Como decía, Donnie se empeña en
ser el fiel reflejo, o reflejo idealizado, claro está, del policía hongkonés
cinematográfico, volviendo a esta saga espiritual para ofrecernos un
espectáculo pirotécnico de esos que eran marca del cine de Hong Kong en los
ochenta y parte de los noventa. Donnie es Cheung Sung-Bong, un policía que
deberá enfrentarse a viejos compañeros, convertidos en delincuentes por un
suceso del pasado. Una trama nada original pero que funciona muy bien en el
cine de acción, donde las escenas propiamente dichas de acción y peleas, son el
plato fuerte. No obstante, Benny Chan supo imprimir mucho ritmo con una
narración con flashbacks que irán
explicando los sucesos del presente, marcados por el pasado. No obstante, tengo
que admitir que ese buen ritmo queda a veces roto por algunas secuencias
dramáticas algo metidas con clavo que intentan dramatizar a los personajes y
evitar que sean planos. No sé si habrá sido el montaje, fase en la que por
desgracia no pudo estar en todo el proceso el director, pero a pesar de ello,
no lastran ni aburren. También admito que aunque tenemos mucha acción, tampoco
estamos ante una película que empalme estas secuencias, ofreciendo buenas action pieces, algunas de ellas cortas,
de cara al explosivo final. Pero ya llegaré a este punto. Contar con una
estrella como Nicholas Tse,
últimamente más dedicado a la cocina que al cine, es todo un acierto. Llevaba
sin coincidir con Donnie desde Dragon
Tiger Gate (2006), y aquí, pasa a ser el villano, no sin cierta
justificación, lo cual diferencia este film del resto de la “saga” (que
entrecomillo por si algún despistado, o alguna despistada, cree que estamos
ante una continuación) que, a pesar de tener buenos villanos, suelen ser malos
porque sí. El personaje de Tse, así como sus compañeros, actúan de la forma en
la que actúan por esos mencionados sucesos del pasado. Esto conlleva cierto
cuidado en el diseño y motivaciones de los malos de turno, aunque estemos
deseando que Donnie y Tse se líen a golpes. Pero sin duda, es Donnie la
estrella, por lo que volvemos a tener una secuencia donde el actor explica el
significado de ser policía y los motivos de saltarse ciertas normas en
beneficio del bien común y del correcto cumplimiento de la ley, definiendo aún
más su personaje, sin duda el mejor escrito de todo. Pero claro, Donnie es la
estrella, el productor y el director de acción, así que es normal que en el
fondo sea un lucimiento del actor en todas sus facetas. Y si sumamos a esto que
para que un héroe brille, tiene que tener a un antagonista a la altura, no
podemos estar más contentos por ser Tse ese antagonista. Un duelo
interpretativo mostrando dos caras de la ley, acompañado de buenos secundarios,
alguna sorpresa, como la aparición del gran Simon Yam, personaje, por cierto, llamado Lok, siendo la quinta vez
que lo usa, incluyendo las dos entregas de Election
(2005-2006) de Johnnie To, y estupendas escenas de acción. Sí, ya llegamos a
esta parte, la que más nos interesa…
Siendo una producción, o co-producción de Bullet Films, productora de Donnie y su mujer, Cissy Wang, y un lucimiento del protagonista de Ip Man (2008), estaba claro que sería el propio Yen quien se encargaría de la acción, siempre con su inseparable Kenji Tanigaki y añadiendo ésta vez a Ku Huen-Chiu (Dee Dee Ku para los amigos) Tenemos en su gran mayoría acción balística, con un gran trabajo del equipo de especialistas de Donnie. Explosiones, disparos, persecuciones en coche, golpes y más disparos. Un trabajo que usa los efectos digitales pero que no entorpecen el disfrute de estas secuencias, como la presentación del grupo de villanos, la batalla en ese barrio tan chungo de Hong Kong, el tiroteo en la carretera o la grandiosa pelea final entre héroe y villano. Una sinfonía de disparos y patadas que van aumentando el ritmo interno de la película, cosa que logra equilibrar casi del todo con las secuencias más dramáticas. Benny Chan sabía dirigir acción, y casi diría que es la que mejor rodó en toda su carrera, a pesar de tener maravillas como Invisible Target (2007) o The White Storm (2013), por citar sólo dos, y por tener un tipo de acción más cercana a la de Raging Fire que sus colaboraciones con Jackie Chan (aunque New Police Story está cerca) El tiroteo en la carretera, con Tse llegando en moto, Donnie volando con su monovolumen o granadas reventando coches, es soberbio, con una buena elección de planos que aportan las dosis de espectáculo que queremos. Tenemos también artes marciales antes del final, con brutales coreografías que incluyen grappling y demás técnicas cercanas al espíritu de las MMA (como dicen muchos) a las que Donnie se aferra de cara a crear complejas coreografías, rápidas y dinámicas. Y todo esto es más que evidente en el esperado duelo final. A pesar de que Tse ha aprendido a pelear en sus películas, está a la altura de Donnie. Empezamos su duelo con Tse armado de dos balisongs, es decir, las navajas mariposa filipinas, y Donnie con una porra extensible. Esta arma nos recuerda a esa pelea contra Wu Jing en Duelo de Dragones, y para que quede claro que este comienzo va a ser épico, la banda sonora, con esos riffs de guitarra, nos lo recordarán. La dureza y contundencia de cada golpe se puede sentir a través de la pantalla, algo habitual ya en el cine contemporáneo de Donnie Yen. Toda la espera por ver un combate marcial épico merece la pena, a pesar de tener más momentos antes del climax. Una pelea no demasiado larga pero estupenda, que consigue que las expectativas generadas desde el anuncio del rodaje de esta película, sean satisfechas, pero que, como dije antes, coloque a la película más cerca de Special ID que de Flash Point. Por cierto, otra secuencia trepidante es la que tiene Ken Lo, aunque se luzca poco, repitiendo un poco el papel de Special ID, de jefecillo mafioso. A pesar de tener aún una pierna estupenda, Lo parece más cómodo en estos papeles secundarios de cierto peso, que es donde llevamos varios años viéndolo, en ocasiones dejando que se luzca peleando, y en otras no tanto, como en la peli que nos ocupa.
Y para ir terminando, voy a tratar de resumir un poco las sensaciones tras ver Raging Fire. Una compacta película repleta de estupenda acción, con un uso justo de cables y efectos digitales, que busca hacer una representación del ideal del policía en un espectáculo vibrante, con una buena fotografía para darle un sello visual potente al nivel de la acción, con secuencias de gran calidad que van aumentando el ritmo de cara al final. Una película que nos recuerda aquella época en la que el cine de Hong Kong era el mejor, pero con ese toque moderno que revitaliza el género en una industria apoyada en la china continental para reverdecer laureles. Y aunque no llegue a ser Flash Point (creo que es la tercera vez que lo digo, pero se ha comparado, incluso por el propio Donnie Yen, con este film, por lo que me siento obligado a remarcarlo), es sin duda una estupenda película de acción y artes marciales que ofrece lo esperado, una gran despedida de Benny Chan, a quien sólo podemos agradecerle su buen hacer en el cine, con tantas películas importantes en su filmografía. Por todo esto, Benny, estés donde estés, muchas gracias por regalarnos esta última muestra de tu genio, a la vez que el de Yen, Tanigaki y demás miembros del equipo de acción, verdadera columna vertebral de la película.
NOTA: 7’5
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