CRÍTICA - KUNG FU STUNTMEN: NEVER SAY NO (2021)

Nada más salir el tráiler, los amantes del cine de Hong Kong nos frotamos las manos con la esperanza de que saliese de Hong Kong y de China, sobre todo desde que hace ya unos años, ni existe cine de Kung Fu en Hong Kong, ni nos suele llegar demasiado a España, excepto honrosas y esporádicas excepciones. Pero claro, un documental sobre los especialistas, o actores de acción, como se autodefinen, de la ex-colonia británica, que tantas y tantas horas de entretenimiento (a costa de su sufrimiento) nos ha dado, se presentaba como un homenaje a este tipo de cine. Por suerte, finalmente ha salido con subtítulos en inglés, aunque esperamos que se pueda disfrutar en pantalla grande en algún festival muy concreto a lo largo del 2022. Pero, como tantos otros, no he podido esperar a verlo, ya que mi hambre de cine hongkonés del bueno, se sacia a medias viendo los clásicos y esperando que, en algún momento, la Perla de Oriente nos deleite con alguna producción que reverdezca laureles al mejor cine de acción del mundo.


Un recorrido por el cine de acción y marcial hongkonés con la presencia de grandes leyendas, imágenes de archivo y recorridos por las calles y lugares emblemáticos del gremio de especialistas, que son las estrellas. Está claro que, sin los autodenominados héroes de acción, que no dobles, un término más usado según nos cuenta Mars, por la china continental, siendo en Hong Kong donde se usa el de actores de acción, y es algo lógico, ya que en la ahora ex-colonia británica, los propios actores han sido especialistas hasta llegar a interpretar personajes mientras hacían sus propias u otras escenas arriesgadas, como el mencionado Mars. Ya sólo los créditos, una sucesión de momentos emblemáticos del cine de HK, nos meten de lleno en este mundo donde la acción más arriesgada se da cita con los accidentes y locuras que han hecho de esta cinematografía su seña de identidad. Se pasa algo rápido por los orígenes de los especialistas, de la Ópera China, con una breve introducción a su historia y escuelas, con reconocidas caras en dos de las más conocidas, que cubre el periodo previo a Bruce Lee, con Liu Chia-Liang como epicentro, pasando por el boom del Pequeño Dragón, donde curiosamente dan el dato de cómo decayó la industria del cine local tras su muerte en 1973. Un momento dramático, donde podemos conocer de primera mano el abandono del trabajo de especialistas para ser taxistas o mozos de almacén al no haber trabajo. Pero la aparición de Jackie Chan convulsionó el cine marcial, y aunque no tenemos al Torbellino de Hong Kong siendo entrevistado, podemos conocer todo esto gracias a Yuen Wah o Sammo Hung. Los años ochenta trajeron una era dorada del género, y es donde el documental se centra más. Escuchar los accidentes que han tenido algunas de las personas que aparecen, verlos, lo arriesgado de su forma de vivir, nos deja una sensación agridulce al admitir lo que hemos disfrutado viendo esa caída, o ese atropello, o ese salto enorme desde una azotea. El tono más festivo del inicio va desapareciendo en favor de estos momentos dramáticos que nos hielan el corazón, recordando lo que se jugaban cada vez que hacían una de estas escenas que tanto nos han marcado. También acompaña a este pequeño bajón ese recorrido con Mars, un poco quien marca el avance del documental, por donde estaban los estudios Golden Harvest o Shaw Brothers, sustituidos por enormes bloques residenciales o abandonados a su suerte.


El tramo final deja claro quién produce el documental, la propia asociación de especialistas de Hong Kong, ya que podemos ver a la plana mayor y a futuros aspirantes a héroes de acción, intentando preservar el espíritu de su cine aportando sus conocimientos y esa nueva sangre que podría hacer resucitarlo. Mientras China produce como loca cientos y cientos de productos de consumo local y rápido, Hong Kong, herida de muerte, no ofrece nada de lo que la hizo famosa en los ochenta y noventa. Este resumen de su historia y del rumbo que algunos intentan que retome, deja buen sabor de boca, con esa esperanza final representada en ese vendedor de seguros, que en su tiempo libre entrena para ser el próximo Sammo Hung, y sus compañeros. En resumen, este documental es una carta de amor al cine de acción y marcial de Hong Kong, una forma de recordar lo que dio al mundo y lo que puede volver a dar, pero sin olvidar que los tiempos han cambiado y esa edad de oro es casi imposible que se repita. Ha dejado a la historia películas trepidantes, dolorosas, emotivas, locas, que nos encantan y que no nos cansamos de ver una y otra vez. Un merecido tributo a esos nombres que han participado o vivido aquellos años, Stanley Tong, Donnie Yen, Yuen Woo Ping, Mars, Yuen Wah, Sammo Hung, Xin Xin Xiong, Andrew Lau, Tsui Hark, Chin Ka-Lok, Stephen Tung, Yuen Qiu, Ching Siu-Tung, y tantos otros que aparecen en el documental, verdaderos maestros, leyendas vivas del cine marcial, y aunque el documental podría ser más largo, y añadir nombres ilustres a los aparecidos, sigue siendo una película que hay que ver si has disfrutado en su momento, o si disfrutas ahora, descubriendo este cine “antiguo” que ve tu padre, ese cuarentón o cincuentón loco por este cine de chinos, que estaban más locos aún, con esos saltos imposibles, esas coreografías rápidas y dolorosas, esos golpetazos contra el suelo… Como bien dice el subtítulo del documental, cogiéndolas palabras de Xin Xin Xiong, un especialista de Hong Kong, nunca dice no, y nosotros, a pesar de todo, nos alegramos.

NOTA: 8

Comentarios