LA SAGA LONG ARM OF THE LAW – 1 Y 2

A pesar de llevar tantos años viendo cine de Hong Kong, en muchas ocasiones hay títulos e incluso sagas, que, a pesar de permanecer en el radar, nunca terminas de ver, por una razón u otra. Y es lo que me ha pasado con estas cuatro películas hongkonesas, Long Arm of the Law, que inauguró la primera parte en 1984. Cuando me pasaron unas copias de las cuatro, no dudé en abalanzarme (dentro de lo que el tiempo me lo permite) para verlas a la mayor brevedad posible, y a medida que las he ido viendo, he ido pensando en el motivo de ser títulos de los habitualmente recomendados por los amantes del cine hongkonés ochentero. Pero su importancia se traslada al momento en el que se rodó, un reflejo de la situación en aquellos primeros años ochenta en la, entonces, colonia británica.

En 1981 se firmaba el British Nationality Act 1981, que provocaba una serie de cambios de poder entre China y Gran Bretaña sobre Hong Kong. Muchos inmigrantes de la China Continental llegaban a principios de la década a la isla y el control económico británico provocó una crisis provocando el Sábado Negro en 1983. En esta época de desesperanza social y económica, de incertidumbre respecto a su futuro al firmarse en 1984 otra acta donde se confirmaban las condiciones de la devolución de Hong Kong a China en 1997, nos encontramos con películas como Long Arm of the Law, estrenada el 11 de julio de 1984, donde podemos ver el fiel reflejo del sentimiento hongkonés.

 La película sigue a un grupo de perdedores intentando ascender en el mundo criminal hongkonés. Una historia sencilla, rodada de forma cruda, sin nada del Kung Fu de los setenta. Pero debemos tener en cuenta el año de su estreno, 1984. El cine policíaco que muchos autodenominados fans del cine de Hong Kong les viene a la cabeza es el que propició Jackie Chan con Armas Invencibles… en 1985. Un error habitual es pensar que el cine de Hong Kong de los sesenta y setenta es el mismo que el cine de Kung Fu, y nada más lejos de la realidad. Hemos tenido películas de todo tipo de géneros, tanto en Hong Kong como en China, ya sea bélico, propagandístico, de terror o erótico, y los años ochenta supusieron unos años de experimentación cinematográfica, apareciendo diversas voces importantes para la industria y la diversificación de género en la diáspora del cine hongkonés. Hablamos de gente como Ann Hui, con un pie entre el cine comercial y el social. Pero sí podemos ver que el cine de acción y el de la crítica se daban la mano creando una vertiente que unía lo comercial y puramente de acción con este poso agridulce existencial de toda la sociedad, representada en los protagonistas y el mundo violento y sucio donde viven.


Con producción de la Golden Harvest, fue el debut como director de largometrajes de Johnny Mak Tong-Hung, una cara poco conocida que había trabajado como productor y director en televisión. El guion fue obra de Philip Chan, actor sumamente reconocido como habitual jefe de policía, profesión que ejerció en la vida real, y por eso nos encontramos ante una película cruda y muy realista. No hay honor entre ladrones, ni una idealización de la mafia, ni planos ralentizados. Todo eso vendría años después. John Woo no estrenaría Un Mañana Mejor hasta 1986, Ringo Lam City on Fire hasta 1987, y sólo podemos encontrar cierto paralelismo con Tsui Hark y su No Juegues con Fuego de 1980. Ese pesimismo une ambas películas, pero sin olvidar que estamos hablando de la Golden Harvest, que había perdido ya hacía tiempo a Bruce Lee. El Chino en 1980 les traía el éxito con la incorporación de Jackie Chan a sus filas. El cine de Kung Fu tenía aún tirón, buscando reinventarse mientras gozaba del éxito momentáneo por la sangre fresca del Torbellino de Hong Kong.

Por este motivo, por seguir siendo una productora potente la que está detrás, todo ese aspecto realista que luego imitaría, directa o indirectamente gente como Ringo Lam, contiene secuencias de acción espectaculares, con unos especialistas liderados por el equipo de Sammo Hung junto a Billy Chan Wui-Ngai, pero, debo repetir, fuera de los conceptos cinematográficos propios del cine de acción. Nada de artificios, acorde al tipo de narración, con cámara al hombro, en planos largos, dando sensación de estar en las mismas localizaciones para vivir las persecuciones y tiroteos como algo sumamente real. Un trabajo muy bien hecho, que consigue todos sus objetivos, los de entretener, pero con la queja general de la sociedad reflejada en los perdedores protagonistas y sus miserias, haciendo que podamos entenderlos junto al sentimiento de hermandad habitual del cine de Triadas que transmiten con las andanzas de estos ladrones.

Consiguió algunos premios, como los Hong Kong Film Awards, donde consiguió los premios a mejor edición y actor de reparto, tras varias nominaciones incluyendo mejor película, director o guion. Eso sí, en los Golden Horse Film Awards sí consiguió los premios a mejor director y de nuevo edición. Eso sí, fueron más de los que consiguió su secuela en 1987, titulada sencillamente Long Arm of the Law: Part 2.

Si la primera parte nos mostraba el mundo del delincuente, aquí cambiamos de bando para conocer a un grupo de policías chinos, pero huidos a Hong Kong y encarcelados, que, para limpiar su ficha, deberán trabajar como encubiertos junto a un compañero policía de Hong Kong. De nuevo nos adelantamos a ese boom que sufrió el subgénero de policías infiltrados con Infernal Affairs, estrenada en 2002. Que parece que algunos creen que fue esta, por otra parte, maravillosa, película la que inventó este tipo de subgénero.

Por otro lado, vemos cierto cambio hacia el hermanamiento con la China Continental a través de la relación entre los tres chinos y el policía hongkonés, mostrando la isla a los ex-reclusos, pero manteniendo esa atmósfera deprimente de la primera parte. Claro que volvemos a tener a Philip Chan como guionista, pero con cambio de director, pasando Michael Mak Tong-Kit a dirigirla, con un pie aún más cerca del cine comercial. Y es que, si repasamos las películas estrenadas entre la primera parte y esta segunda, ya podemos ver cómo Woo y compañía se habían sumado al cine policíaco, comenzando a estilizar el género poco a poco, siendo esta segunda parte de la saga protagonista de este pequeño artículo, un claro ejemplo de ello. El tono realista se mantiene, pero en menor medida, debido en parte a cierta exaltación de la imagen del policía, aunque sean desertores. Una romantización leve mezclada con esa atmósfera deprimentemente perenne, pero con una mayor difusión de acción balística.

Un reparto con Elvis Tsui a la cabeza junto a Alex Man o Yuen Yat-Chor, hermano de Yuen Woo Ping, y con acción firmada por Chin Yuet-Sang. Una violencia que sigue siendo algo cruda, alejada del estilo videoclipero de John Woo, intentando mantenerse esa línea realista de la anterior entrega, pero sin disimular su acercamiento al cine más puro de acción y con cierto regusto de heroic bloodshed previo a su, nunca mejor dicho, explosión con The Killer en 1989 a nivel internacional. No llega a las cotas de otras grandes obras del subgénero, pero es una secuela potente, que sirve de explotación de conceptos que comenzaban a conformar el corazón del cine de acción de los años noventa.



Y nos dio dos secuelas más, pero como no las he visto aún y ya me he extendido con estas dos primeras, vamos a dejar el resto de la saga para otro día.

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