OPINIÓN - CRITICANDO EL CINE MARCIAL

Leer el título de un artículo de opinión como éste puede parecer que su contenido va a girar alrededor de una crítica negativa al cine de artes marciales, pero nada más lejos de la realidad. Como sabrás si eres lector habitual de este blog y, en general, de mis artículos, me gusta que estas entradillas dejen claro el rumbo hacia donde se dirigen mis modestas palabras y opiniones. En este caso, es un tema que llevo tiempo dando vueltas. En mis años de amante del cine marcial, he compartido y discutido (recordemos que discutir no es un verbo negativo, sólo un diálogo entre personas con diferentes opiniones donde cada parte expone argumentos que sustenten su opinión) sobre muchas películas, sorprendiéndome por opiniones que tiran por tierra películas consideradas buenas. Los argumentos esgrimidos hablan del estilo de coreografías o el peso dramático de la historia, elementos necesarios pero que creo que a veces se sacan de contexto. ¿Por qué digo esto? Sencillamente porque, ante todo, hay que tener en cuenta el motivo de cada película, el objetivo que busca. Un claro ejemplo es Karate Kid, todo un clásico ochentero que marcó a una generación pero que en muchas ocasiones es criticada por el nivel marcial de los actores como Ralph Macchio, algo que ha vuelto a la actualidad con la maravillosa serie Cobra Kai

Dentro del cine marcial, existen diferentes tipos de películas, pero creo sinceramente que lo primordial de cualquier título adscrito a este género, necesita buenas coreografías. Esto podría parecer contradictorio con lo indicado en la entradilla, pero es que una buena coreografía no ofrece necesariamente peleas técnicamente perfectas. Me explico, volviendo a Karate Kid. Si analizamos las coreografías, es decir, el diseño y la planificación de cada técnica, son buenas dentro del tipo de película que es, donde la filosofía del Karate y el desarrollo del personaje de Daniel Larusso, apoyado en la relación con Miyagi, es lo principal. Además, busca ese realismo alejado de técnicas estilizadas y espectaculares. Tras las secuencias de lucha, los personajes tienen moratones y se nota que tanto los personajes como los actores, no sabían pelear previamente, además de ser peleas más cortas donde si te patean la cara, te tumban, mientras que, por ejemplo, en una película de Van Damme o Scott Adkins, asistimos a peleas más largas donde los luchadores dan y reciben cientos de golpes, son lanzados contra el mobiliario del decorado pero siguen levantándose como si nada, además de ser mucho menores las

señales de la batalla a la que hemos asistido. ¿Esto significa que Karate Kid es inferior a Kickboxer o Invicto 2? No, son diferentes en objetivos. La ejecución de las coreografías en las tres películas son diferentes, destacando en las dos últimas y ofreciendo un espectáculo, como decía, estilizado y más técnico, pero igualmente más irreal. Cobra Kai continua el espíritu de la saga de Miyagi, y aunque tenemos a actores con experiencia marcial (el propio William Zabka, Johnny Lawrence, ha practicado diversos estilos desde los ochenta) mantienen esa rigidez tan alejada de las pelis de Van Damme. Pero claro, si he dicho que continua el espíritu de la película original, donde los personajes, sus relaciones y desarrollo es lo principal, no debería chocarnos tanto y quejarnos de ello como si fuese algo negativo. Otro ejemplo es Campeón de Campeones, una película casi de culto sobre la que leí hace muy poco comentarios de un buen conocedor y amante del cine marcial en las redes sociales, Tony Ser, a quien no le parece que sea un clásico. Es su opinión, claro está, más que respetable, y ni yo ni nadie debería intentar convencerle de lo contrario (sería prepotente y absurdo) pero creo que dicha película intentó ofrecer una película de artes marciales con actores conocidos para conseguir ser más que un film de serie B de consumo rápido. De nuevo el objetivo de la misma no es el mismo que el de los títulos mencionados de Van Damme o Adkins, es decir, ofrecer una historia con personajes que necesitaban buenos actores. Es evidente que esto va en detrimento del nivel marcial para los aficionados y practicantes, siendo los hermanos Rhee quienes se llevan el mérito en las peleas al ser auténticos expertos en Taekwondo. Si unimos esto a un guion más preocupado en el drama y el conflicto que desembocará en ese combate final donde el nivel marcial sube muchísimo, mientras que, durante todo el desarrollo, flojea en este aspecto. Y por ello, la opinión de Tony es más que correcta.


Dicho todo esto, me reitero en que debemos tener en cuenta en el objetivo de cada película, en esas diferencias que en tantas ocasiones convierten películas en clásicos de culto, pero con un nivel marcial más que discutible. Es similar a las películas hongkonesas o chinas y su uso de cables. Conozco a mucha gente a la que no le gustan este tipo de coreografías y no disfrutan con la calidad técnica que tienen a pesar de ese toque fantástico o exagerado que tienen. En este caso se debe a la propia idiosincrasia china, a sus conceptos visuales y cinematográficos. Tigre y Dragón consiguió traspasar el muro que impedía que el gran público, ajeno al cine marcial chino, la alabase y disfrutase e incluso admitiese ese toque tan irreal donde los luchadores de Kung Fu vuelan o hacen acrobacias en el aire al pelear. La película de Ang Lee convirtió en mainstream un cine normalmente denostado por la crítica profesional, igual que Hero, de Zhang Yimou. Pero tengo que repetir que este cine, el de la Shaw Brothers, el de la Golden Harvest, no se hacía para los occidentales, si no para los chinos y hongkoneses (y por extensión, para otros países vecinos asiáticos), lo cual no significa que quien odie los cables, deba empezar a apreciarlo (Bruce Lee me libre), sólo quiero dejar patente a quien está dirigido este cine. Lo mismo se aplica al cine indio, por ejemplo, que bebe mucho del cine de Hong Kong más exagerado, unido al propio concepto del espectáculo que tienen en este país. ¿Por qué no ha triunfado, de momento, el cine marcial en España? No nos creemos a españoles como héroes de acción y no tenemos precisamente una larga tradición del género, y por ello la industria nacional no apuesta por este tipo de cine, dejándolo para países asiáticos y norteamericanos, e incluso de otros países, como Francia o Alemania, con bastantes más muestras de cine de o con artes marciales que España. Esto espero que cambie con dos títulos, Xtremo, con Teo García, y Balas y Katanas, de y con Nacho Serapio y José Marín, los tres auténticos expertos en artes marciales y con coreografías occidentalizadas, por decirlo de alguna forma, esto es, sin cables ni cabriolas imposibles. Es curioso que mientras que el cine de Kung Fu chino usa los cables en sus coreografías, películas occidentales, sobre todo en este siglo XXI donde las MMA y las XMA (las Xtreme Martial Arts, que parecen olvidadas por el fandom) usa técnicas igual de imposibles, pero sin cables, algo que ha ayudado a que aparezcan estrellas y títulos que satisfacen al aficionado. También es normal, ya que, a pesar de la irrealidad de sus técnicas, las realizan los propios actores sin ayudas. Otro ejemplo de todo esto es el cine japonés de samuráis, diametralmente opuesto al de Kung Fu o al occidental. ¿Es menos marcial ver un combate con katanas en, por ejemplo, Los Siete Samuráis de Akira Kurosawa que los de El Mono Borracho en el Ojo del Tigre de Jackie Chan o los de Operación Dragón de Bruce Lee? No, distintas artes marciales, distintos tipos de coreografías y distintos objetivos de cada una de ellas. A nivel de espectacularidad, la de Jackie supera a las otras dos, pero no por ello son inferiores. Personalmente las pongo al mismo nivel, tres títulos míticos que me encantan, pero tan diferentes, donde la de Kurosawa es un clásico del cine en general, técnicamente superior a las otras dos. Un crítico profesional de esos que sólo alaban al cine clásico, se echaría las manos a la cabeza si lee esto, pero ese mismo crítico debería darse cuenta de que lo que Kurosawa ofreció es diferente a la de Bruce Lee, y conociendo ese objetivo, vería que no puede echar por tierra ni a Operación Dragón ni a la de Jackie como simple cine de consumo rápido y de géneros menores ya que cada película debe ofrecer y funcionar dentro de su propio género.

No quiero extenderme mucho más, y espero que haya dejado claro que es imposible equiparar todas las películas usando un mismo baremo, hay que ser consciente de dónde se sitúa cada una de ellas, qué es lo que quiere ofrecer y si funciona o no. Pero insisto, es mi opinión personal, no una forma de dictar sentencia en plan yo tengo razón y tu no. Es el resultado de ser un amante del cine en todas sus expresiones, géneros y nacionalidades, de ser un practicante de artes marciales y de unir todas estas pasiones para llegar a una conclusión que puedes compartir o no y que, tanto en este blog o en las redes sociales, podemos seguir comentando y discutiendo para conocer diferentes puntos de vista y aprendiendo unos de otros ya que, al fin y al cabo, es lo que creo que ayuda a unirnos a los que amamos el cine de artes marciales, enriqueciéndonos. Y esto sí que me atrevo a decirlo (o escribirlo) como una verdad absoluta ya que evita esa prepotencia de creernos más conocedores o expertos que el resto de amantes del cine marcial.

Comentarios

Mike Garcia ha dicho que…
Muy buen articulo
Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Enhorabuena.
Xing Queen ha dicho que…
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