CRÍTICA - SHANG-CHI Y LA LEYENDA DE LOS DIEZ ANILLOS (2021)

 Había escrito casi una crítica entera de esta nueva entrega del MCU repleta de Kung Fu, pero por algún extraño motivo me apetecía verla otra vez, provocando que reescribiese su crítica. El motivo es el ver con otros ojos la película en su segundo visionado, mejorando la sensación final, pero teniendo muy en cuenta detalles como la occidentalización de conceptos chinos y la integración en la continuidad marvelita y cinematográfica. He leído en redes sociales y webs tanto que es una mierda, como estupenda, y aunque me acerco más a esta segunda definición, hay que matizar mucho. Y depende del tipo de público. Si eres fan del cine chino de Kung Fu, puede que no te guste. Si eres fan del personaje original… pues tampoco te gustará, pero si ves la película sabiendo qué tipo de producto es, puedes disfrutarla como lo he hecho yo. Un híbrido que consigue mejorar algunas de las anteriores películas de Marvel ofreciendo algo diferente, pero manteniendo las señas de identidad de este universo cinematográfico de La Casa de las Ideas. Dicho esto, vamos a comenzar a desgranar los motivos por los que a pesar de no ver al Shang-Chi de los cómics en su metraje, me ha gustado y la convierte en una de las mejores muestras de cine marcial en el cine más comercial y mainstream surgidas este año junto a Snake Eyes o Mortal Kombat

Por todo esto, la película necesita criticarse desde diferentes puntos de vista, y empezaré como adaptación del personaje, aunque ya he dicho que no es el Shang-Chi de los cómics. Sólo coincide el nombre y su relación con su padre (que pasó en los propios cómics de ser Fu-Manchú a Xu Wenwu por la pérdida de derechos del personaje de las novelas de Sax Rohmer) y muchos de los elementos que conforman la película. Esto responde a la mencionada integración de Shang-Chi en el MCU, cambiando el tono introspectivo del personaje original por una copia barato con un Chi cómico y opuesto totalmente al de los cómics. Por suerte, el resto de elementos que vemos en la película sí existen en los cómics, como la aldea Ta-Lo o el Morador de la Oscuridad, por lo que tenemos personajes y lugares de los cómics, pero no demasiado conocidos por el público mayoritario. Y quizás sea un acierto, ya que esquiva el fan service para ofrecernos una epopeya marcial a la altura de otros títulos del MCU.

La película puede separarse en dos mitades, la primera hora, presentando a los personajes y sus circunstancias, con un ambiente urbano, y la segunda hora, donde la fantasía china campa a sus anchas, siempre con el filtro norteamericano, pero tratando de ser respetuoso todo con el original chino, aunque esto no sea habitual en los cómics. Por eso insisto en que, a pesar de los cambios respecto al material original, consigue ofrecernos una película que consigue encajar bien en el MCU.

Por otro lado, los conceptos básicos del cine de Kung Fu más fantástico consigue ser bien representado uniéndolos al aspecto superheroico. El Kung Fu volador está más que bien justificado por el uso de esas técnicas ancestrales y mágicas, además de los omnipresentes Diez Anillos. Un hermanamiento de géneros bien encajados.

Otra cosa es la propia historia, que puede convencernos más o menos. Es bastante básico, para qué nos vamos a engañar. Todo bastante predecible pero que funciona correctamente para el tipo de entretenimiento ante el que estamos. Más allá de orientalismos, es una buena película palomitera, con ritmo y sumamente entretenida. Carece de los momentos aburridos de Capitana Marvel, superándola sin problema, pero muy por debajo de la épica de anteriores películas del UCM. Y eso que su tramo final es épico, pero no tiene la fuerza que podría tener. No obstante, el término correcto, es quizás el que más se ajuste a los diferentes aspectos que consiguen que la película me haya convencido, mención aparte merece la acción, a  la que ya llegaré.

Antes tenemos que hablar del reparto. El protagonista, Tony Leung Chiu-Wai… digo, Simu Liu jeje. El caso es que el mítico actor hongkonés se come con patatas al resto del reparto, pero no sólo por su indudable calidad como actor. Su personaje es el que está mejor escrito de todos, el que evoluciona, aunque veamos todo eso en flashbacks y narrado con voz en off. Pero se agradece que esas secuencias que muestran la evolución de su personaje. Definen sobre todo a Wenwu y su motivación, así como la historia de amor que dará nacimiento a Shang-Chi y a su hermana, y epicentro de esta primera entrega de sus aventuras. Y precisamente la motivación del villano logra dar mayor calidad a la historia, ya que Shang-Chi se conforma con ser un nuevo héroe graciosete, pero sin pasarse, al más puro MCU. Awkwafina se encarga del personaje cómico que relaja las situaciones, aunque también dan a su Katy ciertos matices y evolución. Zhang Meng’er cumple con creces como Xialing, la hermana del protagonista, lo mismo que la aparición especial de Michelle Yeoh, con momentos de lucimiento. No tantos tiene Yuen Wah, otro mito del cine de Hong Kong que muestra su bigote y porte en varias ocasiones, casi como un cameo. Tenemos también al boxeador Florian Munteanu como Razor Fist, el luchador con una cuchilla en el brazo. Un personaje habitual de los cómics que hace aquí una buena aparición.

Mención aparte merece Andy Le, quien ha pasado de Youtube a una peli de Marvel como Death Dealer, el enmascarado entrenador de Shang-Chi en su infancia. Que hayan contado con alguien tan sumamente espectacular, rápido y técnico para un personaje así, es un regalo para los amantes del buen Kung Fu. Es sin duda uno de los mejores personajes de la película, que nos ha dado una secuencia digna de verse detenidamente, pero antes, o puedo olvidar a la madre de Chi, Li, con Fala Chen encarnándola. Sus secuencias tienen mucha importancia en la trama, como su primera aparición, luchando contra Leung en una secuencia estupenda, muy bien rodada, y que usa el Kung Fu como medio para contar una historia de amor, la del villano y Li. Esto es algo ignorado por los críticos más generalistas, el uso de las artes marciales para avanzar relaciones. Admito que no es algo muy habitual, pero tenemos muestras de esto que consiguen elevar el significado de las peleas de artes marciales en el cine de género. Aprovecho para recordar cómo definían los estilos empleados por las dos versiones principales del personaje de Jet Li en El Único (2001), por ejemplo. O cómo se gana la confianza Michelle Yeoh de Zhang Ziyi en Tigre o Dragón (2000)


Y llegamos al momento de hablar del plato fuerte, las artes marciales. Tener a dos nombres de tanta calidad como el tristemente fallecido Brad Allan James y Andy Cheng, como coordinador de especialistas y director de acción el primero, y coreógrafo de lucha el segundo, ambos pertenecientes al grupo de especialistas de Jackie Chan, nos pone las expectativas bastante altas. Si recordamos el trabajo de Brad Allan en películas como Bienvenidos al Fin del Mundo (2013) y Kingsman: Servicio Secreto (2014), lo que podía hacer con Shang-Chi podía ser espectacular si Disney, perdón, Marvel Studios no le querían controlar demasiado. Por suerte, el énfasis de ofrecer un buen espectáculo marcial de la compañía del ratón, consiguió que, junto a la buena dirección de Destin Daniel Cretton y a un, por suerte, buen montaje, podamos disfrutar del trabajo de ambos. El diseño de las secuencias de acción de Brad, junto a su labor de director de segunda unidad, normalmente encargándose dicha unidad de las secuencias de acción, unido al trabajo coreográfico de Andy, uno de los grandes genios actuales, nos regalan fabulosas secuencias acordes al blockbuster ante el que estamos.

Se engalanan las artes marciales con unas coreografías estupendas, dinámicas, como la pelea entre Shang-Chi y Death Dealer, siendo sin duda la mejor pelea de toda la película. A pesar de la superioridad técnica de Le, Simu Liu consigue estar a la altura ejecutando cada técnica perfectamente. Sí, pueden ser peleas cortas las puramente marciales, es decir, las que no usan efectos digitales, como la batalla final entre Chi y su padre, pero hay que analizar las combinaciones usadas para darse cuenta de que superan con creces a las anteriores apariciones marciales del cine comercial de Hollywood, es decir, Mortal Kombat o Snake Eyes: El Origen. Es un trabajo mucho más libre, y por algo numerosos medios generalistas han incluido en sus noticias la influencia del estilo de Jackie Chan en esta película. Y es algo curioso. Si Shang-Chi nacía influido por Bruce Lee, en el cine finalmente ha sido Jackie quien ha dejado su huella en esta adaptación cinematográfica del personaje.


Por todo ello, termino resumiendo un poco mis impresiones, aunque espero haberlas dejado claro. Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos es una buena presentación del personaje, ligera, con el tono habitual de Marvel, pero sin cargar como en la secuela de Guardianes de la Galaxia. Un respeto por el trabajo marcial de quienes están detrás de las cámaras, logrando encajar este universo asiático (siempre con el filtro occidentalizado de Hollywood), con más calidad más allá de la aparición de Yuen Wah, demasiado celebrado, que puede empañar el corazón de la calidad de la película, las secuencias de acción. Y a destacar la pelea final entre padre e hijo, épica y con cierto toque anime al más puro estilo Bola de Dragón, pero logrando un hueco en el cine superheroico que satisface el hambre de buen cine marcial en occidente. Lo único que entristece su visionado es la muerte de Brad Allan, a quien no se ha encumbrado tanto como merece por sus espectaculares trabajos en occidente. Una estupenda despedida de una auténtica estrella de la acción dentro del cine más comercial, por mucho que sea un Shang-Chi que no es el Shang-Chi que nos gustaría, pero una versión diferente al de la Tierra 616 pero que tiene además a Tony Leung, enorme como esperábamos de quien “se aprovechan” de ese toque romántico de películas como Deseando Amar (2000) para desplegar todo su carisma en su bautizo en Hollywood.

NOTA: 7

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