Un sicario es traicionado por el
hijo del clan mafioso para el que trabaja, es dado por muerto tras ver cómo
asesinaban a su hijo. Años después culminará su plan de venganza. Una historia
sencilla, que demuestra que el film tiene sus bases en el más puro cine de
acción ochentero pero que tiene en un desarrollo un collage de sitios comunes de muchos tipos diferentes de acción.
Cine de Triadas y Yakuzas, artes marciales, thriller,
samuráis, el cine marcial indonesio… y aunque pueda sonar predecible, o que no
aporta nada nuevo, es precisamente todo lo contrario ya que el guion de Iván
Ledesma logra meter todos los conceptos e influencias de la historia en un
marco español, un submundo criminal con tintes de cómic pero que crea una
película con personalidad propia. La violencia oscura y cruda indonesia se une
al estilismo Yakuza, al héroe vengador, a las conspiraciones y las luchas de
poder. Transcurre en una Barcelona oscura, totalmente creíble, presentándola
con unos planos aéreos que, aunque nos sitúan claramente en la Ciudad Condal,
podría ser cualquier ciudad norteamericana como Nueva York o Chicago. Y es que
uno de los principales problemas del cine de acción español es que el
espectador medio no se cree a un action
hero llamado Pedro, por ejemplo. Pero Peter, ah, es otra cosa. Absurdo, sí,
pero es parte del lastre que ha tenido el género en España. El extrapolar las
películas de acción de Hollywood a España parece tener una barrera mental en
los espectadores, al margen de esa tradición española de criticar el éxito y
esfuerzos de alguien, y más cuando se sale de lo establecido por viejas momias
acomodadas en sus sillas, manejando el cotarro. Pero aquí se destruye ese muro
de forma natural, logrando meterte en la trama sin valorar que estemos viendo a
Óscar Jaenada como pirado villano
estilo Yakuza. ¿Jaenada luchando con katanas? Nos lo creemos, lo cual nos hace
disfrutar en toda su magnitud con la película.
El trasfondo del guion nos habla de la familia, estableciendo vínculos entre diversos personajes, conectando sus vivencias del pasado con el comportamiento del presente. Máximo perdió a su hijo, pero conoce a Leo (Óscar Casas), y se convierte en una especie de mentor y padre, lo cual logra das trasfondo a los personajes, motivaciones y gente a la que defender que ayuda a definir sus comportamientos y estableciendo además diferencias entre Máximo y Lucero, las dos caras de una misma moneda, el Yin y el Yang, algo que queda de relieve en sus personalidades. Máximo es un antihéroe, un ser oscuro que busca venganza y redención, de pocas palabras y muchos actos, mientras que Lucero es el mal encarnado, un mal que se divierte siéndolo. Exagerado y rozando a los villanos de cómic, se nota que Jaenada se lo ha pasado bien interpretando a este Yakuza occidental. Ese tono de cómic va y viene a lo largo de la película, con las dosis justas para mantener ese pie en el realismo. Pero ante todo estamos ante una película de venganza y justicia urbana tan ochentera, con un Teo García que no puede ser más badass y expeditivo, soltando frases lapidarias como una que me encantó, “Si venís, traed el café, que de las galletas me encargo yo”. Y esto es un ejemplo de lo que decía al principio, esa españolización de conceptos del cine de acción norteamericano ochentero. Una frase muy española que funciona perfectamente como sus frases homólogas en el cine de Stallone o Schwarzenegger. Pero sin lugar a dudas, la acción es lo que más llama la atención. Recordemos que estamos ante película de acción y artes marciales española, y es el aspecto que los que amamos este tipo de cine, más vamos a fijarnos. Si conoces la trayectoria de Teo y de Genaro, sabes que están al nivel necesario para ofrecernos buenos trabajos, pero, de verdad, no pensaba que pondrían tan alto el listón para cualquier otra película de género que se haga en España… Un despliegue impresionante de estilos y formas de combate. Técnicas de numerosas artes marciales a manos desnudas, patadas, luxaciones, tiroteos, cuchillos y katanas van desfilando en las diferentes secuencias de acción, con momentos como el del taller, con un diseño de la pelea exquisito y brutal, con esas técnicas de Kali filipino con tuberías… Este muestrario es realmente alucinante, dando a cada secuencia su propia personalidad y permitiendo que todo el reparto se luzca, empezando por Teo, demostrando que tiene las cualidades para ser un spanish action hero, con un extraordinario Alberto Jo Lee y su estupenda técnica de pierna, Andrea Duro ejecutando las coreografías de forma excelente, un Sergio Peris-Mencheta hecho un animal, desatado e intimidante, y un Óscar Jaenada que se ha currado mucho sus escenas de lucha, sobre todo la final, ese combate de katanas magistral. Sí, magistral puede parecer una palabra muy grande, pero es que Daniel Benmayor, su director, consigue rodar la acción como se debe hacer en todas las secuencias, pero es que el duelo de katanas es sencillamente alucinante. De ver una y otra vez. Es decir, tenemos un trabajo coreográfico impecable y espectacular y una dirección y edición acorde. ¿Podemos pedir más? De verdad que no. Antes de acabar, quiero mencionar a Óscar Casas, hermano de Mario, y criticado por culpa de ese odio hacia Mario. Óscar cumple con creces en su papel de adolescente perdido, y aunque no sea ahora mismo el mejor actor del mundo, merece que dejemos que siga creciendo como actor, algo que su propio hermano lleva haciendo años, por mucho que sigan sus haters criticándolo e ignorando a un buen actor como es Mario, siempre que la película y el director sepan sacarle provecho. También tengo que mencionar a Juan Diego en un breve papel, aportando su habitual calidad y carisma, o a Luis Zahera, con su granito de arena en lo que respecta al humor.
Para resumir un poco todo, Xtremo es sin lugar a dudas un homenaje
al cine de acción ochentero, que va al grano, que construye una historia
sencilla pero efectiva, y que intercala con las mejores escenas de lucha en Occidente
en lo que llevamos de año, difícilmente superable, una película puramente de
género, que no se esconde con concesiones comerciales sacrificando el espíritu
del proyecto para agradar a los productores. Teo no ha prostituido su idea y a
pesar de pasar los años, ha conseguido lograr su sueño, rodeándose de un equipo
estupendo, delante y detrás de las cámaras, como la fotografía, que da una
atmósfera a este submundo criminal barcelonés tan personal, que consigue
hacernos vibrar con cada pelea, y demostrando que se puede hacer cine marcial
en España, algo que llevo reivindicando muchos años y que ahora, Xtremo, certifica, abriendo la puerta
no sólo a una secuela, si no a otras aportaciones al género que esperamos
podamos seguir disfrutando. Gracias a Teo, Genaro, Iván, Daniel y al resto del
reparto y equipo, por ofrecernos una película que da lo que los amantes del
cine marcial queremos ver, evitando los errores del cine norteamericano y
colocándose muy por encima de otras muestras de Hollywood.
NOTA: 8
Comentarios
Enhorabuena a todos/as.