Por todo esto, la película
necesita criticarse desde diferentes puntos de vista, y empezaré como
adaptación del personaje, aunque ya he dicho que no es el Shang-Chi de los
cómics. Sólo coincide el nombre y su relación con su padre (que pasó en los
propios cómics de ser Fu-Manchú a Xu Wenwu por la pérdida de derechos del
personaje de las novelas de Sax Rohmer) y muchos de los elementos que conforman
la película. Esto responde a la mencionada integración de Shang-Chi en el MCU,
cambiando el tono introspectivo del personaje original por una copia barato con
un Chi cómico y opuesto totalmente al de los cómics. Por suerte, el resto de
elementos que vemos en la película sí existen en los cómics, como la aldea
Ta-Lo o el Morador de la Oscuridad, por lo que tenemos personajes y lugares de
los cómics, pero no demasiado conocidos por el público mayoritario. Y quizás
sea un acierto, ya que esquiva el fan
service para ofrecernos una epopeya marcial a la altura de otros títulos
del MCU.
La película puede separarse en
dos mitades, la primera hora, presentando a los personajes y sus
circunstancias, con un ambiente urbano, y la segunda hora, donde la fantasía
china campa a sus anchas, siempre con el filtro norteamericano, pero tratando
de ser respetuoso todo con el original chino, aunque esto no sea habitual en
los cómics. Por eso insisto en que, a pesar de los cambios respecto al material
original, consigue ofrecernos una película que consigue encajar bien en el MCU.
Por otro lado, los conceptos
básicos del cine de Kung Fu más fantástico consigue ser bien representado
uniéndolos al aspecto superheroico. El Kung Fu volador está más que bien
justificado por el uso de esas técnicas ancestrales y mágicas, además de los
omnipresentes Diez Anillos. Un hermanamiento de géneros bien encajados.
Otra cosa es la propia historia,
que puede convencernos más o menos. Es bastante básico, para qué nos vamos a
engañar. Todo bastante predecible pero que funciona correctamente para el tipo
de entretenimiento ante el que estamos. Más allá de orientalismos, es una buena
película palomitera, con ritmo y sumamente entretenida. Carece de los momentos
aburridos de Capitana Marvel,
superándola sin problema, pero muy por debajo de la épica de anteriores
películas del UCM. Y eso que su tramo final es épico, pero no tiene la fuerza
que podría tener. No obstante, el término correcto,
es quizás el que más se ajuste a los diferentes aspectos que consiguen que la
película me haya convencido, mención aparte merece la acción, a la que ya llegaré.
Antes tenemos que hablar del
reparto. El protagonista, Tony Leung
Chiu-Wai… digo, Simu Liu jeje.
El caso es que el mítico actor hongkonés se come con patatas al resto del
reparto, pero no sólo por su indudable calidad como actor. Su personaje es el
que está mejor escrito de todos, el que evoluciona, aunque veamos todo eso en flashbacks y narrado con voz en off.
Pero se agradece que esas secuencias que muestran la evolución de su personaje.
Definen sobre todo a Wenwu y su motivación, así como la historia de amor que
dará nacimiento a Shang-Chi y a su hermana, y epicentro de esta primera entrega
de sus aventuras. Y precisamente la motivación del villano logra dar mayor
calidad a la historia, ya que Shang-Chi se conforma con ser un nuevo héroe
graciosete, pero sin pasarse, al más puro MCU. Awkwafina se encarga del
personaje cómico que relaja las situaciones, aunque también dan a su Katy
ciertos matices y evolución. Zhang
Meng’er cumple con creces como Xialing, la hermana del protagonista, lo
mismo que la aparición especial de Michelle
Yeoh, con momentos de lucimiento. No tantos tiene Yuen Wah, otro mito del cine de Hong Kong que muestra su bigote y
porte en varias ocasiones, casi como un cameo. Tenemos también al boxeador Florian Munteanu como Razor Fist, el luchador con una cuchilla
en el brazo. Un personaje habitual de los cómics que hace aquí una buena
aparición.
Mención aparte merece Andy Le, quien ha pasado de Youtube a
una peli de Marvel como Death Dealer,
el enmascarado entrenador de Shang-Chi en su infancia. Que hayan contado con
alguien tan sumamente espectacular, rápido y técnico para un personaje así, es
un regalo para los amantes del buen Kung Fu. Es sin duda uno de los mejores
personajes de la película, que nos ha dado una secuencia digna de verse
detenidamente, pero antes, o puedo olvidar a la madre de Chi, Li, con Fala Chen encarnándola. Sus secuencias
tienen mucha importancia en la trama, como su primera aparición, luchando
contra Leung en una secuencia estupenda, muy bien rodada, y que usa el Kung Fu
como medio para contar una historia de amor, la del villano y Li. Esto es algo
ignorado por los críticos más generalistas, el uso de las artes marciales para
avanzar relaciones. Admito que no es algo muy habitual, pero tenemos muestras
de esto que consiguen elevar el significado de las peleas de artes marciales en
el cine de género. Aprovecho para recordar cómo definían los estilos empleados
por las dos versiones principales del personaje de Jet Li en El Único (2001),
por ejemplo. O cómo se gana la confianza Michelle Yeoh de Zhang Ziyi en Tigre o Dragón (2000)
Y llegamos al momento de hablar del plato fuerte, las artes marciales. Tener a dos nombres de tanta calidad como el tristemente fallecido Brad Allan James y Andy Cheng, como coordinador de especialistas y director de acción el primero, y coreógrafo de lucha el segundo, ambos pertenecientes al grupo de especialistas de Jackie Chan, nos pone las expectativas bastante altas. Si recordamos el trabajo de Brad Allan en películas como Bienvenidos al Fin del Mundo (2013) y Kingsman: Servicio Secreto (2014), lo que podía hacer con Shang-Chi podía ser espectacular si Disney, perdón, Marvel Studios no le querían controlar demasiado. Por suerte, el énfasis de ofrecer un buen espectáculo marcial de la compañía del ratón, consiguió que, junto a la buena dirección de Destin Daniel Cretton y a un, por suerte, buen montaje, podamos disfrutar del trabajo de ambos. El diseño de las secuencias de acción de Brad, junto a su labor de director de segunda unidad, normalmente encargándose dicha unidad de las secuencias de acción, unido al trabajo coreográfico de Andy, uno de los grandes genios actuales, nos regalan fabulosas secuencias acordes al blockbuster ante el que estamos.
Se engalanan las artes marciales
con unas coreografías estupendas, dinámicas, como la pelea entre Shang-Chi y
Death Dealer, siendo sin duda la mejor pelea de toda la película. A pesar de la
superioridad técnica de Le, Simu Liu consigue estar a la altura ejecutando cada
técnica perfectamente. Sí, pueden ser peleas cortas las puramente marciales, es
decir, las que no usan efectos digitales, como la batalla final entre Chi y su
padre, pero hay que analizar las combinaciones usadas para darse cuenta de que
superan con creces a las anteriores apariciones marciales del cine comercial de
Hollywood, es decir, Mortal Kombat o
Snake Eyes: El Origen. Es un trabajo
mucho más libre, y por algo numerosos medios generalistas han incluido en sus
noticias la influencia del estilo de Jackie Chan en esta película. Y es algo
curioso. Si Shang-Chi nacía influido por Bruce
Lee, en el cine finalmente ha sido Jackie quien ha dejado su huella en esta
adaptación cinematográfica del personaje.
Por todo ello, termino resumiendo un poco mis impresiones, aunque espero haberlas dejado claro. Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos es una buena presentación del personaje, ligera, con el tono habitual de Marvel, pero sin cargar como en la secuela de Guardianes de la Galaxia. Un respeto por el trabajo marcial de quienes están detrás de las cámaras, logrando encajar este universo asiático (siempre con el filtro occidentalizado de Hollywood), con más calidad más allá de la aparición de Yuen Wah, demasiado celebrado, que puede empañar el corazón de la calidad de la película, las secuencias de acción. Y a destacar la pelea final entre padre e hijo, épica y con cierto toque anime al más puro estilo Bola de Dragón, pero logrando un hueco en el cine superheroico que satisface el hambre de buen cine marcial en occidente. Lo único que entristece su visionado es la muerte de Brad Allan, a quien no se ha encumbrado tanto como merece por sus espectaculares trabajos en occidente. Una estupenda despedida de una auténtica estrella de la acción dentro del cine más comercial, por mucho que sea un Shang-Chi que no es el Shang-Chi que nos gustaría, pero una versión diferente al de la Tierra 616 pero que tiene además a Tony Leung, enorme como esperábamos de quien “se aprovechan” de ese toque romántico de películas como Deseando Amar (2000) para desplegar todo su carisma en su bautizo en Hollywood.
NOTA: 7
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