CRÍTICA - LOS MAESTROS TULLIDOS (1979)

El éxito en 1978 del díptico de Jackie Chan, Yuen Woo Ping, Yuen Hsiao Tien y la Seasonal, El Mono Borracho en el Ojo del Tigre y La Serpiente a la Sombra del Águila, provocó que se explotase el esquema de las mismas, es decir, villano que humilla al protagonista, y el aprendizaje de un nuevo estilo de Kung Fu para consumir la venganza. En medio, cualquier trama vale, sobre el villano o la banda de malechores pertinente. Claro está que no es algo que naciese con las mencionadas películas de Jackie Chan. Es un argumento bastante habitual en el cine de Hong Kong setentero e incluso anterior, pero sin duda, la aparición de Jackie en aquellos años, tras la de Bruce Lee, supuso un cambio en el rumbo, futuro y, en definitiva, la historia del cine de Hong Kong, ampliándose la oferta de esta temática sencilla pero efectiva donde lo más interesante eran las coreografías de lucha, por encima del guion. No obstante, en ocasiones se daban giros o situaciones que conseguían destacar algunos títulos, como el que hoy traigo al blog la taiwanesa Los Maestros Tullidos, donde tenemos a dos protagonistas en busca de venganza y justicia, uno sin brazos y otro sin piernas, en el film y en la vida real…

Tenemos a un villano malísimo que obliga a uno de sus hombres a cortar los brazos a un hombre, y vierte ácido sobre las piernas de otro hasta que las pierde. Comenzamos con Shun Chung-Chuen, también conocido como Frankie Shum, que interpreta a Lee Ho, a quien cortan los brazos. Durante unos minutos le seguimos, viendo las vicisitudes para tener una vida normal, sin poder comer y sufriendo el desprecio de la gente. Por suerte acabará encontrando a un buen hombre que le acogerá. Junto a él, rehará su vida, usando las piernas para los quehaceres cotidianos hasta obtener un dominio de las mismas alucinante, lo que le permitirá tener esa vida normal en una pequeña aldea. Luego conocemos a Hong Chiu-Ming, o Jack Con, que es Tang, uno de los lacayos del verdadero villano, Lin Chen Kung, y al que su propio jefe mutilará para convertirlo también en un tullido. Tras perder las piernas con el ácido, vemos los negocios del auténtico villano de la película, un mafioso que extorsiona a la gente y establece un casino (que toma a la fuerza) para proseguir con sus negocios en un loco afán de ganar dinero y poder. El destino hará que ambos tullidos se reencuentren, y justo cuando el primero piensa vengarse de él, conocerán a un extraño viejo que les convencerá para entrenar sus miembros para, entre los dos, complementarse como una sola persona. Y ya tenemos los elementos habituales, el maestro rarito, el malísimo y el héroe, aunque en esta ocasión sean dos. Tenemos entrenamiento brutal, claro está, pero no tanto como en otras películas, pero lo suficiente para ver ya en acción a los dos protagonistas adaptando las técnicas a sus limitaciones, y, como es de esperar, superándolas. Y toca seguir el esquema narrativo para ver el primer enfrentamiento que tendrán los ahora maestros de Kung Fu y como no puede ser de otra forma, en una taberna, la misma donde uno de ellos fue humillado, y donde no puede faltar un orondo trabajador de la misma, otro recurso habitual en el cine hongkones y de Kung fu para poner de relieve la estupenda nueva técnica aprendida usada con un contrincante de mayor tamaño y fuerza. Esto siempre ha dejado patente que es la técnica lo que prevalece sobre la fuerza bruta, una constante del cine de artes marciales millones y millones de veces vista pero que aquí adquiere nuevas dimensiones al, además del tamaño físico, tenemos a dos luchadores a los que les faltan unos miembros u otros. Allí conoceremos a otro personaje, Pow (o así aparece nombrado en los subtítulos de la versión que tengo) un misterioso luchador que entrará a trabajar para Lin Chen Kung. Aquí la trama se centra en Los Ocho Caballos de Jade, unas figuras que ocultan unas técnicas de Kung Fu especiales que intentará conseguir el villano y terminando involucrándose los héroes. Este es otro punto diferenciador de la película, que en vez de usar manuscritos secretos, son figuras de caballos de jade en diferentes posturas y que, combinándose en la secuencia correcta, desvelan un Kung Fu secreto invencible. Y dado que técnicas ancestrales de Kung Fu están creadas para gente con todos los miembros, dicho secreto será revelado a un personaje con brazos y piernas, repartiendo el protagonismo entre los maestros tullidos del título y a este otro personaje, que no desvelo de cara a no destripar la intriga, a pesar de ser secundaria ya que es, ante todo, una película de Kung Fu. Pero no vayas a creer que no tenemos una adaptación final para los dos verdaderos protagonistas, ya que el clímax les tendrá a ellos contra Lin, un combate que roza lo bizarro cuando se “fusionan”, con uno en la espalda del otro. Sí, se veía venir, pero el resultado es digno de verse, aunque es relativamente corto comparando las peleas finales de otras películas similares. Es posible que la edición que nos llegó vía Vial of Delicatessen hace unos años fuese de una edición recortada, o al menos la versión que he visto, pero tampoco es que vaya a cambiar mucho el resultado final.


Como has podido leer, la estructura es la habitual, sin nada sorprendente exceptuando la falta real de miembros de los dos protagonistas. Esto obligaría a que las coreografías tuviesen esto en cuenta, todo un reto para Chen Mu-Chuan, coreógrafo de la película además de participar como actor. Como decía al principio, los dos protagonistas carecen en la vida real de los miembros. Shum debido a una enfermedad, la focomelia, que provoca malformaciones en el cuerpo. Pero ambos resultan airosos en la que era su segunda película de protagonistas, continuando juntos en un total de cuatro largometrajes. Entre ellos y el resto de actores, tenemos buenas coreografías, un misterioso maestro, entrenamientos donde se lucen los protagonistas, villanos, venganza, justicia y demás elementos habituales del género. Es evidente que, si no fuesen sus protagonistas minusválidos físicos, estaríamos ante una película más, ya que, en el fondo, no ofrece nada que no hayamos visto antes, pero esa misma minusvalía es la que aporta la originalidad, sacando provecho de ello para que hoy, 42 años después, hablemos de ella. Por cierto, a pesar de la fecha de 1979, no llegaría a otros países hasta 1982, como Estados Unidos o Hong Kong, por lo que es fácil ver el baile de fechas.

NOTA: 6

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