CRÍTICA - SNAKE EYES. EL ORIGEN (2021)

La franquicia de G.I.Joe ha funcionado sólo a medias en el cine. Dos largometrajes, el segundo intentando corregir los errores de la primera, pero que igualmente no dio para que continuase. Pero el elemento que más gustó a nivel popular fue el silencioso ninja interpretado por el británico Ray Park, Ojos de Serpiente, o Snake Eyes, y su relación con Storm Shadow. Quizás por eso pensaron que, para reiniciar la saga, era mejor centrarse en un par de personajes, y por ello tenemos esta película, Snake Eyes. El Origen, con cambio de actores, que, por fin, se ha estrenado en nuestro país, y ver ninjas en pantalla grande siempre es bienvenido, y más ahora que el cine de acción se reparte entre el subgénero de superhéroes y las franquicias como A todo gas, dejando al cine marcial relegado a una serie B en algunas plataformas de streaming pero siempre insuficiente para el aficionado. Entonces, ¿merece la pena esta película para los amantes del cine marcial?


La respuesta es más compleja que un sí o un no, pero si fuese necesario, diría tímidamente que sí, pero empezaré esta crítica y análisis por partes. La historia nos mete de lleno en una intriga con clanes ninjas de fondo y una guerra, además de traiciones. De esta forma se profundiza en el pasado y, evidentemente, origen de los dos personajes mencionados en la entradilla, Snake Eyes y Storm Shadow. El guion es bastante tópico, metiendo en la refriega entre clanes a Cobra y a los Joes de forma natural, pero que hace que el tono místico ninja intente equilibrarse con el del actioner puro y duro, haciendo que algunos personajes como Scarlett, interpretado por Samara Weaving, sobren totalmente ya que en el fondo no aportan mucho a la trama más allá de representar a los G.I. Joe. No obstante, estamos hablando de una película de ninjas y acción basada en muñecos, por lo que tampoco vamos a poner muchas pegas ya que al final funciona como entretenimiento comercial. Seguimos a Snake Eyes, un hombre que vio cómo asesinaban a su padre y que, por casualidades del destino, ayudará a Tommy, el líder del clan Arashikage, creándose un vínculo fraternal que hará que Snake entre al clan mientras luchan contra Kenta, líder de un clan enemigo, que pretende hacerse con una gema que custodia Arashikage. Como he dicho, el guion es bastante tópico y no llega a sorprendernos, pero sí nos entretiene alternando secuencias en decorados naturales siguiendo la subtrama del ingreso de Snake al clan, con la guerra contra Kenta, en escenarios urbanos visualmente estupendos. Y son estas secuencias, nocturnas y en la ciudad las que me consiguen dotar de personalidad a la película, con un toque que recuerda a los cómics de Frank Miller. Neones, lluvias, callejones estrechos y ninjas, pero no ataviados con los típicos trajes de shinobi, si no con gabardinas y ropa de calle, pero muy bien escogida, sobre todo con Tommy, siempre de blanco. Esto le confiere un toque visual diferenciador y espectacular, unido a las coreografías de acción del siempre genial Kenji Tanigaki, quien merece ya ser conocido de forma independiente sin tener que decir que es amigo íntimo de Donnie Yen y uno de los artífices de su éxito.


Las secuencias de acción son dinámicas y muy bien planificadas, pero la dirección de Robert Schwentke (RED) y el montaje es lo que estropea el resultado final. Si bien en general es mejor de lo que esperaba, las escenas de lucha terminan siendo menos espectaculares de lo deseado y junto al escaso carisma de Henry Golding (Crazy Rich Asians) como Snake Eyes, hacen que sea lo peor de la película. Por suerte tenemos a Andrew Koji, protagonista de la serie Warrior, que le roba la película a Golding. También es cierto que Tommy, es decir, Koji, es el mejor personaje de la película, el más trabajado y con mayores matices, y eso que el propio Larry Hama, el mítico guionista de cómics y quien dio el trasfondo a Snake Eyes en los cómics, ha modificado aspectos del protagonista como su etnia. Recordemos que, en principio, como se ve en las películas de G.I. Joe, Snake es occidental, y según el propio Hama, que el mayor personaje asiático fuese un villano, Storm Shadow, era algo que quería arreglar, pero al igual que en las dos primeras películas de los personajes, el ninja blanco de Cobra tiene un desarrollo que va del villano al héroe que aquí permanece, robando protagonismo a Snake. Volviendo a las escenas de lucha, tenemos sobre todo peleas con katanas que, si se hubiesen rodado mejor, las hubiésemos disfrutado muchísimo. Por último, la presencia de la española Úrsula Corberó como la Baronesa de Cobra, es algo que tengo que resaltar ya que, aunque no sale demasiado, supera con creces a la sobrevalorada (me dan igual los palos de sus fans) Samara Weaving, que podría no aparecer en la película sin notar diferencias.


Resumiendo, Snake Eyes. El Origen es una buena película de acción, de, como el título indica, orígenes, pero donde Storm Shadow vuelve a ser el verdadero protagonista. Una película bastante entretenida, con buena acción, un aspecto visual estupendo que además nos trae de vuelta a los ninjas a la pantalla grande en una franquicia que ha preferido reiniciarse con esta película antes de ofrecer acción balística al estilo de tantas otras películas. Sólo mejoraría con otro actor protagonista y un director que aprecie el esfuerzo de Tanigaki a la hora de diseñar la acción, junto a un montaje más asiático y menos occidental. El resultado final, no obstante, deja buen sabor de boca, aunque quizás sea por las bajas expectativas que tenía al verla.

NOTA: 6

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