevo a Bruce Lee y el fichaje de Scott Adkins. Una mezcla que prometía y convertía a esta película como una de las más esperadas. ¿Ha merecido la pena la espera? ¿Está el último episodio a la altura de las tres anteriores? No te voy a hacer esperar, sí, merece la pena. Y sí, está a la altura, pero si la vez de forma objetiva, más allá de ser un fanboy, y te lo dice uno. El halo de estrella de Donnie Yen convierte cada película suya, una celebración, y más si es de Ip Man, pero viendo su carrera y la saga, te preparar un poco para que el resultado no tire por tierra lo visto anteriormente…

Es decir, estupendas películas de Kung Fu, con un Donnie Yen perfecto, una espectacular dirección, que va un poco a menos con la tercera, y coreografías desde sublimes a maravillosas, pero con una historia dramática metida un poco con calzador desde la segunda, no por ello criticable. Uno de los aciertos de la saga es el paralelismo histórico y personal en la vida de China e Ip Man, pero en esta cuarta parte, el guion no es lo suficientemente potente. Algo deslavazado, compuesto por ideas generales que solo se desarrollan de cara a los enfrentamientos marciales. El tema de la enfermedad del Sifu es tratado con demasiada ligereza, mientras que su búsqueda de una buena escuela norteamericana para enviar a su díscolo hijo se entremezcla con la de Bruce Lee y esa regla de la comunidad china en San Francisco de no enseñar Kung Fu a los extranjeros. Todo ello se entremezcla con un mínimo de coherencia, todo muy sencillo rozando lo inocente y predecible. Pero todo funciona dentro de la película, haciéndonos pasar por todas las secuencias y enlazándolas con las de lucha. Por ello tenemos la historia del Maestro Wan y su hija, entrelazada con la de Bruce toscamente, pero que permite que el actor Wu Yue aporte su presencia en un personaje que podría haber dado más de sí pero con una estupenda demostración de Tai Chi contra Wing Chun.


Respecto a la anunciada presencia de Bruce Lee, tras los cameos en las tres anteriores entregas, Wilson Yip consigue copiar la famosa exhibición de Long Beach con el puñetazo de media pulgada. Toda la parte de Bruce es puramente una explotación para ofrecernos una estupenda pelea contra Mark Strange, un homenaje directo a El Furor del Dragón (1972) y al Combate del Siglo entre Lee y Chuck Norris. Tenemos más guiños a Bruce, y su trama, totalmente ficticia, por cierto, ya que Ip Man nunca viajó a Estados Unidos, importante en la historia del propio Bruce, termina siendo usada para dar más protagonismo a Ip Man. Danny Chan cumple perfectamente como el Pequeño Dragón, y tiene sus momentos de lucimiento total. Pero el combate que esperamos es el que enfrenta a Donnie Yen con Scott Adkins, el villano de la película. Adkins está exagerado, desatado, pero justo como se espera en un personaje como el que interpreta, a un soldado norteamericano racista y violento, vamos, lo habitual en el cine de Hong Kong desde siempre, con villanos diabólicos y que nos traen planos como el de Adkins viendo arder el muñeco de madera. Su pelea es estupenda, no lo podemos negar, pero no tenemos tantas patadas acrobáticas como las que solemos ver en el británico, sobre todo cuando interpreta a Boyka, pero en la época en la que transcurre la película, no había ese tipo de patadas de XMA, por lo que me parece un acierto el tipo de combate, más técnico y a la altura de lo esperado. Habrá gente que piense que, ya que la historia es mentira, ¿por qué no añadir ese Boyka Style para que la película sea aún más espectacular? Buena pregunta, pero teniendo al mítico Yuen Woo Ping como coreógrafo, la respuesta es simple. Es una película de Kung Fu, y que enfrenta al Wing Chun con el Karate, por lo que hay que ceñirse a esto, y la verdad, no necesita más. La potencia física de Adkins y su arrollador Karate choca con el fluido Wing Chun de Donnie, siendo un estupendo colofón a la saga, cerrando el círculo con el enfrentamiento con el Karate japonés, tal y como terminaba la primera parte. Esto está claro por qué. Esta cuarta entrega, este final, es un compendio de todo lo que funcionó en las tres partes, acercándose más a la tercera visual y narrativamente, incorporando autoreferencias, y consigue así convertirse en un buen final, con ese epílogo algo abrupto que cierra la puerta a más entregas. No puedo dejar de mencionar la presencia de Vanness Wu como una especie de Taky Kimura, Kent Cheng, que repite en todas las entregas, la aparición de Lo Meng, e incluso Steven Dasz como uno de los alumnos de Bruce Lee. Y terminaré enlazando con la entradilla. Si decía en ella que había que ser objetivo, a lo que me refería es a que hay que saber que es una cuarta entrega y hemos visto cómo en términos generales, la saga, aunque excelente, ha ido perdiendo la fuerza dramática y compacta de la primera parte en favor de la espectacularidad marcial, pero aquí mantiene el tipo de forma loable, y viendo el panorama marcial hongkonés y occidental, es sin duda una película superior a la media, no tan brillante como las dos primeras, pero no le hace falta ya que es una gran película de Kung Fu, y a estas alturas, es lo que necesitamos ver y disfrutar. Y aquí lo hacemos y mucho. Gracias a Donnie Yen, Wilson Yip, Sammo Hung, Yuen Woo Ping, Max Zhang o a Fan Siu Wong por estos años de gran nivel marcial que ya ha acabado, y casi que lo prefiero, antes de que entre en decadencia y el cansancio haga más mella, en detrimento de la calidad que conserva.

NOTA: 7,75

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