OPINIÓN - IGNORANDO EL CINE MARCIAL

Es curioso que, a pesar de llevar ya unos cuantos años escribiendo sobre cine marcial, siga siendo un género denostado, ignorado y vilipendiado por la crítica generalista. ¿A qué se debe este motivo? Personalmente, aunque esté claro que lo que aparece en este blog es mi opinión personal, creo que se debe al escaso entendimiento del significado del cine marcial, un significado real de la importancia de este género. En mis años escribiendo sobre el tema, siempre he intentado, e intento, colocar este tipo de cine donde se merece, al mismo nivel que otros géneros como la comedia, el terror, el drama o la acción más general. No es el género más perfecto, pero la ignorancia de la crítica más generalista y a veces prepotente, la considera un género menor, de esos de no tener en cuenta por ser una, en teoría, sucesión de secuencias de lucha, de violencia, sin nada más. Pero no es cierto, es un género que merece ser considerado a la altura del resto. Y siempre ha sido parte de mi objetivo cuando escribo sobre ello.

Durante décadas hemos visto cómo otros géneros como el western o el cine de piratas tenían sus décadas de apogeo, llegando a considerar muchos de sus títulos como películas clásicas de gran calidad, películas que han pasado a la historia del cine como obras maestras. Entonces, ¿por qué no han conseguido títulos míticos del cine marcial estar a la altura de pelis de otros géneros? Principalmente, la nula formación en este género de esos autoproclamados críticos. Clint Eastwood y su Harry el Sucio son consideradas grandes películas en los años setenta, encumbradas con toda la razón del mundo, pero los títulos de Chuck Norris en la misma década se consideran obras menores. Craso error. La cara de palo de Eastwood como el duro policía es igual que la de Chuck Norris en muchas (o casi todas) sus películas. Las interpretaciones, o falta de ellas, de Seagal están al mismo nivel, pero en vez de decir frases lapidarias y disparar con su Magnum, suelta sus propias frases mientras parte huesos, o Van Damme y sus patadas en salto.

Lo que esos críticos que se autoconsideran guardianes de la verdadera calidad cinematográfica no entienden, es el significado de las artes marciales en el cine. Ya sean las producciones de la Shaw Brothers, la Golden Harvest, la Seasonal, la Cannon, P.M o Nu Image, las pretensiones de sus producciones responden a dos objetivos, entretener y mostrar la pericia técnica marcial de coreógrafos y actores, sean o no especialistas en artes marciales. Pero en muchas ocasiones, las propias coreografías definen a personajes y se desarrollan a favor de las propias tramas. Es como en Bolywood, criticadas por mucha gente por sus números musicales, pero sin tener en cuenta que, en la mayoría de las ocasiones, esas mismas canciones desarrollan la propia historia y las relaciones amorosas entre personajes, como elipsis temporales de las mismas. Hay ejemplos muy básicos, como por ejemplo en El Único (2001), empleando estilos muy característicos para ampliar la personalidad de los personajes que interpretó Jet Li.

Como ya he dicho, el western usaba conceptos que pueden parecer ajenos al cine marcial, pero las dosis de entretenimiento de muchas películas de este género son las mismas que las del cine marcial. Por otro lado, existen títulos que consiguen meternos de lleno en otros géneros, digamos más serios, como el drama. A nadie le va resultar raro que hable de Warrior (2011), el estupendo drama con las MMA de fondo con Tom Hardy y Joel Edgerton, que incluso consiguió una nominación a los Oscars de Hollywood para Nick Nolte como actor de reparto, consiguiendo el premio, pero en los San Diego Fims Critics Society Awards. Este reconocimiento ha hecho que aparezcan numerosas películas con mucha carga dramática, por encima de las propias artes marciales que muestran. Una reciente película es Herida (2021), protagonizada y dirigida por Halle Berry. Pero entre Warrior y Herida, han surgido infinidad de películas con mayor nivel marcial, pero inferior nivel dramático, usando auténticos artistas marciales con menos calidad dramática.

En muchas ocasiones he leído dossiers de prensa de cine marcial que intentan poner de relieve la parte más dramática, pero sin el mismo éxito que, por ejemplo, Warrior. ¿Podría decir que Warrior ha hecho daño al cine marcial? Por un lado, ha conseguido que se tome en serio el género, pero dañándolo por igual. Me explico. El cine de artes marciales suele ser puro entretenimiento, donde las artes marciales suelen ser el plato fuerte, con guiones típicos, pero, por otro lado, el drama humano ha hecho que actores sin conocimientos marciales hayan dado rienda suelta al aspecto dramático y humano, en detrimento de las escenas de lucha. Buscar y encontrar el equilibrio entre ambos aspectos es difícil. ¿Contamos con buenos actores que aprenden las coreografías, o contamos con artistas marciales que aprendan a interpretar? Una difícil elección que queda supeditada a las pretensiones del director o productora.


Por otro lado, el cine deportivo en general, usa ciertos lugares comunes para componer este tipo de cine. Perdedores que triunfan o no deportivamente pero que ganan a nivel dramático y emocional para buscar la empatía con el espectador a niveles ajenos a la acción marcial, con un desarrollo personal estupendo, pero con una sensación agridulce durante la película, ¿es mejor que ver cómo gana, por ejemplo, Jackie Chan o Van Damme en sus típicas películas de acción? Diferentes objetivos entre diferentes películas, pero la crítica suele meterse con las de Jackie o VD y acusarlas de ser malas y repetitivas. Como si las películas de Woody Allen no lo fuesen… No digo que Allen haga malas películas, pero de nuevo estamos ante las pretensiones de cada tipo de película. El neoyorkino cuenta las historias de unos personajes para profundizar en ellos, en las relaciones y demás, pero las de Van Damme buscan entretener ofreciendo buenas secuencias de acción. De nuevo surge la pregunta. ¿Es mejor hablar de las relaciones humanas y sus miserias que entretener? La respuesta es obvia. No, y repito lo que dije unas líneas más arriba: diferentes objetivos entre diferentes películas.

Entonces, ¿por qué se ignora y no se respeta a este género? Habría que preguntar a cada crítico y experto cinematográfico sobre ello, pero es indudable que necesitamos, como fans del cine marcial, que se valore en su justa medida, que se le dé el hueco que merece. Bueno, realmente ya tiene ese hueco, pero debe dejar de ser menospreciado. Un buen ejemplo de este desprecio lo vemos en esos grandes premios del cine occidentales, que dejan fuera tanto a estas películas como a los profesionales que están detrás. Y amplio esto antes de que nadie diga que no van a nominar al Oscar o a un Goya a Van Damme o a Teo García por Xtremo (2021), ¿nominas al Oscar a la Mejor Película a Pantera Negra (2018) y no premias a los que han diseñado la acción? ¿Al coreógrafo de lucha (tremendamente importante para la propia película), a los especialistas? Sin ellos (y sin los CGI) la película no sería lo que es. En Asia tenemos grandes premios que no envidian a los occidentales, pero que premian además a la acción, sea marcial o no. En España, entre lo cegatos que son los productores, que pasan olímpicamente de este tipo de cine, y ese gafapastismo industrial que tiene, no se plantean ni siquiera nominar al mundo del especialista, que ya sabemos que tiene presencia en cualquier género.

Al menos tenemos la suerte de que exista la serie B, que sigue ofreciéndonos cine marcial, pura evasión, con diversas calidades, eso sí. No voy a ser hipócrita y decir que todo el cine de artes marciales es bueno, claro está. Y ya sea en Asia o en los premios Taurus que da Red Bull, se reconoce a los profesionales de la acción, pero no es suficiente. ¿Le das un Oscar a Brad Pitt por interpretar a un especialista, cuando se pasa toda Érase una vez en… Hollywood (2019) con la misma cara y no se crea la categoría de Mejor Especialista? Eso sí que es hipocresía. Pero bueno, va siendo hora de terminar este artículo o esta redacción de pensamientos personales, deseando que el cine marcial sea mejor considerado, que deje de ser ignorado por los productores quienes, no obstante, no dejan de usar las artes marciales de vez en cuando, pero como algo exótico que añadir a películas como Matrix (1999) o la saga de John Wick, pero sin las agallas (por no decir huevos) de volver a rodar un Kickboxer (1989), o un Operación Dragón (1973), puro cine de artes marciales, las cuales han dado dinero a espuertas a sus productores. Sí, el público también manda, pero está claro que, si el cine ofrece un tipo de producciones, el público termina por disfrutar de ese cine. Lo ha demostrado la primera aventura de Shang-Chi en el cine, o la nueva Mortal Kombat (2021), que se puede hacer cine marcial de serie A y dar dinero, consiguiendo que las disfruten tanto los fans del cine marcial como el público general.


Y no quiero terminar sin agradecer a todos esos talentos que siguen esforzándose por llevar al cine marcial a primera línea, ya sea Scott Adkins, Donnie Yen, Jose Manuel (protagonista de la indispensable The Man from Khatmandu) o cualquier otro soñador y amante de este tipo de cine que hermana a sus seguidores, Teo García (Xtremo), Nacho Serapio con su Balas y Katanas, Joaquín Ortega con su NOIDENTITY Films y su festival NIAFFS, George Karja y sus LK Stunts y tantos y tantos otros que intentan hacer realidad sus proyectos demostrando ese amor por el cine marcial. Sus esfuerzos, que juntan pasión con calidad, necesita también el apoyo de productores valientes, de nosotros, la prensa especializada y, sobre todo, de los millones de seguidores que hay por todo el mundo del cine de acción y artes marciales.

Comentarios

Josep R. ha dicho que…
Fantástico artículo Iván!!!!!!!!!