Mientras el cine de acción de,
digamos, serie A occidental, se centra en incorporar efectos digitales a
mansalva (excepto honrosas excepciones, claro), las producciones más modestas
ofrecen acción de verdad, real, con sus explosiones, disparos y demás. Por si
esto fuera poco, para encontrar expertos en artes marciales tenemos que buscar
este tipo de producciones, creándose un panteón de estrellas que por desgracia
es ignorado por las grandes productoras y el público general. E igualmente
aparecen directores que se convierten en el estandarte de este tipo de acción,
y esta semana traigo una película que cumple con esto. Jesse V. Johnson es sin duda uno de los mejores directores del
género, un especialista que ha dado el salto a la dirección y que es sobre todo
conocido por sus colaboraciones con Scott
Adkins, pero es esta ocasión deja al británico fuera para tener como
protagonista al belga Dominiquie
Vandenberg, un nombre poco conocido, pero con una sólida carrera como stuntman y actor que es, además, el
“culpable” de que exista esta película, The
Mercenary.
Vandenberg llevaba años
intentando poner en marcha este film, que originalmente se titulaba Legion Maxx, la historia de un
legionario metido a mercenario en busca de redención y huyendo de su violento
pasado. Para ello ha contado con el productor, guionista, operador de cámara y
actor David Filmore para encargarse
de escribir su historia, y con Johnson en la silla de director. Vanderberg, un
auténtico legionario además de experto en diversas artes marciales, es Max,
amigo de LeClerc (Louis Mandylor), integrante de un grupo de mercenarios que,
en una misión en Colombia, es dado por muerto tras la traición de uno de los
miembros del grupo. Terminará viviendo con un cura en un pequeño pueblo, y
tiempo después, verá cómo su pasado vuelve, obligándole a volver a luchar para
defender a los lugareños. A pesar de ser una historia que ya hemos visto, el
enfoque esta vez es más humano, espaciando las escenas de acción para dar trasfondo
a los personajes. La búsqueda de redención de Max, a pesar de vivir con curas,
evita la religión como mensaje de fondo del film, usando la no-violencia para
enfrentarse a un cártel para el que trabaja LeClerc, pero claro, una vez que el
personaje de Mandylor (quien por cierto es productor del film junto al propio
Vanderberg) se entera que Max vive, no dudará en enfrentarse al que fuese su
amigo, llevado por la codicia y su deber para con el cártel. Junto a los dos
antagonistas, tenemos a Carmen
Argenziano interpretando al Padre Elías (actor que falleció el pasado 2019)
y a Manny Alva como el otro cura, el
joven Padre Thiago, siendo éste último personaje el que aporta otro aspecto
interesante del film como es el evitar juzgar a las personas por su pasado
cuando ves los actos que hacen que se aleje de ese violento pasado. Pinceladas
que intentan dar empaque a la historia, pero no por ello no tenemos acción (si
no hubiese, no tendríamos a Vanderberg como protagonista ni estaría esta
crítica en el blog, claro está)
Como director de especialistas
tenemos a otro colaborador habitual de Johnson, Luke LaFontaine, quien además interpreta a uno de los mercenarios
de Mandylor, Tex, mientras que para las coreografías de lucha es Malay Kim, director de EMC Monkeys, un estupendo grupo de
especialistas. El trabajo de ambos es impecable, uniéndose a la estupenda
técnica de Vanderberg para ofrecernos acción brutal y sangrienta, todo rodado
con la habitual pericia de Johnson, permitiendo que disfrutemos como se debe
las secuencias de acción que mezcla las artes marciales con tiroteos, armas de
filo y explosiones reales, nada de sustituirlas por efectos digitales. La
preparación marcial y militar del protagonista se nota, favoreciendo disfrutar,
y mucho, de cada momento y sin duda la combinación de estos talentos
(Vanderberg, LaFontaine, Kim y Johnson) conforman una película trepidante,
superior a esas superproducciones que mencionaba al principio, con acción real.
Antes de terminar, no puedo dejar de remarcar la vulnerabilidad y alejamiento
de la violencia que busca Max, con hasta dos momentos en los que sufre las
consecuencias, obligándole a tener que volver a ser quien era para evitar más
muertes y abusos a manos de LeClerc y sus hombres. Mandylor borda su papel de
villano, con un buen enfrentamiento final con espadas, de menor intensidad
física que las peleas que hemos podido ir viendo, pero con cierta carga
dramática entre los que fueron amigos en su momento. Resumiendo, una excelente
muestra de cine de acción y marcial, demostrando que Johnson sabe dirigir
acción sin necesidad de gastar millones, y encima con un protagonista que de
verdad sabe luchar, no como en Hollywood, por mucho entrenamiento que reciban
actores sin conocimientos reales, y, sinceramente, es lo que quiero ver. Muchas
veces se critica a los actores de acción y de artes marciales por no saber
interpretar, ignorando y no viendo que esos actores dramáticos, para los que
amamos, vemos, estudiamos y disfrutamos del cine de acción, nos resultan poco
creíbles, obligando a usar a dobles para estas escenas, lo cual es bueno para
el gremio de especialistas, pero que engañan al público haciéndonos creer que
son auténticos luchadores y evitando que muchos de ellos, como el mencionado
Adkins, consigan dar el salto al estrellato. Pero por fortuna, esta serie B,
con su auge en los ochenta, seguirá ofreciéndonos acción de verdad realizada
por auténticos expertos, y con Jesse Johnson como director, al menos esto lo
tenemos asegurado, siendo así un estandarte de la acción, mejorando en cada
película y demostrando su amor por su profesión, y esto por desgracia no suele
ser habitual en el género, llevándose el crédito de las películas de acción de
millones de dólares directores que realmente no dirigen este tipo de escenas,
siendo los directores de segunda unidad los responsables, pero sin llevarse el
crédito. Mientras esperamos que esto cambie y se reconozca la labor de los
auténticos artífices del cine de acción (al margen de David Leitch y Chad
Stahelski)
NOTA: 6,75
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