CRÍTICA - KUNG FU (TEMPORADA 1. 2021)

 

Ya ha terminado la primera temporada del reboot de la mítica serie Kung Fu (1972-1975) con David Carradine como protagonista, sustituido aquí por Olivia Liang y cambiando el Oeste de principios de siglo por la época actual. Primero se criticó por ser una mujer la protagonista (quejas más propias del periodo histórico de la serie original que del siglo XXI) y luego la propia calidad de la serie. Es obvio que no es la serie que revolucionará la televisión, pero, al igual que dije en una entrada anterior en el blog, hay diferentes factores que hay que tener en cuenta a la hora de abordar una serie. Sin lugar a dudas, el público objetivo de cada serie o película sustenta el desarrollo de cada producción, aunque pueda encontrar seguidores fuera del mismo. El principal problema que ha habido es que quienes la han criticado son amantes del cine marcial y esperaban algo del estilo de Warrior, pero una vez que dejas prejuicios fuera y eres consciente de qué tipo de serie han querido hacer, se disfruta más y, puedo asegurarte, que no es tan mala como dicen, aunque tampoco estamos ante una estupenda serie, que conste, que luego hay malinterpretaciones.

Durante una visita a China de una familia establecida en Estados Unidos, la joven Nicky Shen descubre que realmente están para concertar un matrimonio, por lo que huirá para refugiarse en un monasterio Shaolin, donde pasará varios años aprendiendo Kung Fu. Pero un buen día, una misteriosa asesina entrará al templo y acabará con su Sifu además de robar una espada quedar herida. Siguiendo la pista de la asesina, volverá a Estados Unidos, reuniéndose con su familia y dispuesta a detener a quien mató a su maestra. Como puedes ver, los nexos con la serie original son escasos, limitándose a llevar a los USA a una experta en Kung Fu de Shaolin y quien ayudará a diversas personas en sus episodios a la vez que sigue investigando sobre la asesina. Nicky, además, lleva una bolsa similar a la que portaba Kwai Chang Caine (Carradine) en la serie original. Y fin. No hay más relación ya que usa este planteamiento inicial para desarrollarse hacia otra dirección, desapareciendo poco a poco esas ayudas episódicas donde Nicky usa sus habilidades en la lucha, para favorecer una trama con toques fantásticos, la recuperación de una serie de armas místicas que, juntas, pueden otorgar poderes inimaginables. Por suerte, los componentes místicos no son exagerados, exceptuando en el episodio final, por lo que tenemos una serie sobre la búsqueda de armas, adornada con personajes secundarios que ayudan a dotar de mayor fuerza a la historia.

Podemos partir la serie en dos mitades, siendo la primera la mejor a nivel marcial, gracias a que el coreógrafo es el estupendo Brett Chan, quien ha ido ascendiendo dentro del mundillo y se ha consolidado en la serie Warrior, con unas coreografías soberbias y un buen hacer como director en las secuencias de lucha. Por ello podemos disfrutar de buenas peleas en esa primera mitad, pero fue sustituido por Andrew Chin en el tramo final y, aunque cumple, se nota dicho cambio. Olivia Liang, como protagonista, también cumple bastante bien y sabe llevar el protagonismo, arropada, eso sí, por el resto de personajes principales, destacando a Eddie Liu, un joven actor con experiencia en artes marciales que interpreta al interés romántico, Henry, y a Yvonne Chapman, la villana de la función, Zhilan, la cual, como Olivia, no tenían conocimientos marciales. Y si hablamos de actores, no podemos dejar atrás a Tzi Ma, como el padre de Nicky, o Ludi Lin, el nuevo Liu Kan de Mortal Kombat, o apariciones especiales como Françoise Yip, Gary Daniels o Ron Yuan, algunos de ellos en un solo episodio. La trama principal avanza despacio en la primera mitad, como si quisieran recordar el material original de forma ligera para ya dar paso a la columna vertebral de la serie. Tenemos también secuencias análogas a los flashbacks de la serie original, pero sustituidos por una especie de proyección mental de la protagonista donde ve a su maestra asesinada, quien la guiará en las difíciles decisiones que va tomando para vengar su muerte. Pero llegados a este punto, es necesario recordar que la serie se ha emitido originalmente en el canal de la Warner Bros, The CW, un canal dirigido a jóvenes, por lo que los enredos románticos son más que predecibles. Por ello tenemos subtramas como la boda de la hermana de Nicky, Althea, con una pareja de una familia adinerada, o el pequeño triángulo entre Nicky, su ex-novio norteamericano Evan y Henry, pero por suerte, no le pesa demasiado, y más sabiendo en qué canal se emite, aunque me repita. Por eso, ver una serie con buenas artes marciales (aunque puedan mejorarse en la segunda mitad) en una serie de estas características se agradece, y más con los giros sobrenaturales y místicos finales, que cambian, y mucho, el rumbo hacia el que avanza la serie. Una occidentalización de conceptos habituales en el cine hongkonés y chino que pueden resultar demasiado sencillos pero que consiguen remontar un poco la serie.

En definitiva, este reboot de Kung Fu, está destinado a los jóvenes, donde las relaciones interpersonales, ya sean románticas o familiares, son el centro de todo, pero adornándolo con escenas de artes marciales y filosóficas, que incluye temas como la homosexualidad (bien metido, de una forma bastante natural) y el choque entre la tradición y la modernidad, todo ello escrito de forma correcta, que terminan por dibujar una serie que se deja ver, mejorable en algunos aspectos, pero cuyos elementos son los correctos para el público al que está dirigida pero que puede entretener a los que amamos las artes marciales, por mucho que podamos terminar olvidándola. No es tan mala como dicen, pero tampoco tan buena como podría ser. Un producto hecho a la medida del canal que es mejorable para el gran público, una de esas series de consumo rápido mientras esperamos alguna otra más potente, como la mencionada Warrior, que sacia levemente el hambre marcial gracias a un buen trabajo coreográfico. Sí, es algo justa en todo esto, pero seamos realistas, las artes marciales llevan bastante tiempo relegadas a la serie B en Occidente, con escasos títulos, por lo que, aunque sea como esta serie, hay que agradecer el regreso de las artes de lucha a la pantalla, sea pequeña (Kung Fu, Warrior) o a la grande (Mortal Kombat, Snake Eyes o Shang-Chi) ya que su éxito o fracaso marcarán el estado del género en un futuro próximo.

NOTA: 6

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