CRÍTICA - CINTURÓN NEGRO (1974)

 Tras el fallecimiento de Bruce Lee en 1973, la Bruceploitation comenzó su andadura, y los nexos entre la Blaxploitation y la explotación de la imagen del Pequeño Dragón se afianzaron con la figura del carismático Jim Kelly, que debutaba en el cine en Operación Dragón (1973) Un año después de su estreno, aparecía Cinturón Negro, o Black Belt Jones, un vehículo para lucimiento del actor afroamericano y con muchos elementos que conectaban con la carrera de Bruce Lee, como vamos a ir viendo en esta crítica, pero, antes, hablemos de la propia película.

Un mafioso que el gobierno norteamericano quiere detener, intenta conseguir una propiedad que pertenece a un viejo maestro de Karate, y terminará por acabar con el asesinato accidental del anciano. Su hija recurrirá a Black Belt Jones, agente gubernamental que acaba de negarse a entrar a una fortaleza propiedad del mismo mafioso que quiere el gimnasio de Papa Byrd. La hija del fallecido y nuestro héroe unirán fuerzas para encontrar justicia y venganza. No es que sea todo demasiado original, negros del ghetto luchando contra corruptos blancos y un héroe afroamericano cool hasta más no poder. A pesar de algún agujero de guion que une la trama del trabajo de Jones con la ayuda a sus amigos, es sin lugar a dudas una estupenda película de entretenimiento, con las dosis locas perfectas, como ese equipo que prepara Jones donde incluye a unas amigas que usan camas elásticas.

Con un tono cómico que planea sin excesos durante todo el metraje, la trama del mafioso blanco queda relegada a una trama secundaria, siendo el enfrentamiento entre los “negros buenos” y los “negros malos” la importante, con esos denominados en la versión doblada, como bongos, negros traidores a su propia raza, una especie de mercenarios callejeros que cumplen con los requisitos habituales de la Blaxploitation, incluyedo el argot habitual. Y es que toda la película encaja a la perfección con este subgénero, añadiendo además las artes marciales para lucimiento de Kelly. Y mira si se luce en numerosas secuencias, sobre todo ese juego de piernas tan característicos, como demuestran la secuencia de apertura, presentando al protagonista, la del gimnasio, el asalto a la mansión de los villanos o la pelea final en el lavado de coches. 


Y si hablo de las coreografías de lucha, tengo que empezar a hablar de las conexiones con Bruce Lee, ya que el coreógrafo fue el ya tristemente fallecido Bob Wall, que trabajó con Bruce en El Furor del Dragón (1972) y Operación Dragón (1973), además de participar en la versión terminada de Juego con la Muerte (1978). También tenemos a Robert Clouse y Paul Heller, el primero director tanto de esta película como de Operación Dragón, y el segundo, productor del mismo título, junto a Fred Weintraub, que también produjo el gran clásico del Pequeño Dragón, en nombre de Warner Bros, que buscaba continuar el éxito de dicho film usando a Kelly como principal baza. También tenemos a Mel Novak, uno de los mafiosos de Juego con la Muerte, interpretando a la mano derecha del mafioso. Y rizando el rizo, podrás ver su tráiler original aquí abajo, donde podemos ver y oír la frase Enter Jim Dragon Kelly, una clara muestra de las pretensiones de la película de explotar el éxito de la película de Lee.

Las peleas de Wall sacan oro de Kelly, siendo simples y directas, bien dirigidas por Clouse y lo suficientemente largas como para dejar claro que Kelly, a pesar del resto del reparto, era a quien se quería lanzar como estrella. Y no sólo a nivel marcial, ya que en la parte afroamericana tenemos algunos nombres de peso, como Gloria Hendry o Scatman Crothers, caras y voces habituales de la Blaxploitation, siendo éste último la voz de números dibujos animados como Hong Kong Phooey, un dato curioso para el cine marcial, y su inclusión en la cultura pop setentera.

No es perfecta, pero es un perfecto entretenimiento que sabe unir los dos géneros que decía al principio de forma perfecta. Podría decir que es el epítome de esta Blaxploitation Marcial a rebufo de la Bruceploitation, con esos momentos donde Kelly imita poses del Pequeño Dagón pero sabiendo añadir su propia personalidad, llegando a rozar al tributo hacia Lee en ciertos momentos, en ciertos guiños, para disfrute total de un producto hecho a la medida del público al que iba dirigida y que, a pesar de los años, permanece igual de fresca. Divertida, con estupendas secuencias de acción, con un Jim Kelly inmenso, y sus dosis necesarias de humor, crítica social ligera y esas gotas de romance de los dos protagonistas.

NOTA: 7

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